Hija de padre suizo y madre argentina, la psicoanalista Vania Widmer nació en el país europeo de los cantones. Es psicóloga especializada en consulta de niños y adolescentes en el ámbito escolar. Es también doctora en Psicología por la Universidad de Lausanne y profesora universitaria. Sus temas de investigación tienen que ver con la apropiación de niños. Su tesis doctoral no podía ser la excepción: en su trabajo académico, Widmer entrevistó a siete argentinos que cuando eran niños fueron robados de sus madres por los torturadores de la dictadura cívico-militar 1976-1983 y apropiados en aquella etapa oscura del país. Esta psicóloga recupera la historia del secuestro de cada uno, analiza la restitución de estas personas, los secretos con los que crecieron, el momento de la revelación y el camino hacia la verdad de su familia biológica, entre muchos otros aspectos. Todo lo plasmó en el libro Identidad y filiación. Niños desaparecidos durante la dictadura argentina: Una clínica de la singularidad (Editorial Letra Viva).
El texto de Widmer tiene un enfoque psicológico ya que hay distintos tipos de trabajos científicos sobre las personas restituidas. El suyo surge de lo que puede llamarse la antropología clínica. ¿Esto significa interrogar desde una postura antropológica los procesos psíquicos de las personas restituidas? "Sí, y es la cuestión de ir a tomar varias entrevistas y a buscar el material en la entrevista respecto de lo que vivió cada persona, pero también tuve otras entrevistas para poder hablar de algo más general", cuenta la psicóloga suiza. "No hablé de un caso sino de varios. Yo vi a siete chicos restituidos y también me apoyé en notas de prensa, libros biográficos de chicos restituidos. Y todo el material vino a agregarse pero el fondo del trabajo fueron las siete entrevistas”.
--¿Buscó articular la identidad y la filiación desde distintos ejes?
--Sí, un eje es toda la cuestión del trauma. Hay varios traumas en la vida de los chicos restituidos. Yo podría decir que hay tres momentos que marcan la vida (que es más amplia que la restitución): el secuestro, la apropiación y la restitución. El momento de la restitución también es algo traumático.
--¿Por qué?
--Depende de cada caso. Alguien que no está preparado para esa verdad, la descubre en el momento en que es pasivo. Entonces, es como algo intrusivo. Y se tiene que acomodar con eso. Y se puede decir que ese momento es también un trauma psíquico. Podría agregar que es un trauma estructurante. El trauma en sí no es bueno, pero la restitución va por la verdad. Es un momento que pasa, pero es para encaminarse en la verdad. Y al final es estructurante. La otra parte es la repetición del trauma. El restituido ha sido secuestrado. Ha vivido ya una separación traumática de la madre y, a veces, un secuestro traumatizante. En ese sentido, la restitución hace eco con el primer trauma.
--¿Eso es porque se vivencia el recuerdo?
--Exactamente. Vi personas que recuerdan muy poco porque hay algunas que eran bebés. No recuerdan conscientemente, pero sí vivieron el secuestro y algunos vivieron la tortura de la madre porque eran fetos. Lo vivieron en su carne pero la gente que entrevisté no habla de eso. No fueron palabras que me hayan dicho. Pero fue una vivencia.
--Este trabajo es la mirada de la psicología de un tema sociopolítico. ¿Fue difícil que no se entrelazaran cuestiones políticas en la investigación o el suyo es también una manera de hacer un trabajo político?
--Fue fácil, no fue complicado hacer ciencia con un tema sociopolítico sin que me digan “Soy de tal partido” ni que eso sea una pregunta. Eso hablando de política partidaria. Pero si hablamos más allá de lo partidario, sí es un proyecto político y una militancia. Es una militancia en el sentido que es un trabajo transgeneracional, una herencia. En mi familia, mi mamá, argentina, vivió ese período de la dictadura e indirectamente fue tocada por el tema. Por eso, en mi familia hay algo transgeneracional. Pero si vengo a la Argentina a presentar el libro lo es más todavía. No es sólo mi familia, es una cuestión social.
--Señala que el trabajo parte de la oposición de lo que Hannah Arendt hizo de “lo que soy” y “quien soy”. ¿Cómo se aplica esta oposición en el caso de los niños restituidos?
--Lo que yo busqué con el trabajo fue saber qué hicieron los chicos restituidos con lo que les ha impuesto la historia argentina. Hay algo que se impuso a ellos. ¿Cómo hizo cada uno de ellos con esto? En ese sentido, no son pasivos. Son personas a las que les pasaron cosas, pero hicieron algo con eso.
--¿Hay un recuerdo corporal de la separación precoz y tortuosa de la madre y el niño? ¿El niño tiene un recuerdo corporal?
--Ellos no pusieron palabras en eso. No dijeron: “Me acuerdo el olor...” No me hablaron de eso. No en todas en las entrevistas, pero en algunas hubo signos. Por ejemplo, hay dos personas que usaron su nombre biológico que les dieron las madres en los centros clandestinos de detención. Los usaron en juegos de niños antes de conocer sus historias. Yo pienso que eso está relacionado con el trauma. A veces, se quedaron dos semanas con la mamá. Nacieron en condiciones muy traumáticas, pero estuvo la cuestión del cuerpo, del oído. Es como que se encapsula ese momento y resurge sin que sea consciente.
--¿Y qué diferencia establece entre ruptura y separación?
--La ruptura habla del trauma. Es una separación traumática. Esa es la diferencia. En el momento en que se saca el niño de la madre sin que la madre se despida, sin que el niño sea preparado y en condiciones como lo que significa un secuestro, se puede hablar de ruptura.
--¿Cómo afecta en la conformación psíquica aquello que denomina “el descubrimiento de las raíces fraudulentas”?
--He visto en cada entrevista signos del secreto. O sea, el punto de felicidad del niño en familias apropiadas es el secreto. Para que él pueda crecer y la familia apropiadora pueda decir: “Somos un familia, y qué lindo, qué lindo...”, no hay que decirle al niño: “Sos apropiado”. Es el secreto. Pero lo que yo vi fue que el secreto siempre transpira. Siempre, en todas las entrevistas. A veces, los chicos no lo tenían consciente, pero muchos me dijeron: “Ya me parecía raro. Yo no tengo nada que ver, soy alto, rubio y mis padres eran chicos y morochos”. No había fotos del nacimiento. Eran cosas a la vista, pero tenían que hacer como que no lo veían. Todo eso de manera inconsciente. No es que ellos dijeran: “No tengo que...”. No lo hacían directamente, pero sí percibían.
--¿Por qué se produce la denegación parcial, cuando la persona restituida no evoca las responsabilidades de los apropiadores? ¿Esto sucede porque está idealizada la relación?
--Yo creo que es porque resulta insoportable. Es una manera de sobrevivir. Ellos sufrieron abandono, sin la apropiación se morían. Hay algo perverso en la apropiación, una paradoja: es salvar la vida de alguien a través de un robo. Le denegación parcial se produce para soportar esa paradoja.
--La restitución permite darle sentido y palabras a una vivencia precoz de separación, ¿no?
--Exactamente. La restitución posibilita eso. Es muy importante. Para todos: para el restituido, para la familia. Yo digo que es complicado, pero la verdad ayuda. Y es necesario.
--¿Qué puede hacer una persona con lo que le transmitieron sus apropiadores?
--Yo me pregunté lo mismo cuando empecé el trabajo. No pude tener una respuesta a eso, pero me parece pertinente. Y pensé en las familias biológicas que reencuentran al hijo cómo es para ellos cuando ven que es diferente porque creyó en otra familia. También me pregunté cómo hacen ellos para aceptar, qué interpretación tienen.
--¿Cómo cree que es recibir la clasificación de “restituidos” que la sociedad les otorga? ¿Cómo se reconstruye la identidad?
--Yo creo que hay dos maneras que no se excluyen. A la vez, tener la etiqueta de “restituido” es una posibilidad de envoltura y de dar un apoyo a la reconstrucción. Es muy importante. Por otro lado, varios chicos han dicho que no quieren ser encerrados en esto. Ellos superan esta categoría. Ellos no son sólo víctimas ni solamente restituidos.
--¿Qué se consideran?
--Es amplio. Hay algunos que son psicólogos, otros que son políticos, son madres, son padres. Superan esa categoría.
--¿Cómo recuperan las personas restituidas la capacidad simbólica que les ayude a atravesar la restitución?
--Hay mucha variedad. Los caminos son múltiples. Tiene que ver con la militancia. Y tener otros grupos de pertenencia ayuda mucho. Lo otro es el marco social, que no sea alienado, que se diga la verdad. La sociedad les da el apellido; es decir, los coloca en la verdad.
--¿Cuáles son los factores de resiliencia en el atravesamiento de la restitución de las personas?
--El concepto de resiliencia hay que entenderlo como algo amplio. Hay características individuales, familiares y sociales. Tiene que ver con sentirse protagonistas. Algunos son pasivos al principio, pero retoman la actividad en su historia. Tiene que ver con el insertarse. Pude ver en las entrevistas que tienen mucha facilidad de adaptarse a la vida, cómo hacen con lo nuevo. Son gente plástica. No es negativo sino positivo. Después se ve en los discursos la intelectualización; es decir, cómo pueden hablar de sí y de sus historias de una manera un poco distanciada.