El "Facundo" de Domingo Faustino Sarmiento y "Martín Fierro" de José Hernández, siendo textos considerados con asiduidad como ideológicamente antitéticos, conservan sin embargo un punto crucial de anudamiento. Imaginados como sofisticados pero imperiosos manifiestos orientados a torcer en lo inmediato los dramáticos desempeños del país, se fueron sedimentando con el tiempo como dos obras aptas para entregar pistas primordiales sobre los secretos profundos de la patria. El sanjuanino, recordemos, era un opositor hostigado cuando en Santiago de Chile elabora esa pieza entre analítica y programática destinada a comprender con superior precisión el fenómeno rosista, convencido como estaba de que los fracasos exhibidos hasta allí para destronar al tirano se debían tanto a las cegueras ideológica de los unitarios como a la excesiva indulgencia que mostraban respecto del régimen buena parte de la comunidad internacional y un número no menor de federales disconformes.
Esa pieza táctica, sin embargo, dejó fundada una filosofía de la cultura insoslayable para pensar la trayectoria vital americana. Invariancia conceptual que luego será foco de polémicas con protagonistas tan célebres como José Martí o Ricardo Rojas. Civilización y barbarie ya no fue apenas un ariete político para acorralar a un supuesto déspota sino un arsenal teórico durable para interrogar la idiosincrasia esencial de una comunidad, José Hernández también escribió en condición de perseguido, solo que no por Juan Manuel de Rosas sino por el propio Sarmiento, que no estaba dispuesto a perdonarle haber acompañado el levantamiento federal en su contra acaudillado por Ricardo López Jordán. Señalemos que hasta entonces a Hernández el ejercicio de la poesía le era por completo ajeno, siendo su tarea principal la de un periodista de combate con pretensiones políticas. Disgustado con el sendero que tomaba el país de la mano de un impiadoso liberalismo porteño, nuestro gauchesco autor construye una intrépida literatura oralizada de impronta sentenciosa, procurando generar en el mundo plebeyo una identificación con toda su lista de denuncias. Estilizar el habla gaucha para que un sujeto social se active y para que a su vez una clase dirigente extraviada advierta lo inconveniente del rumbo adoptado. Su éxito editorial fue inmediato e impresionante, poniendo en evidencia la sintonía entre la interpelación desplegada y la latencia cultural de una voz excluída (fragmento).