Alejandra Ciriaco tiene 40 años y tuvo que criar en soledad a sus cinco hijos. Uno de ellos, Ismael Ramírez, de 13 años, fue asesinado de un balazo en el pecho, el 3 de septiembre de 2018 en la localidad chaqueña de Presidencia Roque Sáenz Peña. La Justicia afirma que la muerte ocurrió durante un intento de saqueo a un supermercado, los vecinos aseguran que fue una manifestación para hacer un reclamo a los dueños del comercio. 

De todos modos, saqueo o reclamo, Ismael solo pasaba por el lugar, junto con uno de sus hermanos y un primo. En la causa judicial, en la que por ahora se exime de responsabilidad a los policías que reprimieron a los vecinos, se afirma que Ismael fue asesinado con “un arma tumbera”. Alejandra le dijo a Página/12 que su hijo tenía en el pecho “un agujero bien redondo, como de una bala”, mientras que las armas caseras disparan cartuchos que dejan una marca “totalmente diferente”.

Alejandra participó la semana pasada de la marcha contra el gatillo fácil que se hizo en Buenos Aires. Vino acompañada por su hijo menor, Gonzalo, cuyo sueño es ser fotógrafo. La familia vive en Sáenz Peña, donde “por las redes sociales se dijo que fue un saqueo, pero no lo fue, sino que la gente fue a protestar porque les retuvieron la tarjeta de la Asignación Universal por Hijo o los documentos” de identidad. 

Alejandra aclaró que ni ella ni sus hijos participaron del reclamo, que provocó la movilización de la policía.


Un crimen sin imputados ni sospechosos

“Desde el principio se dijo en la investigación que el disparo que hirió a Ismael fue de un arma casera, pero mi hijo (hace una pausa para poder seguir con su relato) tenía en el pecho un agujerito que me quedó en la mente, desde que lo vi en el hospital”. 

Desde entonces “le pregunté a mucha gente que sabe (del tema) sobre cómo sería la marca que deja un arma casera  y todos dicen que el proyectil (el cartucho) se expande y otros  hubieran resultado heridos”, ya que era mucha la gente reunida en el lugar. Junta fuerza y dice que "era un agujero bien definido, no fue un arma casera, que deja otro tipo de marcas”, la que mató a Ismael.

En las redes sociales ya no se habla de la presunta arma casera “pero siguen diciendo que fue un saqueo”, mientras que el fiscal del caso, Marcelo Soto, sigue diciendo que no hubo bala policial

De los cinco hijos que tuvo Alejandra “sólo me quedan vivos tres, porque otro apareció ahorcado en Rosario, donde se había ido a vivir, pero tampoco puedo asegurar que eso lo haya hecho él solo, porque no lo sé”. Ese hijo cumpliría 24 años el próximo 23 de octubre.

En la causa por el asesinato de Ismael "no hay ningún imputado, no se sabe quién fue el responsable y el fiscal mantiene la misma versión". de manera que dejaron en libertad hace tiempo a los policías bajo sospecha. 


El niño baleado al pasar

Alejandra relató que Ismael y su hermano Daniel, que hoy tiene 18 años, “iban caminando sin saber lo que estaba pasando en el supermercado, cuando apareció corriendo un grupo de uniformados que hicieron disparos” de armas de fuego. Cuando vieron lo que ocurría, los hermanos empezaron a correr para escapar “incluso Ismael llegó a correr unos metros cuando ya estaba herido, hasta que cayó al piso”. 

Daniel trató de subirlo a una moto para llevarlo a un hospital, pero tuvieron que esperar un auto porque no podían. Lo llevaron en un auto particular, porque la policía “no dejó pasar al ambulancia” a la que habían llamado. Murió antes de que pudiera ser asistido por los médicos. 

El autoservicio Impulso, donde ocurrió el hecho, está en el Barrio Obrero de Sáenz Peña. El abogado querellante, Mauricio Masín, dice que la causa está en un “punto ciego” porue no se avanzó en nada. En todo este tiempo, la Justicia "no tiene un solo sospechoso del crimen”. 

Aseguró que hubo "muchos desaciertos y pericias extemporáneas, ordenadas por la fiscalía que ayudaron a que este expediente no avanzara en la manera de lo esperado". Cuestionó varios de los testimonios de testigos por ser "falsos".  

Verónica Varela, coordinadora del merendero al que concurría Ismael, le dijo en su momento a Página/12 que no hubo saqueo y que los vecinos "se encontraban concentrados frente al supermercado para retirar mercadería como lo suele hacer, pero el dueño del mercado les había retenido las tarjetas". 

Ismael andaba cargando y descargando ladrillos para ayudar a su madre. Era un chico estudioso y le gustaba jugar al básquet. "Además, era mi compañero a la hora de tomar mate", dice su mamá.