La tapa de Página/12 del viernes 17 de febrero fue muy comentada: sobre el rostro de un Mauricio Macri que planteaba en conferencia de prensa la sucesión de lo que llamó “errores” (el disparador era la condonación de la deuda del Correo), el título “El errorismo de Estado” estuvo en boca de todos. En rigor, el giro ya había sido usado hacía unos meses en un chiste de Rudy y Daniel Paz. Pero el concepto de “errorismo” venía de lejos, de los tiempos del No al ALCA.
Federico Zuckerfeld es uno de los integrantes del colectivo Etcétera, que surgió en los 90 con intervenciones artísticas en protestas de derechos humanos, acompañando a HIJOS en escraches a represores. Por esos años, fines de los 90, ocuparon la casa que fuera del poeta surrealista Juan Andralis en Abasto. Allí se vincularon con el movimiento de fábricas recuperadas. “La normalidad posterior a la crisis nos sorprendió, hacia 2003, 2004, surgieron contradicciones sobre vincularnos al Estado, a los piqueteros, hubo mucha confusión”, cuenta Zukerfeld a Página/12. Hasta que llegó un momento que unificó a Etcétera de vuelta: la visita de George W. Bush a Mar del Plata, a la Cumbre de las Américas, en la que Estados Unidos buscaría aprobar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Lo de Mar del Plata fue el disparador para que Etcétera se ramificara en la Internacional Errorista, que según Zuckerfeld, “agrupa a gente de varios países y distintas disciplinas. Hay filósofos, cuentistas políticos, no sólo artistas. Todos coincidimos en señalar el error como el arma de los gobiernos para encubrir actos criminales”.
De allí que el concepto del “errorismo” remitiese a quienes lo usaron por primera vez. Aunque plantean sus diferencias. “El título de Página/12 y el chiste de Daniel Paz y Rudy estuvieron muy bien, pero nosotros no consideramos errorista a Macri. El errorismo asume el error. Ser errorista implica saber que uno se ha equivocado. Así lo entendemos desde el nacimiento del movimiento, que fue por un error de tipeo en un Word. Macri, como muchos gobernantes, se escuda en el error para tapar otras cosas, pero eso no lo hace un errorista. Macri es un mentiroso”, señala un Zuckerfeld atento al control de calidad ideológica del errorismo, “un ismo que nació cuando parecía que las ideologías habían terminado”.
El 24 de marzo habrá una intervención en la marcha por el aniversario del golpe de Estado. Será una especie de desagravio, luego que Macri intentara hacerse pasar por errorista. “Será una sorpresa, mucho no podemos adelantar”, dice el militante errorista. “Queremos que se tome conciencia de esto, es algo profundo. Nosotros hacemos un elogio del error, lo defendemos por aquello de que errar es humano, es algo intrínseco al hombre. Macri encabeza un Estado, y el Estado no podemos permitir que sea errorista, porque nació para que no haya errores”.
Breve historia
“Fuimos en el tren del No al ALCA a Mar del Plata, a la cumbre de 2005. La idea era caracterizarnos como si fuéramos lo que la prensa llamaba terroristas, vestidos con material de utilería. Queríamos ser como un espejo que reflejara la realidad que querían mostrar los medios como la CNN. Así fue como armamos toda una performance”, sigue Zukerfeld. Y ahí surgió el elemento que pasó a identificarlos.
“Mientras armábamos todo, un compañero del grupo nos quiso mostrar en su computador un documento que había escrito. Cuando lo abrió, nos quedamos fascinados por el título, en vez de Teatro y Terrorismo, decía Teatro y Errorismo. No había sido un hallazgo, sino un error de tipeo. Ahí nació el concepto. Sobre todo porque Bush, en esa época, decía que habían invadido Irak por error. Que se habían equivocado con lo de las armas de destrucción masiva. Ahí vimos el uso del error como excusa para encubrir actos corruptos”, sigue el relato.
Al día siguiente que terminó la cumbre, el grupo fue a la playa, caracterizado con armas de utilería. “Teníamos la fachada de una filmación, para justificar la ropa y el material de utilería. A los cinco minutos pasó un helicóptero, nos pusimos a agitar las armas, como si fuéramos una célula guerrillera, y a los dos minutos, mientras hacíamos esa performance, pasó por encima un avión enorme. Era el Air Force One, con Bush que se iba del país. Ahí fue cuando terminamos de asimilar el concepto, porque nos podrían haber confundido con terroristas”.
Para un errorista no habría nada mejor que otro errorista.