La mayor empresa de informática del país, PCArts, que produce la marca Banghó, anunció que los despidos en sus plantas afectarán a unas 450 personas, al pasar de un plantel de 800 a 350 trabajadores. “La parte industrial ya no tiene sentido”, resumió Carlos Suaya, titular de la empresa. En paralelo, el Ministerio de la Producción celebró como “fantástica” la baja de precios del 27 por ciento en las notebooks con la liberalización de las importaciones. La pinza de la baja del consumo, el aumento de costos y el mayor ingreso de importados produce despidos y cierres de fábricas en otros sectores como el textil, calzado, muebles y la metalmecánica. “El Gobierno está aplicando una política de darwinismo industrial”, definió ayer Luis Contigiani, ministro de la Producción de Santa Fe, una de las provincias más castigadas.
El día siguiente a la publicación en el Boletín Oficial de la reducción a cero de los aranceles al ingreso de notebooks, tablets, computadoras y algunos componentes informáticos se verificó un fuego cruzado discursivo. Los empresarios hicieron hincapié en el impacto sobre la industria local, mientras que el Gobierno destacó la baja de precios de las notebooks. Reeditaron la disputa entre la “eficiencia” (dada por precios más bajos) y el empleo. El problema de esa disyuntiva es que si a nivel masivo se pierden empleos, como viene sucediendo, no hay baja de precio que alcance para estimular el acceso a bienes más baratos. El desempleo y el cierre de empresas, además de los dramas personales, supone la desarticulación de aprendizajes acumulados y del entramado fabril, comprimiendo las posibilidades de desarrollo.
“Los precios han bajado casi un 30 por ciento desde que se anunció la medida. Es fantástico para la gente, muchas personas no podían acceder a comprar una computadora o una tablet. Nos estábamos quedando afuera del siglo XXI. Esta medida va a permitir que se multiplique por dos la cantidad de computadoras que se venden, a favor de la gente que antes no las podía comprar”, dijo ayer el secretario de Comercio, Miguel Braun.
Casi en paralelo se manifestó Suaya, de Banghó. “Quisimos explicarle al Gobierno para preparar juntos una serie de herramientas porque entre el 35 por ciento de aranceles que había y el cero actual existía un margen. Pero no hubo caso. Teníamos 800 personas en tres plantas muy industrializadas. Esa dotación va a quedar en menos de la mitad, cerca de 350 personas. Somos la empresa más grande en informática, por lo tanto lamentablemente hacemos más ruido. Pero el resto de las empresas más chicas también estuvo sacando gente mediante goteo, no tiene sentido tener un plantel productivo para competir con productos de China”, señaló el empresario.
El Gobierno subraya que los precios en el mercado local estaban mucho más caros que en países sin industria como Colombia y Chile y que en Estados Unidos, primera economía del mundo. De cualquier modo, en los últimos años, ya sea por el deficiente grado de control estatal o por el exagerado nivel de avivadas empresarias, hubo abusos de precio por parte de las firmas locales. El efecto en el consumo fue el incremento de las compras por Internet de productos importados de forma irregular y las visibles colas en los pasos fronterizos con Chile. Pero frente a esta problemática, el Gobierno no probó soluciones intermedias, como la que presentaron gremios y empresas del sector para reducir a 16 por ciento los aranceles a los productos terminados y bajar a cero el impuesto sobre el ingreso de los componentes.
En tanto, la respuesta oficial ante el efecto negativo del empleo es por un lado una supuesta reubicación de trabajadores. El único ejemplo hasta ahora sería el de los despedidos de Banghó, que en marzo serían entrevistados para ingresar a la empresa de heladeras Visuar. Las siguientes promesas son todavía más endebles: Braun dijo ayer que está “convencido de que esta medida generará nuevos empleos porque habrá más personas vinculadas al servicio, reparación y venta de computadoras, como también más pymes podrán meterse en programación y diseño”. Los especialistas del sector dicen que la reparación y armado de computadoras va a achicarse ante el ingreso masivo de productos terminados. “Que alguien del Gobierno me explique cómo un soldador se reconvierte en vendedor de computadoras o en programador de software”, se preguntaba un jefe regional de la UOM.
La rebaja de aranceles sí benefició a un grupo de empresas que producen artículos de electrónica para un consumo de nicho. Por ejemplo, Jorge Feas, fabricante de monitores cardíacos de Córdoba, dijo que la medida “contribuye a mejorar la competitividad”. “Para esos sectores es positivo, pero lamentablemente tienen mínimo impacto en el empleo y en ese sentido su relevancia es marginal frente a la informática de consumo”, aclaró Guillermo Freund, presidente de la Comisión de Electrónica de Cadieel.