--En tu obra hay una fuerte impronta que remite a la imagen de elementos cotidianos, repetidos obsesivamente, empezando por las vasijas y los cuencos. Y el título de la exposición es “Enseres y oropeles”.

--Siempre hay algo en mi trabajo que se refiere a lo cotidiano. Pero no es algo que yo haya trabajado premeditadamente con esa idea. Surgió lo de hacer módulos, luego secuencias... y la cosa siguió por vía de la combinatoria, para confluir en una serie de obras que lucen muy ornamentales. Y por otro lado hay toda una serie de piezas que remiten a pequeños objetos de la vida cotidiana. Cuando tenía la muestra lista, aún no aparecía un título. Primero había pensado en la palabra “prole”, por la proliferación, la reproducción y la filiación. Y me gustaba también la idea de lo proletario, por el material barato que uso, el MDF.

--Entonces Daniel García escribió un texto para tu muestra.

--El primer título de su texto fue “Formas culturales”, que me gustó para su escrito, pero no pensé que pudiera extenderse a la muestra, porque lo sentí muy “serio”. Quería un título que incluyera un poco de juego. Se me ocurrió “lares”, por la zona del fuego hogareño y al mismo tiempo por las figuras protectoras del hogar. Era un título que yo tenía guardado para algún momento. Pero tampoco. Al mismo tiempo, empecé a colgar estos objetos en la pared y entonces mi taller se pareció más a una cocina, con las sartenes y los platitos colgados. Finalmente llegó la palabra: “enseres”, que habla de las cosas de la casa y de los elementos necesarios para los oficios. Es un concepto amplio que vino muy bien.

--Al mismo tiempo, los elementos evocados por tus objetos están muy a la mano, convocan cierta intimidad.

-- Seguramente es una intimidad del mismo tipo que la que tengo en el taller con mi trabajo. Y eso quizás se traslada a la mirada que ofrezco y que devuelven los demás. Esta idea de buscar algo próximo, cercano.

-- En cuanto al uso del color, cada vez es más complejo, más compositivo.

--Antes llegaba a usar varios colores en una obra, muy planos, con algún dorado. Y luego fui hacia algo más pictórico, menos plano. Es algo que aparece de a poco. Y un gesto que me remite a cuando yo quería pintar, antes de dedicarme a hacer obras en volumen.

-- En esta muestra hay algunos dibujos pictóricos. ¿Reapareció la pintura?

-- Hago muy poca pintura. Cada tanto alguna acuarela, algún boceto pintado. En el caso específico de las obritas pictóricas que están en la muestra, surgieron como un producto de la obra en volumen. Porque cuando pinto los módulos descargo en un papel el excedente de pintura de los bordes. Y tenía unos papeles, de esos que ya están un poco viejos y casi se deshacen. Los había guardado porque me gustaban. Pero haciendo limpieza decidí tirarlos a todos. Como contrapartida, decidí también buscar unos papeles de buena calidad y darle entidad pictórica a esos excedentes de pintura, sobre estos nuevos papeles.

--Son casualidades buscadas.

--Yo quería mantener la misma impronta casual que con los papeles que había tirado. De modo que son trabajos a mitad de camino entre lo azaroso y lo buscado.

-- Para volver al costado “proletario” ¿Cuál fue el camino para elegir el mdf como material para tus objetos? ¿Y cómo apareció el uso sistemático de anillos o aros de mdf para construir los objetos?

--Mis primeros trabajos fueron hechos en cartulina; después usé cartón. En alguna de las tantas crisis del país, ya no recuerdo bien cuándo, no se conseguía buen cartón. Ahí fue que descubrí el mdf. En cuanto a la construcción con aros, eso salió de haber probado hacer piezas en cerámica. No tanto por el sistema del torno cerámico, sino por la técnica de ir haciendo choricitos amasados para luego ir armándolos. Yo había hecho pruebas pero nunca enganché con el trabajo del taller de cerámica. Así que decidí hacer una parodia del método cerámico y apareció la construcción de objetos con aros.

--Cada una de tus piezas ofrece una superficie y también un vacío, hay una trama y un revés de la forma.

--Me interesa mucho ese vacío en cada obra. Y ese vacío, en muchos casos está acentuado porque lo pinto por dentro. Ahí aparece otra obra, otra forma a la que hay que asomarse o que se revela al colocar un espejo. O que queda escondida, secreta.

--En esta muestra hay obras más grandes, un cambio de escala.

--Estoy buscando hacer obras que salgan de la intimidad y de lo privado, para dar un salto hacia lo público. Sin dejar las piezas chicas, que también me siguen interesando. Y al mismo tiempo, las obras grandes prefería hacerlas en negro, blanco y gris, porque me pareció que usar tantos colores iba a resultar empalagoso. Entonces busqué algo más seco. Como lo que hice en la vidriera del Espacio de Osde hace unos años. Hay decisiones que las tomo paso a paso. Porque todas estas obras, en algún momento fueron grises, ya que a todas hay que darles una base para emparejar la superficie y  que agarre bien el color. Y en ese proceso, algunas se quedaron así.

--¿Buscaste deliberadamente una genealogía en relación con las vanguardias geométricas europeas o rusas?

--Mi origen es pictórico, pero mis gustos en pintura eran mucho menos contemporáneos que mis gustos en escultura. Me sentía un poco desubicada. Al mismo tiempo, estuve y sigo habitada por esas imágenes que me impactaron inicialmente gracias a los libros de arte. Las primeras de estas obras, que son tan geométricas y tienen un eje tan claro, al verlas terminadas tenían relación con ciertas cosas de Malevich. Las había pintado con tres colores puros, más blanco y negro. Y después fui abriendo y multiplicando las formas y los colores. También me encantó siempre Brancusi. La realización de este tipo de obra me permite dar lugar a mi aspecto más racional, constructivo, obsesivo.

 

* En la galería Van Riel, Juncal 290, planta baja; hasta el 4 de octubre.