El 4 de noviembre de 1978, un año antes del Mundial de Japón, la selección juvenil jugó su primer partido. Fue un amistoso en Tucumán contra el Cosmos de Beckenbauer, Chinaglia y Carlos Alberto. Ganaron los pibes de Menotti 2-1 con un gol de Maradona y otro de Rolando Barrera. Jugaron ese día Sergio García; Barbas, Simón, Rossi y Alves; Mezza, Rinaldi, Maradona; Escudero, Ramón Díaz, Barrera, la base del campeón mundial. Me tocó estar ahí (privilegios, de esos que uno no deja de agradecerle a la vida profesional). Y escribí una nota para la revista El Gráfico que llevó este título: "Cuidemos a estos pibes".
La nota empieza con una referencia al pulgar levantado y la admiración de Franz Beckenbauer, y esta declaración del italiano Giorgio Chinaglia: "Si con cuatro días de entrenamiento hacen esto, con cuatro años de trabajo con invencibles". Fueron invencibles un año más tarde en Japón.
La memoria emotiva suele broncear las vivencias, pero el recorte del archivo pone las cosas en su lugar.
"Los pibes tienen pasta, talento, capacidad individual o llámese como sea. Todo eso está a la vista. Maradona hizo un gol de tiro libre, colocó el pase exacto a la cabeza de Barareraen en el segundo después de sacarse de encima a Davis. Le pisó 100 veces y ninguna de más, cambió por la larga cuando fue necesario, metió tres o cuatro caños y un tiro en el caño. ¿Que más? (…) Lo que produjeron en los primeros 20 minutos del partido fue inolvidable. Destrozaron las marcas, se juntaron en toda la cancha, funcionaron como un reloj, desataron una tormenta de fútbol, lograron dos goles y llegaron tres veces ahí nomás. Después bajaron el nivel, pero es comprensible".
En un breve análisis de sus jugadores dice, por ejemplo, Menotti: "Juan Barbas juega sobre los dos laterales y puede ser volante (de hecho en el Mundial jugó como ocho) tiene categoría de Primera. Juan Ernesto Simón es uno de los de más futuro, Rubén Rossi me hace acordar a Sachi, Hugo César Alves es un excelente marcador de punta. Maradona es algo serio, hace cosas de Pelé en sus comienzos, un fenómeno. Ramón Díaz, que tiene una velocidad extraordinaria, puede jugar como nueve tirándose atrás o como 10. Escudero no se sabe si es diestro o zurdo, encara por los dos laterales".
La nota tiene un cierre que le da sentido al título:
"Por todo lo que tienen (talento, ganas, algería, un técnico como Menotti) y por todo lo que pueden producir estos chicos nos ponen en un compromiso: respetarlos. Cuidarlos, alentarlos, apoyarlos, no inteferir en su trabajo, ayuarlos. Hinchas, dirigentes y periodistas tenemos esa obligación. Después vendrá el derecho de seguir viéndolos en la cancha, y contagiarnos de su alegría". El contagio dura hasta hoy.