Vaya paseo le dio Argentina a Polonia, que llegaba invicto al cierre de la fase de grupos y se llevó una derrota por 91-65. Con este resultado, la Selección finalizó en la cima de la Zona I del Mundial de básquet que se juega en China y se medirá en cuartos de final, el martes desde las 8, frente a Serbia, segunda del J.
El elenco balcánico -que venía ganando sus encuentros por un promedio de 40 puntos de diferencia- perdió de manera sorpresiva ante España por 81-69 y cayó a la llave de Argentina, donde (probablemente) aparezca Estados Unidos en semifinales. La gran figura serbia Nikola Jokic fue expulsada durante el juego y quedará por verse si recibe alguna suspensión extra por parte de la FIBA.
En el duelo frente a Polonia, el goleador fue nuevamente Luis Scola quien, casi sin que nadie se diese cuenta, terminó con 21 puntos (17 de ellos en la segunda mitad), con 8/14 en dobles, 1/3 en triples y 2/2 en libres, 6 rebotes, 3 asistencias y 3 robos. Lo siguió en esa tarea Marcos Delía, con 12 (6/8 en dobles y 0/2 en libres) y 5 rebotes. Además, Facundo Campazzo se destacó con 7 puntos (2/3 en dobles y 1/4 en triples), 5 rebotes y 6 asistencias.
Claro que si el 4 y el 5 fueron los goleadores es porque Argentina hizo alarde frente a los polacos de un juego interno que todavía no había hecho su gran aparición en el torneo. La batalla en la pintura terminó en favor de la Selección por 60 puntos (70% de efectividad en dobles) a 26, aunque no tanto por el siempre indescifrable bailoteo de Scola en el poste bajo, por caso, sino porque el movimiento de balón -por momentos inmejorable- confundió a los polacos lo suficiente como para descuidar la zona pintada.
De Garino a Delía
A partir de dos proposiciones claras ejecutadas a la perfección, Argentina se fue alejando cada vez más y más en el marcador y, al entretiempo, ya ganaba por 15 puntos (42-27). Aquellos cimientos iniciales fueron, en defensa, la voraz marca de Patricio Garino sobre el escolta Mateusz Ponitka, figura de los suyos con 16,5 puntos por encuentro. Todavía no había terminado el primer cuarto, que el goleador polaco ya tenía dos faltas en su cosecha y se iba al banquillo con tres puntos, producto de un triple, materia que está muy lejos de ser su especialidad. Ponitka terminó el juego con 4 unidades (0/3 en dobles, 1/2 en triples y 1/2 en libres).
La segunda fue el aprovechamiento de la atención que se llevan Facundo Campazzo y Luis Scola por parte de las marcas rivales. Así, los primeros ocho puntos del juego tuvieron la firma del subestimado Marcos Delía, quien una y otra vez recibió los pases del base (cuando éste sacaba a pasear a su marca y arrastraba a otros defensas) y del Gran Capitán, quien desde el poste alto magnetizó miradas y liberó de marcas al pivot de Saladillo, de gran Mundial.
El renacer de Brussino
Además, Sergio Hernández aprovechó el duelo para devolverle la confianza a Nicolás Brussino, de irregular andar en los últimos encuentros. El santafesino volvió a ser titular y aprovechó el protagonismo que le otorgó el DT, terminando el primer tiempo con 10 puntos, 6 de ellos a través de volcadas.
Tercer cuarto, el fin
Tras irse al entretiempo en ventaja (42-27), la Selección sufrió en los primeros minutos del tercer cuarto la arremetida polaca, que acortó la diferencia a nueve (46-37), y se aprovechó de la versión albiceleste más deslucida del juego. Cuando todo daba a entender que se necesitaba un tiempo muerto para refrescar las ideas, Hernández optó por dejar resolver las incógnitas a los suyos. Y vaya que lo hicieron.
Con 9 puntos consecutivos de un enfurecido Garino, Argentina dio origen a lo que sería un parcial de 24-2 para desestimar cualquier posibilidad de resurrección polaca. A partir de allí, el partido se desarmó y la Selección aprovechó para ponerle fantasía -aún más- a su juego, con la clásica magia de Campazzo y Laprovíttola, algunas volcadas y las clases de poste bajo de Scola. Además, con el abultado marcador, pudieron ver acción Máximo Fjellerup (9 puntos y 6 rebotes en 13 minutos) y Lucio Redivo (4 puntos en 6 minutos).
La defensa
Como en los últimos encuentros, la Selección fue una pesadilla para sus contendientes en la media cancha, donde con una presión incesante provocó numerosos errores en el manejo del balón que derivaron en puntos de contragolpe (20 contra 8). En total, Polonia sufrió 23 pérdidas (contra 14 argentinas), con 16 robos albicelestes. Mientras que en el rubro reboteador, el equipo de Hernández volvió a mostrar seguridad (32 defensivos) y no sufrió en demasía la toma de recobres ofensivos (8 para los polacos y 5 para los argentinos).