En la previa al show que brindará Estelares en el teatro Gran Rex, este sábado a las 21, Manuel Moretti, cantante de la banda platense, dialogó con Eduardo Fabregat sobre la vida de las canciones, su pasión por la música, el surgimiento de la banda en la fértil escena platense y las dificultades de crear en la Argentina.
Reviví la charla con una selección de los pasajes más destacados:
“Siempre fui un poco introvertido y Junín estaba impregnado del saber que venía de mi madre, de la palabra, con acercarme a un universo grande de curiosidades”
“A los 12 o 13 años ya sabía que me gustaba y que disfrutaba mucho de jugar al fútbol, una cosa que para mí es muy importante porque se conjugan la lectura y el juego, pero ya en la secundaria empecé a intercambiar ideas y en las ideas aparece la relación con la palabra. Después surge la música, Sui Generis y el poder de Luis Alberto y de Miguel Abuelo, pero todo esto se prende como algo que acompaña al pibe que le encantaba jugar al fútbol, que no escuchaba nada de música y que, a partir de ahí, empieza a comprar discos”.
“Un solitario es aquel que su vida interna es más seductora que la relación que tiene con el afuera. Eso es lo que me pasaba a mí a solas, pero la música y los libros con los que me empiezo a cruzar vinieron de mis amigos. Le debo casi todo a ellos”.
“En el 84 llego a Buenos Aires, un poco perdido y sin aceptar que el lenguaje sensible era lo que más me interesaba y me meto en Medicina, pero el ingreso era bravísimo y me digo ‘para qué estuviste perdiendo el tiempo si esto no te gusta’, así que me voy a La Plata a estudiar Filosofía”.
“Para cuando tenía 19 y, de alguna manera ya muy arriba del avión de los estupefacientes, empiezo a armar bandas y a juntarme con gente de la música. Ahí aparece el bar El Taller, conozco a pibes que fueron productores del primer disco de Virus, a los Redondos, al hermano de Skay, y eso me empuja hacia lo que termina siendo mi profesión”.
“Tengo recuerdos de esa época hermosa, del Parakultural, Caras y Caretas, Mediomundo Varieté donde podías ver a Sumo tocar para 200 personas y, al mismo tiempo, en La Plata había un colchón perfecto para continuar con tu formación, como yo digo, del lenguaje sensible. Las noches eran alucinantes, todos tocábamos con todos”.
“Toco por primera vez en público en el Teatro Independiente de la Plata en la proyección de Guillermo Beilinson, que es el hermano cineasta de Skay. Él presentaba un corto, por eso estaban el Indio y Skay y yo toqué con Pepe Fenton en bajo y Ricky Rodrigo en guitarra, los dos habían sido Redondos y yo solo era un jovencito atrevido, apuesto y volado, entonces me creían y me querían”.
“Todo comenzó con Licuados Corazones que duró un año y pico, después armamos una segunda banda que se llamaba Peregrinos, ahí rompo con los chicos de Licuado, pero me junto con Víctor y le pasó la primera canción 20 de noviembre, que era de Peregrinos y que después forma parte Estelares. Después de toda una vuelta exploratoria, ya por el 94, me digo que quiero volver a las canciones y así comenzó a armarse el primer disco de Estelares”.
“A los meses de disolver Peregrinos sentí que me había equivocado, me agarró una culpa tremenda, pero eso me sirvió para darme cuenta de que quería una banda y quería cuidarlo. La sociedad con Victor, de conocernos, respetarnos y admirarnos, nos permitió seguir 30 años juntos”.
“Aprendí que la única manera de trabajar es hacer mucho. Entonces hay un montón de material dando vueltas”.
“En un momento muy particular mío, había vuelto a estar borracho todo el tiempo, una etapa de mucha fragilidad, de no tener plata, inestabilidad, comer por la amabilidad de amigos, llamo a Andrés Calamaro, justo después de El Salmón, que también pasaba por una etapa muy especial, y respondió muy amablemente y le dio una mano a Estelares, lo levantó un poquitito. Nos juntamos tres veces en la casa y la última fuimos a lo de Juanchi (Baleirón) y, por suerte, él tuvo la lucidez necesaria para embocar el trabajo de los dos y que salga una canción en muy buenos términos”.
“Después de 30 años tuve la necesidad de tomar clases de canto con alguien que estuviera a la altura y ese fue Rául Cariola, coach de casi todos, pero sobre todo de Gustavo (Cerati) y él me devolvió una cosa que yo tenía perdida y que había ido a buscar: las ganas de cantar. Entonces lo que me pasa ahora es que generalmente en el universo del repertorio nuevo ando feliz porque estoy cantando canciones que todavía estoy descubriendo".
"En este momento la banda está muy afilada, siento que la banda tiene el horneado justo”.
Si te quedaste con ganas de más, el miércoles 11 de septiembre estará disponible un nuevo capítulo de Charlas Doce con la conversación completa.
Matías Vilar, ganador del par de entradas para ver a Estelares en el Gran Rex.