La información oficial luego de la autopsia sostiene que la joven falleció por un accidente cerebro vascular, pero sus familiares aseguran que los vecinos escucharon ruidos de golpes y gritos, y que Lucila Maisarez tenía un moretón en la cara y un corte en la oreja. Sospechan de su pareja.
La joven murió el lunes temprano, en una casa del humilde barrio Unión. Su pareja, Luciano Flores, dijo que se descompensó. La autopsia informó que sufrió un ACV, pero la investigación del hecho, a cargo de la fiscal penal María Luján Sodero Calvet, continúa porque hay testigos que aseguran que fue víctima de violencia.
“Hay muchas mentiras. Él (Flores) dijo que llamó a la Policía y nunca lo hizo. Cuando el médico informó que Lucila estaba fallecida se hizo para atrás y no dijo nada. El hermano estuvo encerrado en la pieza. La cuñada lo mismo”, dijo la tía, Carla Gareca.
Familiares de la joven se concentraron este miércoles frente al edificio del Centro de Investigaciones Fiscales (CIF) para expresar sus sospechas y pedir que se profundice la investigación.
La manifestación coincidió con la declaración de dos testigos. “Primero un vecino que vio cuando la pareja le estaba pegando a Lucila a las 6 de la mañana” y luego “una vecina que se levantó a las 7 y escuchó que él decía ‘mi bebé, mi bebé’. Cuando fue a ver, el hermano de Lucila, de 11 años, salía corriendo a buscarme a mí. Flores estaba afuera, en ningún momento pidió ayuda, ni dijo que mi sobrina estaba descompuesta”, contó Gareca a Salta 12.
La madre de la joven, Silvana Gareca, expresó que no está conforme con los resultados de la autopsia: "Lucila siempre fue una chica sana. No sufría dolores de cabeza constantes ni nada como para que le agarre un ACV”, aseguró.
También relató que su hija “le dijo a una amiga que él una vez llegó drogado y le pegó (…). Después me dijo a mí que él le quiso pegar, que ella llamó a la Policía y se lo llevaron. No le hizo una denuncia. Eso sucedió en Finca Independencia, donde estaban viviendo, después se vinieron a vivir conmigo en el barrio Unión".
Carla Gareca por su parte se preguntó sobre las causas que provocaron el supuesto ACV que a su vez desembocó en la muerte de su sobrina. Contó que los forenses les dijeron que Lucila había nacido “con un aneurisma que se puede despertar después de los 18 a 25 años. Ayer hablamos con otro médico, nos dijo que si ella nació con el aneurisma pero nunca tuvo síntomas, ni dolor de cabeza o vómito, eso estaba dormido y podía seguir toda su vida así, sin que le afectara. Pudo haber pasado que la golpearon, le reventaron el aneurisma y eso le provocó el ACV”.
“Estaba bien”
La madre contó que no estaba en la casa cuando falleció la joven porque trabaja todo el día. “Esa noche tenía que cuidar a un abuelo. No estuve en el momento en que pasó eso, pero había estado con ella todo el día. Estaba bien, no tenía ninguna descompensación como dice la pareja que estuvo con vómito, eso es mentira”, expuso.
Los familiares aseguraron que la vecina que dio su testimonio es quien llamó a la Policía y a la ambulancia. Esta mujer les contó que se acercó a ver qué pasaba y al entrar a la casa vio a la joven ya muerta “tendida sobre un acolchado, donde la acostaron y la taparon”. En el inmueble se encontraban Flores, su hermano y la cuñada, “que estaban prófugos por haber golpeado a un hombre en Finca Independencia”, acotó Carla Gareca.
Flores permanece detenido a raíz de esta causa previa que tenía por “lesiones y amenazas”.
Carla Gareca explicó que llegó al lugar porque su sobrino menor fue a avisarle que Lucila estaba desmayada. El niño se despertó y Flores lo envió a buscar a una abuela que vive en un barrio alejado. A Carla le llama la atención que no lo hubiera enviado a avisarle a ella que vive a la vuelta. Por eso pide que el nene declare en cámara Gesell, porque creen “que está shockeado”.
La familia entiende que la fiscal del caso, María Luján Sodero Calvet, también tiene sospechas y por eso no les entregó el cuerpo a las 24 horas, como les había informado antes. “Por una parte es un alivio si ella quiere seguir investigando”, sostuvo la tía.
Lucila tenía dos hijos, un varón de tres años y una niña de seis meses. Quedaron con la abuela materna. La mujer trabaja como empleada doméstica y al cuidado de personas. Es el único sostén del hogar, y tiene también otros hijos. Con lo sucedido la familia no pudo volver a entrar a la casa en la que estaban viviendo, porque la Policía la mantiene perimetrada. En esa propiedad se encontraban como cuidadores y ya debían devolverla.
La familia necesita ayuda económica y una vivienda. Por ahora tuvieron que ir al hogar de la madre de Silvina. Advierten que no han sido asistidos por el Ministerio de Gobierno, Derechos Humanos y Justicia o el Polo Integral de Las Mujeres.