Había recibido la noticia de que una vecina recibía puntualmente de uno de sus hijos, costurero en Hollywwod, bolsones con ropas utilizadas por extras en los filmes y que luego se subastaban por centavos de dólar en ventas de garaje. Ella lo recibió fumando en medio de una pila enorme de bultos sin abrir y precintados.

-Revisá lo que quieras, hay camisas, chalecos, sombreros, todo lo que sale en las películas -decía la gorda echando a humo como una máquina a vapor. Se quedó con una camisa negra, dos remeras y una campera de cuero no muy baratas. Las olió: allí estaba, en ese aroma, el verdadero Sueño Americano del que él era, apenas, un olfateador anhelante. Le dió pena el papel que le tocaba en el reparto.

* La cultura china empieza su Año Nuevo el 10 de febrero de cada año. Van por el 4713. Aquella noche, mientras entraba en el cuerpo de la mujercita del hijo del supermercado oriental, sintió lo vibracional de estar como haciendo el amor en el futuro.

* Dos chicas se besan y una de ellas es condenada a un año en suspenso. Historia, relato de suspenso donde ganan los miembros de la Sociedad Secreta del Miedo. Lo que ahora vemos será disuelto por la fraternidad y el sentido común, o por una ley amorosa aún no escrita. Mientras vivimos en el Pasado Oscuro, donde las mamás que plantan cannabis como uso medicinal salvando las vidas de sus hijos también son decomisadas, maniatadas, acusadas. No es locura: la locura está institucionalizada en encierro y medicación. Es otra cosa que aún no se define y que hace que los poderes derramen el peligroso veneno sobre nosotros. Es otra cosa que no podemos definir. El gasista Carlos García es condenado, él solo, a cuatro años por el estrago de Salta 2141 y quedan absueltos los demás partícipes. No es locura pero te lleva a sus brazos. A veces pienso en Dios y recibo como respuesta el Olvido. Indiferencia y Entretenimiento. Bonadío y Tinelli. Massera y Lanata. Micky Mouse y Carrió. Macri y Picheto. Etcétera.

* Es invierno y por todos lados estalla la estación umbría y seca. Los álamos se guardan sus mejores medallas de plata y ofrecen unas de bronce, expuestas a la disección. Pero todo late por debajo. Uno debe imaginarse el cuerpo de las damas debajo de kilos de harapos bellos. Pero algo hay distinto: en el gimnasio frente al espejo él se descubre en pantaloncitos cortos, moviendo la rodilla hueca de un golpe. Sus compañeros de rehabilitación son heridos de guerra de distinta procedencia. Hay fusilados por la espalda, muñecos torcidos por culatazos en la cintura, revividos que se aferran al último suspiro de algún hueso lastimado. Y algunas señoras y señoritas. En ellas, haciendo que mira sus músculos entonándose frente al espejo él se fija , está su salvación. En comparación con lo que ve en la calle parecen estar un club nudista. Lo atrapa la idea y no le gustaría que lo tomen por mirón. Por eso baja la vista despaciosamente antes de dar un vistazo amplio y generoso sobre su alrededor. Seguirá, siempre y cuando la obra social lo permita, tomando estos ejercicios reconstitutivos hasta que al menos una de ellas lo mire y lo reconozca atractivo. "Un milagro de invierno", se dice, proclive a la fantasía de los titulares de películas nunca filmadas. Luego se sonríe de su fealdad y para consolarse pide a la asistente un masaje en los gemelos por un tirón tan doloroso como inexistente. Algo es algo.

* En los semáforos cada vez hay más limpiadores de parabrisas y el clásico gesto que se parece al de Okey pero resume la idea de una monedita. Ya casi no existen. Y las que están son de un valor fantasma. Lleva muchas de ellas en el hueco del auto: las extiende con vergüenza porque sabe, solo él sabe, que se está sacando esos cosas de encima más que ayudando a alguien a vivir mejor. Por eso ha buscado billetes sanmartinianos de cinco pesos. No alcanzan. O de diez pesos. Tampoco alcanzan. Nunca alcanzan.

* En las oficinas de Tribunales donde se radican los hechos de Violencia Familiar hay gente esperando desde temprano. Dan un numerito celeste. Una vez dentro lo ubican a uno en un box mínimo, y gentilmente indagan sobre nuestra denuncia. El asunto es que al lado, biombo de madera mediante se oye. "..y era oscuro... serían como las siete de la tarde…...el entró y agarró un cuchillo….yo estaba con la nena sola.." O "...yo no quiero volver a mi casa, tengo miedo…..él es…..y ahora no se donde tengo que estar..." Por lo general son mujeres y es llamativo e incómodo oír fragmentos de relatos. También uno piensa que el o la de al lado también se está enterando de nuestras peripecias domésticas y por lo general, terrible. Lo que más me molestó es no poder oír todas las historias enteras.

* La higiene de los baños de los bares es como la de una selva cercana a la ciudad. Tras la maraña aparece siempre, ya sea por el hedor o por la simple contemplación, que donde vayamos siempre habrá restos de vida humana. Como si una especie invasora quisiera contra viento y marea o el paso de los tiempos, dejar su marca con lo que sea.

* Los osos en la documental entran en patota a los pueblos y atacan los cubos de basura porque el mal tiempo, la desertificación y el estrago en los bosques lo lleva a tamaña actitud. Acá también sucede eso. Macri declara:el dolor nos hace más fuertes. Y uno sueña con enviar un oso a su cama. Y muy hambriento.

 

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