Desde los años treinta, cada vez que el capitalismo entra en crisis, el liberalismo se desprende de los ropajes democráticos y regresa a sus feudos. Engañan a los pueblos buscando a alguien que diga con palabras escogidas lo que los pueblos golpeados quieren escuchar. Cada ciclo histórico, como si fuera una condena, los pueblos vuelven a votar a sus verdugos. Pero no todos. Esa es la disputa en América Latina. A los poderosos, no les resulta tan sencillo regresar. Por eso, para asustar a los que no convencen, encarcelan a los que protestan. Especialmente a quienes tienen cabeza y corazón. Por ejemplo, a Milagro Sala. En esa pelea andamos a ambos lados del Atlántico. Los amigos y los adversarios cruzan océanos y se encuentran. Por eso, nosotros, aquí, en España, nos sentimos encarcelados con Milagro.
Macri visita España, y Madrid tiene que saludarle como Jefe del Estado de un país hermano. Conocemos las reglas del protocolo, pero duele. Sabemos que Macri está haciendo sufrir a nuestras hermanas y hermanos argentinos. Sabemos que Macri prometió en campaña no tocar los programas sociales, pero está sembrando la Argentina de pobres e indigentes. Sabemos que Macri vuelve a matar simbólicamente a las víctimas del terrorismo de Estado y sabemos que Macri desprecia los derechos humanos. Sabemos que Macri forma parte de esa internacional conservadora que apoya golpes de Estado parlamentarios y que defiende la esclavitud por deudas de los países de la periferia, incluida la Argentina.
Sabemos que Macri está con los jueces y no con la justicia, que está con las empresas multinacionales y no con las cooperativas, que está con los que contaminan y no con los contaminados. Sabemos que Macri está con el lenguaje del imperio y no con las lenguas indígenas, que está con los torturadores y no con los torturados, que está con Satanás aunque siempre ha tenido una cuenta en algún banco del viejo Vaticano. Sabemos que está con Juan Pablo II pero no puede estar con el papa Francisco. Sabemos que Macri está con los que desahucian y no con los desahuciados, que está con los financieros y no con los hipotecados, que está con las petroleras y no con la Madre Tierra. Sabemos que Macri es un presidente manchado con el escándalo de los paraísos fiscales y sabemos que tiene el corazón donde descansa su cartera. Sabemos que Macri alza la voz defendiendo los derechos humanos en los países que intentan gobernar para las mayorías pero mantiene encarcelada injustamente a una mujer, Milagro Sala, porque no le tiene miedo a ese mundo dorado y podrido que representan los Macri de este mundo. Sabemos que Milagro está con el vaso de leche a los niños y Macri está con los fondos buitre. Sabemos que Milagro es la vida de la solidaridad y de los pobres y Macri un recuerdo torpe del Rey Midas al que nunca le enterraron con todo su oro. En España nos topamos con Macri pero nos acordamos de Milagro.
Y aquí, en Madrid, le recordamos al Presidente de la Argentina que los mandatarios pasan pero la solidaridad de los pueblos permanece, que él quedará en la historia como un triste momento de marcha atrás, mientras Milagro Sala vive en cada pueblo que no tiene miedo a los poderosos. Macri, como Rajoy, como Trump, como Temer son el fantasma lúgubre del neoliberalismo y Milagro es la respuesta que siempre los heraldos de la muerte van a encontrar cada vez que toquen la dignidad del pueblo. Por eso estamos con Milagro. Por eso sabemos que Macri no es uno de los nuestros porque es, con toda la evidencia, uno de los de ellos. Uno de los de siempre.
Uno de los que nos ponen en marcha para evitar que nos vuelvan a robar la democracia.
* Diputado de Podemos.
** Profesor de Ciencia Política y cofundador de Podemos.