El gobierno alfonsinista recibió críticas internas “por izquierda” a lo largo de su gestión. Por caso, el entonces presidente de la Juventud Radical, Carlos Raimundi, encabezó el rechazo de las leyes de punto final y obediencia debida. Además, Raimundi criticó el rumbo económico adoptado luego de la eyección del ministro Bernardo Grinspun.

Otra agrupación díscola fue “El radicalismo que no baja las banderas” dirigida por Hernán Lombardi. Es recordada su participación en el Festival Mundial de la Juventud organizado por Corea del Norte en 1989. Con el tiempo, se reconvirtió en funcionario de extrema confianza de Mauricio Macri. En una reciente entrevista radial, el actual titular de RTA agregó que “no podemos perder de vista que se están debatiendo dos proyectos de futuro. El del macrismo es abierto al mundo, capaz de generar empleo de calidad para todos”.

Los datos oficiales desmienten el “relato” de Lombardi. La política económica macrista provocó un profundo deterioro sociolaboral: aumento de la desocupación y subocupación, caída de salarios reales, mayor precarización. El número de empleados registrados privados es inferior a cuatro años atrás. Uno de los pocos ítems donde hubo un tenue crecimiento fue en el caso de los monotributistas. La mayoría de ellos está muy lejos de la idílica figura cambiemita de los “emprendedores”. Por el contrario, los monotributistas engrosan las filas de los trabajadores precarizados.

Esa dinámica evoca lo acontecido en los noventa. Los kioskeros, remiseros, parripollos de entonces ahora fueron reemplazados por los “empleados” de las plataformas tecnológicas: Uber, Rappi, Glovo, Pedidos Ya.

La vulnerabilidad de ese colectivo saltó a las primeras planas cuando un repartidor de Glovo (un técnico electrónico de 63 años) fue atropellado en el Barrio de Colegiales. Cuando se comunicó con la operadora para reportar el accidente, la respuesta fue: “¿Cómo se encuentra el pedido?”. A partir de allí, el diálogo adquirió ribetes surrealistas.

Un estudio elaborado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento brinda una radiografía de los empleados de plataformas: alrededor de 160.000 trabajadores, 38 años de edad promedio, nivel educativo superior al promedio de la población, en el 61 por ciento de los casos es su principal fuente de ingresos, el 80 por ciento son hombres, más del 20 por ciento son migrantes recientes, la amplísima mayoría (más del 98 por ciento) ya tuvo empleos anteriores, la jornada laboral promedio es levemente inferior a siete horas diarias. El 30 por ciento trabaja más de nueve horas, el 55 por ciento realiza aportes previsionales por su actividad (el noventa por ciento lo hace a través del régimen de monotributo).

En ese contexto, trabajadores de Rappi, Glovo, Pedidos Ya y Uber avanzaron en la creación de un sindicato. La Asociación de Personal de Plataformas (APP) se plantea objetivos de máxima (reconocimiento del vínculo laboral) y de mínima (mejoras en las condiciones de trabajo). La situación laboral de esos trabajadores es motivo de debate en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la OIT convocó a “encauzar y administrar la tecnología a favor del trabajo decente. Debería establecerse un sistema de gobernanza internacional de las plataformas digitales de trabajo que exija a estas plataformas (y a sus clientes) que respeten determinados derechos y protecciones mínimas”. Lo cierto es que la economía de plataformas, por ahora, vino de la mano de mayor precarización laboral.

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@diegorubinzal