La deforestación en la Amazonia brasileña se duplicó entre enero y agosto de este año, totalizando 6.404,4 km², frente a los 3.336,7 km² del mismo periodo de 2018 (un 91,9 por ciento más), según datos oficiales divulgados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), mientras persiste la polémica internacional sobre la preservación del mayor bosque tropical del planeta. La deforestación se mantenía en los niveles de los últimos años, pero se disparó en los últimos cuatro meses, alentado por un aumento significativo de las quemas.
Solamente en agosto, 1.700,8 km² fueron deforestados, menos que en julio (cuando se habían cuadruplicado), pero más del triple que en agosto de 2018 (526,5 km²), de acuerdo con el sistema de alertas satelitales del INPE. Según ambientalistas, la escalada se explica fundamentalmente por la irresponsabilidad de empresarios madereros, ganaderos y mineros, que se ven alentados por las políticas del presidente Jair Bolsonaro relativas a la apertura de reservas indígenas y áreas protegidas.
El aumento exponencial del territorio deforestado se disparó con la multiplicación de las quemas, que registraron 97.972 focos de incendio en todo Brasil desde enero hasta el sábado 7 de septiembre, lo que constituye un crecimiento del 53 por ciento respecto al mismo periodo de 2018.
Según expertos, en la región amazónica debería haber más focos en septiembre, porque "el pico de la deforestación se da en julio y el de los incendios en septiembre", sostuvo Ane Alencar, Directora de Ciencia del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonía (IPAM). Esto se debe a que los incendios sirven para reducir los árboles talados una vez que están secos. El ciclo se prolonga hasta el fin de la estación seca, que llega a noviembre en algunas regiones.