“Tenemos el imperioso desafío que la política educativa reconozca a este colectivo como parte las instituciones universitarias para que se destine el presupuesto necesario que apoye a los y las estudiantes en situación de discapacidad durante su trayectoria educativa. Los avances logrados en materias de políticas destinadas a la temática son el fruto del trabajo en diálogo con el colectivo y por la tarea militante de quienes ocupan espacios de gestión”.

Palabras más, palabras menos, así se manifestaron desde cuatro universidades públicas que trabajan en la construcción de espacios cada vez más accesibles para las personas con discapacidad: la Universidad Nacional de Comahue, la Universidad Nacional de Misiones, la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y la Universidad Nacional de La Plata.

Para la decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Comahue (UNCo), María Beatriz Gentile, “la universidad no es sólo productora de conocimiento, sino que también es co-constructora de una sociedad no excluyente; es un símbolo de la universidad que queremos, una universidad enraizada en nuestra región y al servicio de la comunidad”.

Esta casa de estudios decidió ir un paso más adelante y apostar por la inclusión de la comunidad sorda. Desde el año pasado, la UNCo sumó la “Tecnicatura Universitaria en Interpretación de Lengua de Señas Argentina-Español (TUILSA-E)” a su oferta académica. Hoy en día, cuentan con alrededor de 200 estudiantes.

En sus 20 materias y poco más de 1700 horas de cursada, esta propuesta “conjuga saberes vinculados al estudio social y cultural de la comunidad sorda” junto con “un conocimiento profundo de las lenguas implicadas en el proceso de interpretación (la LSA y el español). A eso se añade la teoría y metodología de la interpretación intermodal, es decir, entre lenguas de distinta modalidad de transmisión-recepción: auditivo-oral y viso-gestual”.

En otras universidades públicas del país ya dictan esta tecnicatura. La Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). “En todos los casos, se requieren de políticas lingüístico-educativas que deberían sostenerse si se reconoce a la comunidad sorda argentina y su lengua como parte de una Argentina plurilingüe y multicultural”, aseguró Gentile.

Según la decana, dentro de la facultad, el mayor obstáculo es evitar la deserción. “El hecho de que sea una carrera 'a término' dificulta a muchos de los estudiantes seguir el ritmo propuesto, ya que no hay opciones de recursar o de hacer solo una materia por cuatrimestre, como sucede con las carreras que se ofrecen de forma permanente”.

Mientras que la coordinadora de esta tecnicatura, Sandra Cvejanov, advirtió que “la principal barrera que enfrenta la comunidad sorda es la del lenguaje, más allá de haber desarrollado uno propio, sufren la constante exclusión del acceso a la información, la atención a la salud, el trabajo y otros derechos como los procesales y, de manera muy especial, la educación”.

“Esta carrera vendría a formar el primer eslabón necesario -el intérprete- para que las personas sordas puedan acceder en mayor medida a todas estas instancias y dar cumplimiento a una verdadera política de inclusión social”, resaltó Cvejanov.

Mientras que Gentile sostuvo que “el mayor desafío es lograr que el gobierno nacional se comprometa con el financiamiento de esta carrera como oferta permanente para la región patagónica” porque –añadió- “si bien el Ministerio de Educación nacional le otorgó validez nacional al título que ofrecemos, esta propuesta académica se puso en marcha gracias al aporte económico del gobierno de la provincia de Neuquén, que financia esta primera cohorte”.

Aceptar la diversidad sociocultural

La Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) trabaja desde 2012 con el “Programa de la Oficina de Inclusión Educativa” que busca “generar espacios de inclusión destinados a la diversidad del alumnado y, en particular, de estudiantes con discapacidad”.

El principal objetivo es “comprometerse de manera constructiva, activa y positiva en la cuestión de la inclusión educativa de la diversidad sociocultural”, aseveró una de las docentes que forma parte del Programa, Marta Graciela Vazquez.

Por otro lado, el taller “Aprender a Aprender” es un espacio abierto a todos los estudiantes con o sin discapacidad donde se trabajan técnicas de estudio, organización, información, entre otras actividades; pensadas para “la integración del ámbito académico y la comunidad”.

La directora del Programa, Lis Zamudio, destacó que en el ingreso se observa, año tras año, “un aumento gradual” en la cantidad de inscriptos que se declaran como discapacitados en el formulario de ingreso.

En cuanto al balance que hacen de estos casi ocho años de trabajo en el Programa, Zamudio reflexionó: “Es favorable en el sentido de que hasta hace un tiempo era algo excepcional el ingreso y permanencia de un estudiante con discapacidad al nivel superior. Hoy es mucho más común que lo hagan, aunque todavía se trabaja en aspectos relacionados con la convivencia estudiantil”.

Para ella, una de las mayores dificultades es “el desfase de conocimientos del nivel secundario o de aquellos casos que ingresan como mayores de 25 años” en donde se hace necesario “un trabajo exhaustivo”. Aunque, reconoció que también como docentes “van cambiando lentamente la mirada e incorporan estrategias diversas e innovadoras” para lograr mayores avances.

Enfrentar los desafíos académicos

En la zona sur de la provincia de Buenos Aires, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) lanzó, este segundo cuatrimestre, un relevamiento para tomar conocimiento de la población estudiantil con discapacidad.

La idea es generar las condiciones para “la inserción y la adaptación a la vida universitaria” del estudiante. Con este relevamiento, además, buscan “motivar actitudes que le permitan enfrentar al estudiante, con mayor efectividad, los desafíos académicos de la vida universitaria”.

“El relevamiento permitirá que los estudiantes informen todo lo referido a su situación académica, social y económica. También, cuáles son sus principales problemáticas dentro y fuera de la universidad”, aclararon desde la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de la UNLZ.

En la capital de esa misma provincia funciona desde hace dos décadas la Comisión Universitaria de Discapacidad (CUD), de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). La directora de esta histórica Comisión, Sandra Katz, puntualizó que “el desafío es diseñar políticas, estrategias y líneas de acción que contribuyan al cumplimiento de los derechos constitucionales de las personas con discapacidad en el ámbito de la universidad pública, es decir, construir caminos que requieren de transformaciones sustantivas para lograr instituciones accesibles y no excluyentes”.

La horizontalidad y la interdisciplinariedad son dimensiones consideradas en la diagramación de su trabajo. Según Katz, esta tarea avanzó de forma considerable por las áreas relacionadas a la discapacidad: de las 17 facultades de la UNLP, 14 unidades académicas han creado estos espacios específicos. “La prioridad son los y las estudiantes, sin embargo, el cuerpo docente necesita también del asesoramiento y acompañamiento para revisar sus prácticas y formatos de enseñanza, aprendizaje y conocimiento frente a la presencia de estudiantes en situación de discapacidad”, subrayó.

Acompañamiento en la trayectoria universitaria, formación del personal docente y no docente de las unidades académicas, capacitaciones en materia de accesibilidad física y comunicacional para las personas con discapacidad, integración de la temática en la comunidad universitaria son algunos de los proyectos que concretaron o que están trabajando desde la CUD.

Uno de las experiencias que más destaca la directora es el trabajo realizado con la comunidad sorda: cursos de lengua de señas para estudiantes docentes y no docentes; orientación vocacional para futuros ingresantes que tengan esta discapacidad; incorporación de intérpretes en algunos actos oficiales o jornadas académicas, y materiales de difusión de las actividades de la UNLP.

Además, se formaron grupos de testeo donde los estudiantes con discapacidad pueden aportar ideas y debatir sobre proyectos de accesibilidad. También sumaron la producción de textos y el trabajo de inclusión a través del teatro.

“Ser parte de este espacio es un compromiso social y político donde se impulsa una apuesta colectiva para transformar ciertas prácticas naturalizadas y así dar lugar a que cualquiera que quiera venir a la universidad, ya sea como estudiante, docente o trabajador con discapacidad, pueda hacerlo”, ratificó Katz.

Por último, otro aspecto que remarcó como importante es el hecho de que durante varios años fueron ellos quienes “buscaban dialogar y llevar la necesidad de trabajar sobre la temática, hoy son muchos quienes se acercan a plantearnos el interés de trabajar juntos o pedir asesoramiento para poder relevar si sus prácticas y espacios son accesibles”.

 

Las autoridades consultadas de todas estas universidades públicas, que apostaron a llevar adelante estos proyectos en los que se pone el foco en las personas con discapacidad, hicieron hincapié en la falta de un mayor presupuesto destinado por el Gobierno que aliente a la profundización y difusión de estas propuestas. Ante este panorama, destacaron el rol activo de los docentes y estudiantes que impulsan desde su lugar para que estos espacios sigan adelante en pos de un verdadero acceso de todas las personas al ámbito universitario.