Fueron un par de años entre la graduación del baterista Greg Saunier del conservatorio de música de Oberlin, Ohio, y el nacimiento del combo elástico, mezcla de ruido, pop, bardo, experimentación y ética punk llamado Deerhoof. El cuarteto que completan los guitarristas John Dieterich y Ed Rodríguez y la cantante y bajista japonesa Satomi Matsuzaki lleva 23 años girando, grabando en portastudio de casete y probando estilos y cadencias tan disímiles entre un álbum y el siguiente como para convertir eso en su sello.
Desde Nueva York, Greg esclarece cómo terminaron grabando su 14º álbum, The Magic, en una oficina abandonada en el desierto de Nuevo México: “Yo tengo un micrófono, Satomi tiene uno, Ed tiene cinco, ¡pero John tiene diez! Cuando los contamos supimos que él debía ser el productor. Vive en Nuevo México, pero no le gustaba la idea de Deerhoof grabando en su cocina, así que alquiló una oficina en un edificio muy barato y trajo sus mics. ¡Fue divertido!”.
¿Cayeron ahí con canciones terminadas?
–Todos en esta banda siempre piensan que traen canciones terminadas. Hasta que los otros meten sus manos y el compositor descubre que estaba equivocado. La música clásica se convierte en hard rock, las canciones rápidas en baladas; las simples se vuelven complicadas, y viceversa. Se agregan teclados, lo que siempre es extraño porque nadie toca teclados. Pero la magia es cuando Satomi canta y cada canción se transforma completamente.
En sus álbumes parece estar siempre esa tensión entre el estilo de canto y el de toque: “Uno es una especie de calma y frío –la bossa nova es una gran influencia en el enfoque de Satomi–, y el otro es exagerado y excesivamente expresivo y fuerte”.
De las notas sobre The Magic publicadas en su Bandcamp, y con su gran versión de Pour Some Sugar On Me de Def Leppard, el amor de Deerhoof por el hair metal es risueñamente intrigante. “Cada álbum de Deerhoof comienza como un tributo al pop metal de mediados de los ‘80. Al menos en mi mente eso es lo que es, los demás no siempre están de acuerdo. Para mí, el mejor es Love At First Sting, de Scorpions, porque cada canción está escrita tan perfectamente que no hay necesidad de decoraciones. Cuando sueño con ser un músico de verdad, aspiro a esa perfección. Me dan ganas de cantarlo. Re levanta. El DVD en vivo Electric Eye, de Judas Priest, también es así. Rob Halford tiene una gran sonrisa a lo largo de todo el show y es hermoso.”
* Viernes 24 y sábado 25 en Centro de Experimentación del Teatro Colón, Tucumán 1171. A las 21.