Analistas económicos formados en la ortodoxia y en la heterodoxia coinciden en que los controles cambiarios eran imprescindibles para controlar el desplome en las reservas del Banco Central y una disparada del dólar. La medida fue defendida en televisión por el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y se manifestaron a favor desde Carlos Rodríguez, viceministro de Economía de Carlos Menem, hasta Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central durante el gobierno de Cristina Kirchner.
Además, coinciden en que la espiral inflacionaria va a depender de qué dólar tome como referencia el mercado, ante el protagonismo que tomará el paralelo. En cambio, la disidencia aparece sobre el futuro de estos controles: quienes consideran que Argentina tiene un problema estructura de restricción externa, piensan que las medidas seguirán en el corto y mediano plazo, independientemente de quien sea el futuro presidente; para quienes analizan que el problema actual como algo simplemente coyuntural, proponen que tiene que levantarse más temprano que tarde.
“Algún tipo de control de cambios era simplemente inevitable para no liquidar las pocas reservas que quedaban”, expresó en sus redes sociales Carlos Rodríguez, ex viceministro de Economía de Roque Fernández durante la década del noventa. Incluso Daniel Artana, viceministro de Ricardo López Murphy en el 2001, había asegurado en una entrevista hace 15 días que el control de capitales “no era un tema de derecha o de izquierda, sino un tema de supervivencia”. En este sentido, Andrés Asiain, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, dijo a Página/12 que la medida era muy necesaria: “Llegamos a este punto porque el Gobierno tomó deuda sin generar capacidad de repago. Había tres opciones: vaciar las reservas del Banco Central, que el dólar llegue al infinito o poner restricciones, tal como se hizo”.
El economista, profesor de la UBA y de la Undav, dijo que la contrapartida de estas medidas es generar una incertidumbre mayor a la que ya había: “Toda la campaña de 2015 de Cambiemos fue en contra del cepo, y cumplieron la promesa de levantarlo apenas asumieron. Que vuelva habla de una situación crítica y hace que el alerta se masifique”. Por esta razón, considera que habrá que seguir de cerca lo que pase con los depósitos en dólares, que cayeron más de 10 por ciento desde las elecciones primarias.
Guido Lorenzo, director de LCG Consultora, coincidió en que las medidas eran necesarias para cuidar las reservas del Banco Central. Pero considera que llegaron tarde: “Si esto se anunciaba antes, no hubieran tenido que defaultear las letras en pesos”. En caso de superarse la volatilidad cambiaria, objetivo principal para el Gobierno, para Lorenzo habrá que monitorear lo que pase con la inflación: “El único ancla que tenía la economía era el tipo de cambio. Hay que ver si la economía va a basarse en el formal o en el paralelo”.
Agustina Gallardo, macroeconomista especializada en industria, afirmó que las restricciones a la compra de dólares eran imprescindibles, pero no sólo por una cuestión coyuntural, sino por una problemática estructural de la economía argentina. “El Gobierno partió de un diagnóstico equivocado sobre cómo se controlan los flujos de capitales en una economía como la nuestra. Sacaron todas las restricciones y eliminaron la obligación para liquidar divisas. El 80 por ciento de las inversiones especulativas de los primero dos años ya se fueron. Y esto lo hicieron en un país que por su estructura económica productiva y su cultura bimonetaria, la restricción externa es siempre un problema”, explicó Gallardo. Y agregó que se necesita algún tipo de control, como los que existen en Chile, donde los capitales especulativos tienen que tener una estadía mínima en el país. Además, espera que estas medidas impidan una nueva devaluación, que llevaría a un nuevo deterioro en el salario real de los trabajadores.