Jean-Luc Mélenchon busca las palabras en su castellano ancestral (el abuelo nació en España) y dice: “Siento vergüenza de no haber protestado antes y más fuerte por la persecución política a Cristina a través de la Justicia”. Y agrega: “Siempre le tuve confianza, pero no llegué a comprender la gravedad de lo que estaba pasando”.
El líder de Francia Insumisa, la agrupación de izquierda con la que obtuvo siete millones de votos en las presidenciales de 2017, el 19,58 por ciento, habló con PáginaI12 en una gira latinoamericana que incluyó México, Uruguay, la Argentina y Brasil. En Brasil visitó a Lula en el presidio de Curitiba. En la Argentina tuvo una entrevista con Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria. También fue el invitado principal de una cena de Mundo Sur, el grupo de política exterior que integran entre otros Jorge Taiana, Oscar Laborde, Ana Jaramillo, Marcelo Brignoni y Roberto Baradel. Fue justo en la sede del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, el Suteba, donde Mélenchon compartió el asado de Mundo Sur. Los presentes registraron varias preocupaciones del dirigente político francés. Una, su insistencia en que la política tiene una dimensión afectiva que solo se puede ejercer en persona. Otra, su idea de que “también en el plato está la lucha de clases”, o directamente por hambre o por alimentos tóxicos. Otra más, que su viaje latinoamericano no fue para enseñar sino para aprender.
“Parte de mi aprendizaje fue la fabulosa reacción electoral del pueblo argentino en las PASO”, le dijo Mélenchon a PáginaI12. “La unificación del peronismo y de las fuerzas progresistas es una gran lección mundial.”
Explicó que otra parte de su aprendizaje resultó de “ver con mayor detalle la intensidad de la persecución a la que someten a muchos líderes latinoamericanos”. Mélenchon se definió como “un amigo de Amado Boudou, pero igual le pido perdón, porque tendría que haber sido más enérgico en su defensa”. Y lo mismo con Cristina, “aunque le aclaro que nunca compartí la visión predominante sobre ella en la prensa francesa”.
--¿Cuál es esa visión?
--Le Monde la criticaba mucho. En política francesa el diario es de centroderecha, pero en política internacional está influenciado por el punto de vista norteamericano y es directamente de derecha. Muchos periodistas llegaron a decir que Néstor Kirchner tuvo suerte.
--¿Suerte por qué?
--Porque murió. Escribieron que entonces ella, Cristina, debe responder por la corrupción. El lawfare, como ya se le llama al uso de la Justicia y de los grandes medios, es una forma nueva de ataque que usan el imperio y las fuerzas conservadoras en todo el mundo. Mire Brasil. ¿Podemos hablar de una elección libre y un triunfo limpio, el de Jair Bolsonaro, cuando encarcelaron a Lula, el principal dirigente opositor a Michel Temer? Siempre es lo mismo. Primero viene la campaña de los grandes medios. Después el ataque directo. Las sospechas. Como si sugirieran que si hay humo es porque hay fuego. Luego fiscales ligados al poder abren la investigación.
--¿Es ilegal?
--¿Es legal aprovechar la investigación preliminar de la instrucción de una causa para interceptar tu teléfono, espiar la computadora sin que lo sepas y no comunicarte ni siquiera cuál es la imputación? Esto se completa con algo que en la Argentina ustedes conocen bien: los fiscales, mientras tanto, van filtrando tramos de las escuchas y creando un ambiente hostil. A veces son mentiras. A veces, recortes. No es solo en América Latina. En Francia también hay una ola de violencia estatal sin precedentes en las últimas décadas. En las protestas de los chalecos amarillos, 22 personas perdieron ojos. Hubo dos muertos. Sin llegar a ese extremo, la persecución me alcanzó como dirigente opositor.
--Usted deberá comparecer ante un tribunal el 19 de septiembre. ¿Por qué?
--Dicen que impedí un allanamiento. Pero la verdad es que no quería que las fuerzas de seguridad se llevaran de la sede de Francia Insumisa, en el 43 de la calle Dunkerque de París, la lista de adherentes. Son diez mil personas. Y el movimiento entero, 500 mil. Entre ellos embajadores, periodistas, jueces, militares o comisarios de policía. No tenían derecho a capturar esas listas. Yo solo quería entrar para verificar que no lo hicieran. Me acusan de haberme resistido a la autoridad policial. Quieren ensuciarme, quieren que pague multas, que pague abogados, que me odien, que termine inhabilitado. Pero este proceso no es lo único raro. En 2017, cuando salíamos de la elección presidencial, supuestamente quisieron matarme con un lanzallamas. Los servicios de inteligencia me anduvieron cerca pero nadie me alertó. ¿Es normal actuar así con un presidente de bloque? Extraño, ¿no? A Lula lo encarcelaron y lo condenaron y el juez Sergio Moro es ministro de un gobierno de ultraderecha. Igual de arbitrario es el caso de Rafael Correa. Ya tiene 25 cargos encima. Y todo empezó con la denuncia de un loco que dice que Correa lo quiso secuestrar. Peor es lo de Jorge Glass, el vicepresidente. Ni siquiera hay una incriminación. Los juicios son espectáculos. Al policía con el que discutí le dieron siete días de licencia con el argumento de que mis gritos le habrían producido un shock psicológico. Si un grito les produce eso, qué pasaría con un delincuente de verdad... Se asusta tu familia, se asusta uno, te despertás en mitad de la noche, los medios te presentan como loco y violento... En estas condiciones es muy importante la amistad de los compañeros mexicanos y argentinos. No estoy acostumbrado.
--¿A este tipo de persecución?
--Exacto. Conozco la tribuna y sé que es salir a la calle con una bandera. El resto no lo conozco. Sé que me tendieron una trampa y presumo que algo traman. Me contaron que Mauricio Macri no pudo imponer la reforma laboral ni destruir del todo la jubilación. Bien. Los empresarios franceses están primeros en la distribución de dividendos. Macron suprimió el impuesto a la fortuna y ahora Europa es el paraíso de los ricos. Y entretanto, el espectáculo de los juicios. El día que entraron a nuestra sede vi que había una cámara de un programa de televisión, Quotidien. Hace meses que en la presentación del programa aparezco gritando. Me quieren convertir en un loco.
--¿Quiénes?
-- Los fiscales son ex socialistas vendidos a Emanuel Macron. Con lo que están haciendo dan pruebas de amor al poder. La ministra de Justicia y el ministro del Interior son ex socialistas.
--Usted también fue socialista.
--Nos conocemos todos.