Lo que originalmente había sido pensado como un viaje de descanso en la semana previa al inicio formal de la campaña electoral terminó siendo una primera señal clara del rumbo que tomarán las relaciones exteriores de Alberto Fernández si, como todo parece indicar, resulta electo presidente. La visita a España y Portugal, con inusuales reuniones para un candidato de más de una hora con sus primeros ministros, sirvió para mostrar su afinidad ideológica con los socialismos europeos, una suerte de contracara de los populismos de derecha que asoman por diferentes latitudes y con los que tan buenas migas hizo Mauricio Macri. “No somos marginales en el mundo planteando locuras. Ahí tienen los resultados”, sostuvo ayer en una entrevista, resaltando los puntos en común recogidos durante los encuentros. Fernández también destacó el interés de los empresarios españoles por conocer sus planes y hasta la visita reservada de dos representantes de fondos de inversión que viajaron especialmente desde Nueva York y Londres para conversar con él.
Una cosa fue llevando a la otra y Alberto Fernández terminó cerrando una agenda de actividades casi de presidente en funciones, con contenido político y económico. Por el lado político, con los encuentros con los primeros ministros y con otros referentes del socialismo español como el canciller Josep Borrel y el ex jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Fernández comentó que al rato de reunirse con Pedro Sánchez ya conversaban como si se conocieran desde siempre. Sánchez le adelantó su respaldo para las complicadas negociaciones que se avecinan con el FMI a partir de diciembre.
Si había dudas acerca de su actitud hacia Europa por sus críticas al acuerdo de libre comercio que firmó el Mercosur, Fernández se encargó de enterrarlas. Reiteró en cada ocasión su vocación por estrechar lazos con el Viejo Continente pero siempre cuidando que no perjudique a la debilitada economía argentina. A Sánchez le reiteró su intención de utilizar a España como “la puerta de entrada” de Argentina a la UE, por obvias razones de cercanía. “Me llamo Fernández y Cristina también”, bromeó cuando habló en el Congreso.
Se dio una situación acerca de la unidad progresista y sus ingredientes internos. Sánchez se encuentra en estos días reanundando las negociaciones con el jefe de Podemos, Pablo Iglesias, para recibir su apoyo para continuar en La Moncloa. En caso de no llegar a un acuerdo, deberán convocar a nuevas elecciones. Ya una primera ronda de negociaciones fracasó por las exigencias de Podemos, que incluían varios lugares en el gabinete. Alberto Fernández expresó implícitamente su postura contraria a esas exigencias al no reunirse con Pablo Iglesias. Desde la oficina de Sánchez le habían sugerido que mejor no lo hiciera.
Uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, le preguntó en la conferencia en el Congreso acerca de la unidad alcanzada en Argentina, considerando que “algunos” en España deberían tomar nota, una referencia a Sánchez. Pero Alberto Fernández le respondió que no algunos sino “todos” en España debían tomar nota, para abarcar a Podemos. En privado, Alberto Fernández le recomendó a Monedero que cerraran rápido el acuerdo con Sánchez y no hicieran caer el gobierno porque pagarían el costo. “Va a sacar más votos el PSOE y ustedes menos, la gente se lo va a reprochar”, profetizó.
Desde España le armaron el encuentro con Antonio Costa, el padre del “milagro portugués”, que Alberto Fernández emparentó con lo hecho durante la época que fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y que busca repetir si llega a la Casa Rosada. “Es un modelo audaz en lo económico y rígido en lo fiscal. Como hicimos con Néstor, movieron el consumo y el mercado interno, manteniendo el déficit a raya”, comentó Fernández que se llevó muy buena impresión de Costa, quien le pidió también tener una relación de contacto fluído y actuar como España, como la “puerta de entrada” argentina a la UE. Alberto Fernández también elogió la alianza que armaron en Portugal, que incluye al Bloque de Izquierda, el Partido Comunista y el Verde. Pero es a nivel Parlamento y de políticas, sin que le hayan reclamado lugares en el gobierno para sostenerlo.
Es la economía
Si bien este costado político del viaje, con Fernández acercándose al socialismo europeo y lejos del “chavismo” al que permanente busca asociarlo el macrismo, fue importante, no tuvieron menos trascendencia los encuentros con los sectores empresarios y financieros, que también supuestamente miraban con horror la irrupción del Frente de Todos, pero al parecer no era tan así.
La mandamás del Banco Santander, Ana Botín, el banco privado que maneja más recursos en Argentina, le pidió una entrevista que se hizo en el mismo Parlamento. Luego envió a su segundo a la cena que se hizo en la residencia del embajador de Uruguay, Federico Bustillo, a la que también asistieron representantes del Grupo Prisa, del BBVA, de Telefónica, de Mapfre y del Grupo Hidalgo, dueños de Air Europa, es decir, los principales empresas con intereses en la Argentina. “Querían saber cómo íbamos a hacer para sacar al país de la crisis”, comentó luego Fernández que dijo haberse dedicado a despejar dudas, por ejemplo, sobre sus conversaciones con el Fondo. Les contó que con ellos charló principalmente sobre el futuro, aunque insistió que le parecía “irresponsable” la forma que el FMI le dio dólares a Macri para que se fugaran. Nadie lo retrucó. Es más, el representante del BBVA llevó datos de la salida de dólares de los últimos días. En general, contó luego el candidato a sus colaboradores, notó disgusto por lo que consideraban la “improvisación” de Macri para manejar la economía.
Según le comentó un periodista de una agencia de noticias internacional que se le acercó en un momento de la gira, uno de los empresarios que participó de la cena comentó que se había quedado muy conforme con el análisis de Alberto Fernández, especialmente porque había respondido todas las preguntas. Por otro lado, todos sin excepción confirmaron que seguirán en el país con su plan de negocios.
La espinosa cuestión del “reperfilamiento”, uno de los temas que tendrá en la agenda a su vuelta, fue abordada en las reuniones que tuvo con los representantes de los fondos de inversión con títulos argentinos. Alberto Fernández no quiere dar el ok para un proyecto de ley que todavía no se sabe de qué va, pero que la pretensión de Macri de tener las manos libres para negociar la ve inviable, especialmente después de las charlas que mantuvo en Madrid en las que el macrismo ya era tomado como una etapa superada. Para Fernández lo más lógico sería que el Gobierno empiece a negociar ahora el cambio de la deuda –para lo que no necesita una ley– y que una vez cerrada la envíe al Congreso para su aprobación. Una tarea que tendrá pendiente a partir de mañana, con la campaña electoral ya iniciada.