Que el primer doctor por la Universidad Nacional de las Artes (UNA) haya desarrollado su investigación en torno al “cine villero” quizás simbolice la naturaleza inclusiva de la educación superior pública argentina. Durante años, Carlos Luis Bosch estudió la creación audiovisual en algunos de los barrios más humildes del país y en agosto pasado hizo historia al defender sus tesis “La expansión del discurso subalterno en la Industria Cinematográfica Nacional”.
Acerca de su decisión de explorar esta dimensión simbólica, Bosch explicó que “el cine villero aporta a la construcción de una sociedad más justa porque muestra cómo un sector que no hablaba ahora habla, y esa disputa por la forma en que la sociedad se representa a sí misma es un primer paso para generar una sociedad mejor”.
“Algunos films ganaron premios en festivales nacionales e internacionales, otros tuvieron una elevada audiencia en las salas de cine y también hubo un boom del cine villero en Internet. Esto sólo ya implica todo un proceso de inclusión cultural. Son películas con una mirada sobre las villas y la sociedad que es muy diferente a la hegemónica”, resaltó al Suplemento Universidad.
Este movimiento vio la luz en 2007, cuando los realizadores Julio Arrieta y Sebastián Antico estrenaron el sci-fi villero El nexo, el primer film relevado por Bosch. A esa producción inaugural, el también licenciado en Crítica de Artes por la UNA le sumó los aportes pioneros de Nidia Zarza y César González. “Fueron los grandes impulsores de este fenómeno”, afirmó.
En tiempos críticos para la Argentina, el especialista advirtió sobre la importancia de construir un imaginario social inclusivo, una tarea compleja porque “la batalla por ‘las grietas’, en el fondo, son batallas culturales por el sentido”. En esa línea, rescató una frase de Ernesto Laclau retomada por Jorge Alemán: “la sociedad es imposible”. ¿Qué significa? “La sociedad sin antagonismos no existe; pero sí es posible dar algunas luchas que generen una sociedad más justa, donde se recupere a la política como el gran articulador y al sujeto por encima de su reducción a consumidor”.
En esta línea, Bosch profundizó: “El cine villero intentó construir desde lo simbólico un lazo social que estaba roto desde lo real. Las representaciones pueden aportar para cerrar una grieta social que no pasa sólo por lo ideológico sino por algo estructural. Las nuevas representaciones son el arma que nos permitirá dar la batalla por el sentido. En estas circunstancias, no articular un discurso más amplio que incluya una mayor cantidad de demandas populares, equivale a estar desarmado”.
Sobre el rol de los intelectuales en Artes, el crítico llamó a “investigar nuevas formas de expresión y percepción que permitan proponer experiencias estéticas alternativas; proponer prácticas innovadoras para la enseñanza de las artes y analizar el funcionamiento de las instituciones que rodean al arte”. “Debemos pensar políticas culturales, proyectos de gestión cultural y todo lo que implique el desarrollo e integración de las distintas culturas, movimientos artísticos o propuestas estéticas. Hoy, por la mediatización y comercialización de la mayoría de las artes, este rol es central”, subrayó.