Son días agitados en la city financiera pero también en la city política, si se puede emplear una analogía con lo que sería el mundillo donde se cocina el poder. En este círculo se buscan desesperadas respuestas que alivien la carga de la realidad al gobierno y se la impongan, un poco forzadamente, a cualquier otro, y si es opositor/a tanto mejor. No importa que quienes estén siendo lxs impensadxs destinatarixs de estas culpas no dispongan de los resortes institucionales, ni tengan el mandato y la responsabilidad política de un funcionario público; lo que importa es que quienes deben hacerse cargo eludan nuevamente su responsabilidad. Y lo más llamativo es que quien es punta de lanza de esta estrategia es el mismo Presidente.
Frases como "el kirchnerismo tiene que hacer una autocrítica", luego de que el oficialismo perdiera las elecciones primarias por 15 puntos, y cuando más de 2/3 de la población no lxs acompañó con el voto, son al menos cuestionables. Ya que es probable que el kirchnerismo deba hacer una autocritica de su gobierno, pero ahora parece más urgente que la gestión actual la haga.
Sin embargo, lejos de reflexionar acerca de ello, fue más fácil echar culpas al electorado, que según el gobierno eligió mal y pagó: pagó las consecuencias de contradecir al mercado con su voluntad popular. Pero lo más raro de esta línea discursiva es que si esto resultara así, y el problema fuera sólo el miedo del mercado hacia el kirchnerismo, hay algunos datos que no cierran.
El lunes posterior a las elecciones, el riesgo país trepó hasta los 1500 puntos básicos, uno de los registros históricos más altos. En su conferencia de prensa, Mauricio Macri no dudó en echarle la culpa al fantasma de la vuelta del populismo, dando a entender que los mercados prevén una hecatombe de tal magnitud si efectivamente el peronismo vuelve al poder que la simple posibilidad de que eso suceda ya desata una crisis. Este argumento podría ser creíble si no fuera por un pequeño detalle: el kirchnerismo ya fue gobierno durante 12 años.
Y cuando Macri asumió su presidencia, ese gobierno le había dejado un riesgo país de 480 puntos. Para ser más exactos, hace 10 años que el riesgo país no estaba tan alto como está actualmente. Sí, 10 años. Es decir, desde el 2009, en plena crisis financiera internacional, caída de gigantes bancarios globales y desplome de bolsas y sus activos financieros en todo el mundo.
Pero la tormenta internacional pasó, y para el 2010 al menos en la Argentina, lo peor de ese cimbronazo se había calmado. Lo cual implica que todo el denostado segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, la etapa que lxs funcionarixs actuales identifican como la profundización del populismo, transitó con un riesgo país más bajo que el que actualmente tenemos después de todas las reformas que Macri impulsó con el “visto bueno de los mercados”. Entonces, el argumento se vuelve más difícil de sostener.
En la profesión de las finanzas tenemos el método de valuación con análisis de escenarios, un método bastante simple en su aspecto conceptual que, simplificando, nos dice que para prever el valor de un activo al día de hoy deberíamos imaginar distintos escenarios posibles (asignándoles una probabilidad) donde este activo asuma distintos valores. Por lo tanto, para obtener su valor solo hace falta multiplicar el valor que tiene en cada escenario por su probabilidad de ocurrencia.
En esa clave, el argumento del gobierno de que el riesgo país es culpa de la posibilidad (aun no cierta) de la vuelta del kirchnerismo, no parece ajustarse estrictamente a esa regla, que es la regla de los mercados financieros que ellxs dicen interpretar. Esto despierta un interrogante: ¿cómo se entiende que la mera posibilidad de un futuro gobierno kirchnerista genere variables económicas mucho más negativas que las que se tuvieron cuando efectivamente estábamos gobernados por esa fuerza política?
* Licenciado en Finanzas, UADE.