De ser un poco más jóvenes Axel Kicillof y María Eugenia Vidal podrían encarnar al príncipe y a la princesa en la representación de un cuento de hadas en algún teatro del off conservador. Son tópicamente “rubios”. Si la política tiene una dimensión fantasmática por la que, según las precisiones de Jorge Aleman, un votante puede llegar a votar haciéndose daño a sí mismo con tal de perjudicar a otro, voy a explotar otras zonas de esa dimensión, zapando sobre el sentido de “rubios” como idea de final feliz en pareja aunque en este caso la felicidad de una mayoría se dirimió en agosto poniendo a uno por sobre la otra (1.698.278 votos). “Rubios” será aquí una metáfora como lo era en la película del mismo nombre de Albertina Carri: en el barrio donde que militaban Roberto Carri y Ana María Caruso (sus padres) y fueron secuestrados se los evoca como rubios, para aludir a su aspecto de pertenecer a una clase social diferente, misteriosos y, por eso, vagamente extranjeros.
Proxemia peruca
El rubio Axel cultiva el abrazo “obreros y estudiantes” más de izquierda que peronista, carece del ademán prepo de cierto sector de La Cámpora que mezcla la parada de Juan Mondiola con el bananismo petitero. La sonrisa es ancha pero no con ese acento tapa de Caras que dicta la selfie en dientes de calavera. Belleza plebeya y algo retacona, no se presta aún la estilización del logo.
En cambio, en cada mueca amistosa de La rubia María Eugenia –al hablar con una vecina, caminar por un barrio inundado, recibir un bebé en brazos– se le lee un malestar que se le desliza en mala actuación . Como si el roce popular le provocara una repulsa mimada en falso consentimiento.
El hada que te caga
Pero su distancia física es también política : no sólo cierra escuelas, abandona hospitales, desfinancia neuropsiquiátricos y negocia apagones sino escurre su cuerpo de los muertos que le atañen: los dos maestros de Moreno (por el estallido de una garrafa de gas) , los cuatro jóvenes de Monte (forzados a un accidente por una persecución policial), los siete presos de Pergamino (asfixiados) , los diez de Esteban Echevarría (asfixiados y quemados )…
Hay una filmación de 2014 realizada en un tedeum cuando Cristina era presidenta y Vidal vicejefa de gobierno en la Ciudad. Cristina se ve en primer plano vestida de blanco, un blanco que subraya su protagonismo. Un poco más atrás , María Eugenia Vidal está parada en dirección a lo que se supone el altar, las manos juntas, los pies derechos. Pero su mirada se vuelve una, dos, tres veces a Cristina . No expresa curiosidad, juicio, siquiera tasación. Sino envidia, una mala onda tan asentada en el decoro burgués que no atina a desbordarse en odio. ¿Qué impuso irrefrenable le hizo a Heidy perder toda conciencia de que la estaban filmando? Sería canalla afirmar que esa es su mirada “verdadera” en la serie de muecas demagógicas dictadas por el marketing para atenuar una gestal rígida y 0 Pueblo ( expresión de Paco Jamandreu) en lugar de sospechar su sentido en la evocación de los enfrentamientos con la presidenta que entonces pasaría por su mente. Pero ¡qué miedo da! Ahora la gobernadora, recuperada de su derrota, está ya tocando timbres en las viviendas populares. Yo que vos no le abro. Tendría miedo de que me ojee.
El “beaux”pico de oro
Que viejo el slogan “Alpargatas sí, libro no”. Ahora la fuerza del poroso linaje peronista viene con libros mientras que enfrente no tiene ninguna alpargata sino calzado empresarial y balbuceo retórico. El rubio Axel Kicillof tiene pedigrée de nerd aunque sexy . Estudió en “el colegio” como lo nombran sus graduados que van desde Miguel Cané al Pepe Firmenich . Fue fundador en Económicas de la agrupación independiente TNT (Tontos pero no tanto ), de CEDA (Centro de estudio para el desarrollo Argentino) y escribió, entre otros, libros como Fundamentos de la Teoría General. Las Consecuencias económicas de Lord Keynes y De Smith a Keynes. Siete lecciones de Historia del pensamiento económico. Un análisis de textos originales, De formación sólida en debate traga, vocación de mando y pico de oro, se metió con Tetchint, con Repsol, con el Campo Propietario y llegó a ministro de economía sin obediencia y sin morigerar la voz alta y el deseo de construcción de poder. Los adjetivos de “judío” y “marxista” línea Bolsonaro que licúan en su diccionario al senador Mac Carthy con la revista Cabildo, gritados con voluntad de cristalizar al candidato en tabú, no prosperaron. Una burrada con arrojo aparecida en el blog LOVARTNOTPEOPLE y firmada por un tal Bugs Bunny desplegó sin embargo estertores de una vulgata antisemita que, como es habitual, hurgó en el origen. Los Kicillof no eligieron para su hijo un nombre latino, sino la forma danesa abreviada del bíblico “Absalón”. Ese hecho junto con el del hábito de veranear en Uruguay indicaría “un interés por todo lo que fuera extranjero”. Y he aquí la observación “incisiva” del falso conejo “De hecho su hermana Irene (la de Axel) se dedica hoy a hacer traducciones del inglés en desmedro de sus trabajos de Psicóloga”. O sea no seas traidor a la patria: no mandes a tus hijos a IKANA.
Bugs Bunny informa sobre la pertenencia de la familia Kicillof al country El Potrero de Merlo “emprendimiento de médicos psicólogos en su mayoría judíos” y otro “de los mismos emprendedores” en el Uruguay . “No entiendo la diferencia entre esa endogamia y no ser practicantes, será que no se sometían a las reglas de la religión y sólo a los mandatos sociales de sus grupo” declara.
La conclusión es tan vieja, idiota como repetida: la paranoia racista que traduce la persecución histórica a complot capitalista por sobre las patrias y otras identificaciones colectivas. ¿Será verdad ché, entonces que a Axel lo habrían hecho ganar los descendientes de los gauchos judíos?
Dos rubios, digo : ya no los metafóricos de la película de Carri sino unos “naturales” aunque oscurecidos . Ya sé, ya sé , o me jodan , no sean literales que no estoy leyendo en los cuerpo como Lombroso sino siguiendo los yeites aprendidos de la política capilar que David Viñas leía en la melenaza a lo Facundo de Memen . El triunfo de ese rubio dió por tierra ( de provincia) no sólo con los asqueantes detritus de Los protocolos de los sabios de Sion sino con el mito antigualla que homologa saber a privilegio inapropiable , feliz oratoria y destreza argumentativa a intensiones embaucadoras, para traducirlas a crédito para encarnar intereses colectivos y enderezar la justicia. Como si el votante hubiera dicho : “El que sabe, sabe, no contra mí ni en mi lugar que me fue usurpado, sino para cumplir mis deseos posibles pero nunca a mis espaldas , sí con el límite de mi propia exigencia que siempre es la de muchos”. La luz de esa melena moderada por el ascetismo activista (ni Woostock ni Sierra Maestra ) no es la del iluminismo franchute, sino la de una lumbrera encubada en escuela pública, la del foquito esperanzador de una racionalidad donde la economía no es parapolítica ni depredadora de los más vulnerables. A esa luz se la extrajo en agosto del suspenso escondido en la negrura de la urna. Sino fuera porque la jerga psicopatológica siempre sirvió para leer en clave reaccionaria la historia argentina, diría ¡al gran pueblo argentino salú (pública), (mental)…etc! O mejor, haría una paráfrasis pelotuda – a tono con el espíritu fiestero que el viernes hizo mover las tabas de la ciudad en pasitos con Sudor Marika– , de unos versos de los TNT (los originales) : “Qué suerte/qué suerte /qué suerte que en Octubre voy a verte “.