El Directorio del Fondo Monetario Internacional se reunió el viernes por la tarde para analizar la profundización de la crisis en Argentina. El excepcional encuentro permitió a las autoridades del organismo escuchar un reporte informal sobre la creciente fragilidad financiera que experimenta el país. La presentación estuvo a cargo del jefe de la misión, Roberto Cardarelli, que acaba de regresar a Washington desde Buenos Aires. La presentación no buscó despejar las dudas vinculadas al desembolso por 5400 millones de dólares que debería concretarse a partir del 15 de septiembre ni analizar la modificación del programa de financiamiento que se propuso iniciar el Palacio de Hacienda. El objetivo fue evacuar los renovados interrogantes que tienen las autoridades del FMI. “Seguimos en contacto estrecho con las autoridades”, se limitaron a indicar desde el organismo al finalizar el encuentro.
El cronograma oficial del Directorio del FMI establecía que el viernes se abordaría un solo ítem: la evaluación de la economía de Guyana. Como anticipó PáginaI12 , las conversaciones sobre el desempeño del país caribeño y las reformas sugeridas por el organismo quedaron opacadas por las preocupaciones que despierta en el Fondo la debacle económica de su principal acreedor individual. La delegación del Fondo que aterrizó el jueves en la capital estadounidense tras una intensa gira porteña de cinco días aprovechó el encuentro programado para el viernes en el directorio y presentó su evaluación sobre el país. “El staff liderado por Cardarelli hizo un briefing al directorio sobre los recientes acontecimientos en Argentina. Fue una sesión de información de carácter informal", confirmaron a este diario los voceros del organismo multilateral.
Convocar al Directorio del FMI un viernes por la tarde siempre representa un desafío. Si el encuentro coincide con el inicio de un fin de semana largo en Estados Unidos, explican quienes conocen la dinámica del organismo, el encuentro ingresa en zona de default. La crisis argentina, sin embargo, garantizó que representantes de los distintos países permanezcan hasta las cinco de la tarde del viernes en la sede del organismo. Aunque conocen sus privilegios -- el FMI tiene garantizado el primer lugar en la fila para cobrar si la situación financiera estalla--, los accionistas y funcionarios del organismo están preocupados. No se trata solamente de un nuevo y costoso fracaso de los remozados programas de austeridad, Argentina representa alrededor de la mitad de la cartera de préstamos otorgados por el FMI. De hecho, al organismo le corresponden 1 de cada 3 dólares de los pagos de deuda que deberá asumir el próximo gobierno entre 2020 y 2023.
“Fue una reunión informal para informar como es habitual en el contexto de programas de gran tamaño”, enfatizaron desde el Fondo al intentar restarle dramatismo. La dinámica planteada para el caso argentino es similar en los momentos de mayor turbulencia en Grecia. Las andanzas de la Troika sobre la economía helénica llegaron a forzar a convocar al directorio un sábado. Una herejía que el programa Argentino, hasta el momento, no reclamó.
"El FMI tiene que hacer su chequeo pero nosotros tenemos el frente fiscal y monetario en orden. Pueden volver a venir ellos, podemos ir nosotros o pueden hacerlo desde allá”, explicaban desde el Palacio de Hacienda a mediados de la semana al referirse a los 5400 millones de dólares cuyo todavía está en duda. El problema no son las metas programa de austeridad, los interrogantes surgen porque Argentina ya no cumple con los criterios para acceder a un “acuerdo Stand-By de acceso excepcional”. Con ese diagnóstico, la reestructuración de la deuda con los bonistas anunciada el miércoles por el ministro Hernán Lacunza es una ofrenda para intentar que se destrabe el sexto tramo del crédito. Los recursos deberían ingresar a partir del 15 de septiembre pero la dinámica de los últimos desembolsos revela que la operación suele concretarse, por lo menos, dos semanas después de la fecha prevista debido al proceso burocrático del organismo.