La masiva compra de dólares caracteriza el derrumbe del régimen de especulación y endeudamiento que configuró la economía de Mauricio Macri. En una especie de salvese quien pueda, fondos de inverisón internacionales, empresarios locales, y pequeños ahorristas buscan dolarizar su excedente financiero, antes que el agotamiento de las reservas genere una nueva suba del dólar.
Un sector externo jaqueado por la carga de intereses y amortizaciones de deudas acumuladas irresponsablemente durante los últimos años, hace prever que la escasez de dólares llegó para quedarse. Quienes especulaban con las altas tasas de interés de los activos locales subsidiadas por el Estado vía Leliq temen ver pulverizados sus activos ante una nueva disparada del dólar. El defaut parcial de títulos en dólares y pesos, acentuó el pánico financiero y la búsqueda de desprenderse de todo activo local.
En ese contexto, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, anunció la restricción para compra de dólares por motivo de atesoramiento para las empresas y puso un límite de 10.000 dólares por mes para las compras de las personas. Paradójicamente, quienes habían relizado su campaña denunciando el “cepo K” a la compra de dólares e inaugurado su gestión con su levantamiento (a costa de una fuerte devaluación, vale recordar), se despiden reinstalando los controles de cambios.
La medida se explica por la intención de Mauricio Macri de llegar a diciembre evitando un estallido del mercado de cambios. La necesidad de preservar las reservas y la imposibilidad de realizarlo vía política de tasas de interés o de intervenciones discretas en el mercado de cambio, llevó a quemar los libros liberales y poner una fuerte intervención del Estado racionando la distribución de los escasos dólares. Un mal menor frente a la posibilidad de vender masivamente reservas ante una demanda insaciable o dejar que el dólar fluctúe libremente, hecho que impicaría su suba descontrolada.
La medida choca de frente con las recomendaciones habituales del FMI en favor de la deseregulación de la cuenta de capitales. El organismo que parece haber decidido no entregar la próxima cuota del crédito stand-by, incrementando la fragilidad de la economía durante la transición, prefirió no agregar más leña al fuego, aceptando los controles de cambio. Al menos así dejaron trascender algunos medios de prensa locales, al divulgar un presunto comunicado del organismo donde se afirma que “las autoridades argentinas han anunciado medidas de gestión de flujos de capitales con el objetivo de proteger la estabilidad cambiaria y a los ahorristas”. De confirmarse el comunicado, sería un sorprendente apoyo del organismo al establecimiento de controles de cambios.
Aún así, las restricciones a la compra de dólares no terminan de alejar el fantasma de una pérdida masiva de reservas. No sólo por la demanda minorista aún autorizada o la ingeniería empresarial para eludirla por la vía de ficticias operaciones comerciales. Más grave aún es la masiva salida de depósitos del sistema bancario.
@AndresAsiain