Hay una función social de las mujeres que no depende del orden histórico y paternal, fálico, depende de la circunstancia de que las mujeres no se regulan totalmente por dicho orden fálico y paternal. Hay en ellas un goce no fálico que excede a la comprensión de los hombres pero que no es menos difícil de comprender para las mujeres aunque ellas sean la ocasión de esa diferencia.

La elevación de las mujeres a un lugar que antes les estaba vedado, en todos los órdenes de la vida social, no sólo las modifica a ellas sino que ha descolocado a los hombres. E impone a los hombres un trabajo que Guy Briole ha llamado "reinventar lo masculino". Esa descolocación de los hombres ante la emergencia de un real incomprensible simbólicamente produce esas reacciones desmesuradas que se traducen en actos de violencia y muerte.

Ante lo que podemos llamar una feminización del mundo, los hombres se encuentran en la situación de interesarse por ese mundo otro, femenino. Están los que reaccionan con violencia: ¡es el problema actual! Pero ese interés debe estar descentrado del orden fálico, menos entorpecido por ese goce, prestar atención a su propia parte no-toda, femenina, real, permitiría ese interesarse por lo que está más allá de ese orden fálico que entorpece la puesta en función de ese interés por el notodismo de las mujeres. Es decir que eso puede implicar un amor no basado en la demanda inconmensurable fálica, sino en lo que podríamos llamar un amor 'civilizado'. Un amor no-todo fálico… No violento. Un amor no guiado de ese Superyó que busca universalizar, definir un amor para-todo.

 

Psicoanalista. Participante EOL.