Fue la semana más traumática en estos casi cuatro años para la gestión de Mauricio Macri. Pero lo que más le quitará el sueño este fin de semana a los estrategas del gobierno es saber que, desde el lunes, todavía puede ser peor. Las políticas de "estabilización" lanzadas el miércoles por un flamante ministro de Hacienda no pudieron tener resultado más frustrante: 1943 millones de dólares de las reservas se le diluyeron en un sólo día, sumando 4161 millones en la semana y una ininigualable sangría de casi 14.000 millones de dólares (13.968, siendo precisos) desde el viernes 26 de julio. En apenas cinco semanas. Desde las filas del gobierno prometen tirar "toda la carne en el asador" a partir del lunes, sin medir que del otro lado hay capitalistas voraces dispuestos a llevarse todo lo que se ponga sobre la parrilla aunque esté crudo. Eso es la fuga. El dólar trepó a 62,03 pesos de valor promedio para la venta en la city porteña (según publica el Banco Central), alcanzando un valor récord. Y fuera de horario bancario llegó a cotizar online, en bancos de primera línea, a 65. El riesgo país trepó a 2533 puntos, revelando un grado de desconfianza impensable para "un gobierno de los mercados" en su tramo final. Ni las tasas de interés ofrecidas a los bancos a través de las Leliq al 83,26% anual para absorber los pesos, ni la intervención del Banco Central con 387 millones de dólares vendidos en la plaza mayorista para buscar calmar la demanda, frenaron la corrida.
Sin embargo, el gobierno sigue firme el "principio" establecido por Hernán Lacunza, el reemplazante de Nicolás Dujovne, en los reportajes que concedió el fin de semana pasada: "las reservas están para usarse". En vez de defenderlas, las usa como arma de combate. Fuentes cercanas al gobierno aseguran que, desde el lunes, subirán la apuesta, imitando aquella estrategia de Federico Sturzenegger de inicios de 2018, cuando aseguraba tener un stock de 5000 millones de dólares disponibles para ser vendidos en un sólo día si se lo demandaban. Así logró fijar el valor del dólar, al menos, por unas semanas. Después llegó el FMI. Si haber llevado los títulos de deuda de corto plazo al default el miércoles, como algunos analistas interpretan, fue una maniobra para guardar munición y poder jugarla en la pulseada del mercado contra la corrida, los resultados de estos días y la estrategia con que amenazan desembarcar desde el lunes podría estar indicando que el gobierno se acerca, veloz y peligrosamente, a agotar sus últimas balas.
Como un boxeador que sólo atina a mirar la hora tratando de llegar al último round de pie para perder "dignamente" por puntos, la reacción del gobierno se limita a simples llamados a "la responsabilidad y la prudencia de los argentinos", cuando el ataque final viene de los mismos capitales especulativos que el gobierno alimentó y empoderó. "Todos podemos ayudar desde la responsabilidad y la prudencia a llevar tranquilidad a los argentinos. Cada uno desde su lugar. Como Presidente es mi única prioridad. Todas mis acciones van en esa dirección, buscando tender puentes y dialogando", transmitió Mauricio Macri, anoche a las 8.29 desde su cuenta de tuiter.
Varias horas antes, en una entrevista matinal, su aliado radical Julio Cleto Cobos, el ex presidente del voto "no positivo" para el oficialismo kirchnerista pero muy favorable para los representantes de la agroexportación, al ser consultado si el gobierno actual podría introducir alguna forma de control de cambios, respondió que si las medidas anunciadas por Lacunza "no funcionan, no va a haber otra alternativa". A partir de ahí, más aun cuando el Banco Central emitió una comunicación por la cual le impuso a las entidades financieras la obligación de contar con "autorización previa" de la autoridad monetaria para disponer la distribución de sus resultados, se desató una ola de rumores de que estaba al caer un paquete de medidas de control de cambios. Circularon varias referencias de que, a partir del lunes próximo, se prohibirían las transferencias al exterior. Eso, sumado a las escenas repetidas en la última semana de agitadas protestas y gritos en entidades bancarias de quienes querían retirar sus depósitos en dólares, con la urgencia de quien cree que esa era "la última oportunidad".
Las acciones del gobierno, pese al mensaje pacificador por tuiter del Presidente, no ayudan a restablecer la calma. El gobierno manda señales de que el lunes va a "jugar fuerte", queriendo mostrar firmeza. En Washington, el Directorio del FMI admite que se ocupó del "caso Argentina" fuera de agenda, y pese al fin de semana largo que invita a desenchufarse desde el viernes temprano. En la capital de Estados Unidos, donde se pueden estar tomando en estas horas las decisiones que luego anunciará e intentará implementar el gobierno argentino, el lunes es feriado, Labor Day (el Día del Trabajo). Algunos especularon ayer con que sería la oportunidad para decretar un feriado cambiario en Argentina. La pregunta que quedó sin respuesta, por ahora, es ¿para qué?.