Cuando cazan a sus presas, los cocodrilos lloran y no por compasión, sino porque sus glándulas lacrimales están muy cerca de las salivales y entonces se estimulan cuando comen. Los personajes a los que da vida Carla Facciorusso en Lágrimas de cocodrilo sufren una falsa angustia existencial: de ahí el título del espectáculo, que estrenará mañana. “Son mis monólogos favoritos, de los primeros que hice”, cuenta la comediante a PáginaI12. “Siempre trabajé con otros artistas, aguantándonos los unos a los otros. Una vez me dejaron plantada en Madrid, en una fecha que iba a tener esa dinámica: una cantante iba a cantar mientras yo me cambiaba para salir a escena. Después, yo actuaba mientras ella se preparaba para una canción. Terminé haciéndome cargo sola de la fecha”, revela.

Este unipersonal –se presenta los jueves a las 21 en el Teatro Gargantúa, Jorge Newbery 3563, hasta el 9 de marzo– es, entonces, el feliz resultado de un accidente. “Para los cagones es la mejor opción”, bromea la actriz, que estudió clown en la escuela de Marcelo Katz e improvisación con Mosquito Sancineto, Bernardo Sabbioni y Víctor Malagrino. También se formó con Francisco Lumerman, Pompeyo Audivert y Daniel Begino, y cursó la carrera de Imagen y Sonido en la UBA. “Para que todos los monólogos tuvieran sentido juntos, armé una historia:  Son autorreferenciales. Cuatro personajes en la fantasía del teatro, pero lo que los une es mi vida”, define Facciorusso.

“Pero nada es tan personal e invidivual”, aclara. No parece difícil identificarse con los dolores que convierte en risas. Consultada sobre las temáticas que aparecen en la obra, enumera: “la imposibilidad de recibirme, el ego del actor, diferentes trabajos en relación de dependencia, la necesidad del melanco-neurótico de generar problemas externos para no caer en la falsa angustia existencial”. Sobre este último tópico, que parece ser el que los enlaza a todos, amplía: “Necesitamos generar problemas, comer, Netflix, salir a matar o tener hijos. La ansiedad es otro de los temas. Cuento verdades y el espectáculo tiene muchas lágrimas de cocodrilo”. 

Facciorusso empezó a escribir monólogos cuando trabajaba en un call center. Hace una década mandó un mail a sus amigos con detalles de esa experiencia y comunicando la certeza de que necesitaba otro trabajo. Sus amigos se rieron y alentaron. “Sigo yendo a tomar cerveza con la supervisora del call center. Me quedaron grandes amigos. Y pienso que sigo comiendo de él: la gente me paga por ese monólogo”, analiza. Ella escribe los textos, actúa y dirige. “Va saliendo todo junto. Mientras escribo, lo incorporo y actúo. De hecho, ya no sé qué responde a qué, si actúo lo que escribo o si escribo lo que actúo”, explica. Y agrega: “Creo que uno es un personaje en sí mismo. Yo no actúo mucho para directores, porque pinta la autogestión. Nadie me ofrece nada, yo me ofrezco un montón de cosas, me autoconvoco todo el tiempo, me armo un montón de fechas. Hay una coherencia interna, conceptual, que te lleva a estar siempre en la misma energía”.

Facciorusso trabaja también en distintos ciclos como “Sucede”, grupo de teatro música, poesía y performance; “¡Loca! Un ciclo de minas, no de minitas”; “Poemas al oído”, poemas de su autoría en recitado secreto; y “Cabaret rabioso”, en el Teatro del Perro. Además, escribe y actúa junto a Popolandia la serie web Escena de la vida con Yugal, y es cantautora en la banda de teatro punk Delirios de Confort.