Cada verano el colectivo Trabajadores del Tango Danza (devenido asociación civil) organiza charlas para sus integrantes. Intercambios prácticos y también reflexivos. En esos intercambios aparecen inquietudes y necesidades de los bailarines. Entre ellas, la carencia de espacios para montar obras independientes de tango escénico. Porque hay escenarios para los espectáculos comerciales for export y no mucho más. El apoyo oficial es una quimera y acceder a una sala teatral les resulta casi imposible. Por eso a partir de este fin de semana el TTD presenta el ciclo Plácidos domingos, que ofrecerá cada domingo a las 19 dos espectáculos independientes en el Espacio Sísmico (Lavalleja 960).

“Lo mejor que tenemos es la vivacidad de los bailarines que están tratando de llevar adelante sus producciones”, celebra Rodrigo Calvete, miembro del TTD y director del jurado que hizo la curaduría del ciclo. “Más allá del valiosísimo recurso humano, hay una necesidad expresiva y de acción muy fuerte”, plantea a Página/12. Surgido del colectivo, Plácidos Domingos, también busca “reivindicar la idea de que somos trabajadores”, explica el bailarín. “Reivindicarlo como medio de vida, lenguaje expresivo, de composición, de creación y también profesional”. Además, Calvete advierte que el medio ya no cuenta con las compañías gigantescas que, a lo Tango x2, giraban durante años por todo el mundo y generaban fuentes de trabajo. “Desde hace 10 o 15 años el esfuerzo es totalmente independiente y los subsidios del Estado para el tango o las danzas folklóricas son mínimos, y tampoco hay casi espacio en los festivales oficiales: en el Mundial apenas hay algo al comienzo o final de una competencia y algún taller, pero no un ciclo mostrando qué están haciendo las compañías de hoy”, reclama.

La bailarina y coreógrafa colombiana Diana Cortés Novoa lleva años viviendo entre Alemania y Argentina, siempre vinculada al tango. Dirige Helena Desnuda, una de las obras que podrán verse desde este domingo (a razón de dos por fin de semana) en el Espacio Sísmico, y coincide con la falta de espacios para mostrar sus trabajos y los de sus colegas. “Siempre se le da apoyo a las grandes compañías, a todo lo que económicamente representa algo, y los grupos pequeños quedan al margen”.

Para Calvete, uno de los principales puntos de la curaduría del ciclo pasa por emparejar a compañías de cierta trayectoria (como Puerto Tango, Tango Freestyle o TempoTango) con operas primas y coreógrafos nóveles. Así, en Plácidos Domingos confluyen búsquedas estéticas distintivas, bien lejanas a la postal del compadrito, con la utilización de los recursos del tango para contar otras historias. La de Cortés Novoa, por ejemplo, está inspirada en el caso de una alumna alemana. “Cuando llegué a Bremen, allá bailaban con abrazo abierto y yo me propuse enseñar el abrazo cerrado, pero eso desató algunos conflictos”, recuerda. “Tenía una alumna que deseaba bailar tango, pero entraba en shock cuando abrazaba a alguien, era casada y me contaba que se sentía sucia por eso, volvía con cargo de consciencia a la casa, yo no podía creerlo, ¡es sólo baile! Entonces sentía la necesidad de contar la historia porque como esa Helena hay muchas, y también hombres, que van por la vida con un conflicto y terminan siendo dos o más personas en esa lucha”. Su “Helena” y muchos otros personajes, ahora, tienen un escenario.