Desgarra escucharla cantar “Balada para mi muerte”. Sus vaivenes. Los cambios de tónica. El péndulo entre relato y canto. Muy bien. Una versión intrépida, sustentada además por un plafón sonoro que huele a Miles Davis, pero pasado por el tamiz de esta Buenos Aires tanguera: Escalandrum. Así pasa con varias de las piezas en que Elena Roger ofrendó su voz al servicio de las estelas de Astor Piazzolla. Con “Chiquilín de Bachín”. Con la bellísima “Bicicleta Blanca”. Con la imponente “Los pájaros perdidos”… pero ella vuelve sobre la balada que Pantaleón y Horacio Ferrer compusieron cuando funcionaban en tándem. “Es un tema que me llega al alma”, asegura, lacónica pero contundente. Luego va al trasfondo: “La poesía es tremenda y pude conectar rápidamente. Cuando la grabamos en ION, se llenó de emoción la sala. Con la banda hacía un año que tocábamos ese repertorio y siempre tuvimos una muy buena conexión”, evoca, en trance de memoria corta.

No hay razones para sospechar que tal emocionalidad y conexión no primen en el único concierto que ella y ellos tienen previsto en Buenos Aires. Será este viernes en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) y la idea base, claro, es exponer las bondades de 3001-Proyecto Piazzolla, disco que contiene las piezas nombradas –entre otras—y que les valió una nominación al Gardel de Oro. “Estuvimos de gira mucho tiempo presentando el disco, y cada show, cada viaje fueron una experiencia maravillosa. Pero ahora hace rato que no nos presentamos en vivo, así que hay muchísimas ganas de tocar y parece que también de escucharnos, porque la venta de entradas está muy bien. Vamos a tocar temas de 3001 y, como siempre, habrá alguna sorpresa. Será un concierto con mucha onda al aire libre, anticipando la llegada de la primavera”, prevé Roger, acerca de la nueva juntada con sus sostenes musicales: el pianista Nicolás Guerschberg; el contrabajista Mariano Sívori, los saxofonistas Gustavo Musso y Damián Fogiel, el clarinetista Martín Pantyrer y el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla.

Escalandrum, o sea. Y a ellos se refiere ella ahora: “Desde que nos encontramos por primera vez tuvimos una química increíble. Nos enganchamos de inmediato y así se mantiene hasta el día de hoy. Compartimos muchas horas de ensayos, grabaciones, shows y siempre es un placer compartir con ellos la música. Trabajamos de manera muy profesional, siempre acompañados de humor y felicidad”. Puestas en función del disco, esas palabras mutan en una musicalidad, en una emocionalidad que la también actriz conecta “con algo muy profundo de nuestras raíces”. Y con el futuro, claro, dado un nombre que va pegado a aquel “Preludio para el 3001” que concibieron Piazzolla-Ferrer, sobre un año que ninguno de los que están leyendo esta nota conocerá. Sí, tal vez, su posible sonido. De un imaginado “Chiquilín de Bachín” del siglo XXX. “Es muy fuerte escucharlo, y darse cuenta que es un tema muy actual, por desgracia”, vuelve la Roger al presente.

-¿Cuál es tu mirada esencial sobre Astor?

-De chica, mi papá escuchaba tangos tradicionales y a veces, muy de vez en cuando, se colaba algo de Piazzolla. El elogiaba esa música y a mí me pegaba mucho internamente. Al bailarla también me pasaba eso.

Fue bastante después de esas escenas familiares cuando la actriz tuvo finalmente la oportunidad de atraer las locuras del marplatense hacia su voz. Estaba actuando el musical Evita en Broadway cuando le dio por ver y escuchar a Escalandrum en el legendario Birdland Jazz Club de Nueva York. La secuencia fue en 2012 y, charla va, charla viene, en 2014 ella y ellos empezaron a trabajar el disco. En 2017 lo publicaron, y ahora van por el segundo. “Estamos a punto de entrar a grabar otro disco con Escalandrum, pero no podemos adelantar mucho… lo estaremos haciendo en algunos meses”, informa Roger, que antes del segundo trabajo con Pipi Piazzolla y sus secuaces, espera el estreno del film Lejos en Pekín, dirigido por Maximiliano González.

-Otra arista de tu presente es que fuiste mamá hace poco. ¿Cómo estás atravesando esa maternidad?

-Haciendo malabares para poder cumplir como madre y seguir elaborando proyectos. Disfrutando la edad de los chicos, que es preciosa y llena de líos.

-En “Nadie nos mira”, la película que compartiste con Guillermo Pfening en 2017, también hacés de madre de un bebé. ¿Cuánto se parecen ficción y realidad, en este sentido?

-(risas) En algunas cosas, pero nada que ver como persona.

-A propósito ¿es la mejor película que actuaste, o te gusta más Wakolda?

 

-Me gusta mucho Wakolda, pero no me atrevería a definir si es la mejor que actué… no me evalúo así. Más bien, diría que disfruté de todas las películas que hice. Después me es difícil mirarlas objetivamente y no juzgarme en cada minuto por lo cual me cuesta disfrutarme.