Hace 40 años, el 7 de septiembre de 1979 en el estadio Olímpico de Tokio, Japón, el seleccionado juvenil liderado por Diego Armando Maradona ("Balón de oro" al mejor jugador) le ganaba 3-1 a la Unión Soviética en la final y conseguía para la Argentina, de manera indiscutible, el primer Mundial de la categoría Sub 20. Los madrugones grupales para seguir los partidos por TV fueron moneda corriente en un país asfixiado por las botas militares que regían el gobierno. Con el riojano Ramón Díaz ("Botín de oro" por ser, con 7 tantos, el máximo artillero del certamen y que ya la descosía en River), ese equipo, que deslumbró con su juego vistoso e impuso superioridad absoluta ante duros rivales, fue dirigido por César Luis Menotti, quien asimismo venía de obtener la primera estrella con la Mayor, junto con la inestimable colaboración de Ernesto Duchini, que murió en 2006 y es uno de los grandes olvidados del fútbol argentino (ver aparte).
En marzo del '79, la lista de Menotti incluía a seis jugadores que debían cumplir el servicio militar obligatorio. Uno de ellos era Maradona, que con apenas 18 años era titular indiscutible en Argentinos Juniors y un ídolo nacional que se había quedado a las puertas de ir al Mundial con la Mayor, un año antes. Los otros eran Juan Barbas y Gabriel Calderón (ambos de Racing), Juan Simón (Newell's), Osvaldo Escudero (Chacarita) y el arquero Sergio García (del modesto Flandria, por entonces en Primera B). Al final, todos ellos zafaron del oprobio de ser colimbas.
La dictadura presidida por Jorge Rafael Videla ya había gozado unos meses antes del poder del fútbol gracias al Mundial '78 que ganó la Selección que capitaneaba Daniel Passarella y en la que descolló el Matador Mario Kempes. Esa Copa del Mundo, dado el contexto de censura y represión que campeaba en esos oscuros días, quedó injustamente teñida por la suspicacia, sobre todo a partir del abultado 6-0 que la Selección le propinó a Perú y que le permitió al combinado nacional disputar la final ante Holanda, que a la postre ganó por 3 a 1.
Pero el exquisito fútbol de esta versión juvenil que se floreó en Japón, también patentada por Menotti, jamás suscitó duda alguna. "Señores, ustedes ya son campeones. No me importa el resultado de este partido, ya han demostrado que son los mejores del mundo. Nada de patadas o locuras. Vayan, jueguen y diviertan a los 35.000 japoneses que están en las tribunas", les dijo el Flaco a los pibes en la previa al partido final contra la Unión Soviética, que empezó en ventaja por intermedio de Igor Ponomarev, pero terminó claudicando por 3 a 1 con goles del boquense Hugo Alves, Díaz y Maradona.
Antes de eso, el seleccionado juvenil era una máquina de ganar. La campaña para llegar al último partido fue impecable, con triunfos sobre Indonesia (5-0), Yugoslavia (1-0), Polonia (4-1), Argelia (5-0) y Uruguay (2-0). En total, Argentina convirtió 20 goles a favor y recibió sólo dos en contra.
Además de Diego y Ramón, también se destacaron el zaguero Simón, el volante Barbas y el hábil delantero Escudero. El plantel, de espíritu bien federal, también estaba integrado por el talentoso mediocampista Juan José Meza (Central Norte de Tucumán), el arquero suplente Rafael Sería (Central Córdoba de Rosario) y hasta por dos futbolistas de Atlanta --que curiosamente ese año descendería de categoría--, como el delantero Alfredo Torres y el defensor Jorge Piaggio, quien jugó en Japón apenas 49 minutos, en el partido de cuartos de final contra Argelia. Un año antes, la sombra de la dictadura golpeó para siempre a la familia de Piaggio, ya que un primo del defensor había desaparecido a los 20 años mientras cumplía con el servicio militar en la ciudad santafesina de Santo Tomé.
El resto del conjunto que dirigía Menotti lo conformaban los defensores Rubén Rossi (Colón), Abelardo Carabelli (Argentinos Juniors) y Marcelo Bachino (Boca); los mediocampistas Daniel Sperandío (Rosario Central) y Osvaldo Rinaldi (San Lorenzo); y el delantero José Luis Lanao (Vélez).
"Salió campeón del mundo el mejor fútbol del torneo. Esto quiere mi país", había dicho poco después de la consagración en Tokio el Flaco Menotti, cuyo admirable trabajo terminó otra vez siendo útil, desde ya que involuntariamente, para esconder bajo la alfombra los horrores del gobierno militar. De hecho, al mismo tiempo que el plantel juvenil aterrizaba en Buenos Aires con su flamante título de campeón, miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se hacían presente en el país ante las múltiples denuncias por la desaparición forzada de personas.
De esta manera, en apenas dos años, Argentina le tomaba el gustito a eso de ser campeón del mundo tanto a nivel mayor como juvenil. Era evidente que si al prolífico semillero de talentos que surgía naturalmente desde todas las provincias se le agregaba un trabajo serio, las grandes conquistas se iban a dar. Sólo era cuestión de tiempo.
Un párrafo aparte para el flamante DT de Gimnasia, que tras el asombro y la fascinación que provocó en territorio japonés, no sólo devino más tarde en el mejor jugador de la historia del fútbol sino que, además, posee hasta el momento un record que ningún otro argentino pudo obtener: ser campeón del mundo con la Selección Mayor y con la Juvenil. Lionel Messi, Sergio Agüero y Angel Di María sólo se consagraron con la Sub 20. Si bien faltan tres años para el Mundial de Qatar, los tres aún sueñan con alcanzar la marca de Maradona.
El Maestro Duchini
De chiquito Ernesto Duchini era hincha de River, jugó las inferiores en Alumni y a los 15 años recaló en Chacarita, donde debutó en Primera División en 1928. Se retiró como jugador diez años después y al poco tiempo inició su carrera como director técnico, donde debutó al frente del Funebrero en 1939. Luego dirigió las inferiores de River, San Lorenzo y Racing. Pero hacia 1954, Ernesto Duchini sería designado entrenador de las divisiones juveniles de la Selección Nacional, donde obtuvo un Preolímpico (1964) y se coronó en dos Juegos Panamericanos (1955 y 1959). Tras veinte años en el puesto, en 1974 fue designado asesor de las divisiones juveniles de la Selección, cargo que conservó por otros veinte años.
Junto a César Luis Menotti, el Maestro Duchini fue determinante en la formación de los equipos que ganaron el Torneo Esperanzas de Toulón de 1975 y el Mundial Juvenil de Japón. "El equipo del '79 se armó eligiendo a los mejores jugadores. Había quedado con Menotti en que yo armaba los equipos y él viajaba a los torneos. Con Maradona estuve mucho tiempo. Cuando dejaba de entrenar, se venía conmigo en el viaje de vuelta. Buen tipo", declaraba Duchini a la revista Un Caño, donde abundó: "Yo tuve suerte en el fútbol porque en todos los equipos en que estuve salimos campeones y salieron grandes jugadores. En River tuve la suerte de llevarlo a Perfumo y a Pinino Mas, al que descubrí en un potrero junto a la Panamericana. Aunque en verdad, más que suerte, sabía elegir". El venerable Duchini murió el 19 de marzo de 2006, a los 95 años y sus restos fueron velados en la sede de Chacarita.