Si hubo un año que fue recordado en los últimos meses, ese es el 2001. Uno de los economistas que más analizó aquel fatídico año, y toda su gesta, fue Julián Zícari, quien publicó Camino al colapso. Como llegamos los argentinos al 2001 (Ed. Continente), donde repasa las condiciones sociopolíticas y económicas que llevaron al derrumbe del país. Zícari, quien es además historiador, psicólogo y doctor en Ciencias Sociales, analizó para Cash las similitudes y diferencias del momento actual con aquel año, comenzando por señalar que no ve un desenlace similar de la crisis actual a la de aquel año, pues “lo mas dañino a nivel cualitativo ya está dado, ahora se van a ir acomodando las variables hacia abajo, pues aguardan dos o tres trimestres mas de caída económica, pero no se tendría que desestabilizar mas la situación, porque ya tienen un dólar competitivo, un superávit comercial cada vez mas amplio, con capitales volátiles que ya se fueron, y con el cepo y el default, la posibilidad de un nuevo evento está más lejano, pues ya se ve un plan de contingencia para contener y reducir daños, al punto que algunos dicen que Lacunza es el Remes Lenicov (el ministro de Economía de Eduardo Duhalde que llevó adelante la devaluación) de Alberto Fernández, porque ya se está percibiendo un escenario similar al de 2002, con esto de sentarse sobre las reservas, un virtual congelamiento de tarifas y créditos UVA, y mas negociación con el FMI.
¿Porque la economía argentina llegó a esta crisis?
- Un respuesta rápida es que no se aprendió suficiente del 2001, con un programa y una alianza muy similar a la de Cambiemos. Se suele decir que los pueblos que no aprenden su historia están condenados a repetirla y se cayó nuevamente en un programa neoliberal, incluso con cuadros similares como Sturzenegger, Bullrich, Lopérfido, Lombardi, Aguad, Morales, Larreta, Dujovne. Además con una política de ajuste y flexibilización laboral, apertura económica, destrucción del mercado interno y desindustrialización. Aún más con la misma secuencia histórica, donde en una primera etapa se realiza un ajuste gradualista sustentado en el endeudamiento, que llegado a un punto implica un corte en el financiamiento. En esa instancia se recurre al FMI y sus políticas de déficit cero. Para finalmente hacer un meganje, que en 2018 es el canje de Lebac por Leliq, hasta quedar pendientes en ambos casos solo del FMI para pagar la deuda o financiar la fuga de capitales, en un clima de agonía.
Parecen crisis calcadas. ¿Que diferencias encontró?
- A nivel económico el sistema bancario esta mas sólido. Si bien la población está muy castigada, está en mejores condiciones gracias a la jubilación universal y la AUH. De hecho, en lo estrictamente económico, la actual crisis es mas parecida a la de 1989 que a la de 2001, porque toda le estrategia final de Alfonsín es un armado económico para que no explote, bajo la idea de que si bien Menem saldría primero, el entonces sistema de Colegio Electoral les permitiría retener la presidencia, gracias a las alianzas que habían sellado con la Ucedé y partidos del interior. Entonces aplican altas tasas de interés y queman reservas para llegar, muy parecido a la actualidad, con un total descuido de los estándares distributivos, industriales y sociales. Por eso, Alfonsín, en su última etapa con Sourrille, aplicó un programa totalmente neoliberal, con el que hoy muchos funcionarios del gobierno estarían de acuerdo. En 2001 en cambio ni siquiera tuvieron tiempo de armar un programa así; si bien es cierto que querían llegar a junio de 2002, bajo la idea de que entraba lo que denominaron “convertibilidad ampliada”, que incluía el euro, y sería una salida ordenada de la convertibilidad, aunque hubiera salido mucho peor porque ninguna de las variables proyectadas se hubiese cumplido.
¿Como juega el hecho de que, a diferencia de 2001, tanto en 1989 como en la actualidad exista una opción supuestamente populista?
- En 2001 el campo popular estaba totalmente desarmado, había quedado desterrado de la memoria histórica porque el peronismo había estado colonizado por el neoliberalismo, y parecía que el peronismo en su faceta clásica no volvía más. Entonces en 2001, sin el temor al peronismo, la derecha no se veía obligada a sostener el gobierno de Fernando de la Rúa, porque si en ese año preguntábamos quien era Kirchner o donde había un candidato proclive a la distribución del ingreso, nadie tenía idea. Esa es parte de la razón por la que De la Rúa no tuvo como en el caso de Macri un respaldo del 30 por ciento de la población, como también lo tuvo Angeloz, con su lápiz rojo y su discurso neoliberal, frente al Menem que proponía el clásico proyecto populista peronista.
Ese fue el comportamiento de las fuerzas de derecha
- La derecha liberal conservadora antiperonista demuestra que puede inmolarse políticamente con tal de ir contra el peronismo, algo que pareciera similar a la actualidad. Creo que por eso los medios tampoco cuidaron a De la Rúa, más allá de que no creo que tengan ese super poder que se les asigna, pero lo cierto es que de construir a un De la Rúa como un prócer republicano europeo y moderado, luego le sueltan la mano de forma muy marcada y lo transforman en un inútil decadente, generando una fuerte irritación social contra su gobierno. Esto se ve que no lo hicieron con Macri, por lo menos hasta las PASO, ya que estos medios comparten el programa macrista, reciben una fuerte pauta publicitaria, y además tienen un odio visceral al kirchnerismo.
¿Que medidas urgentes debería tomar el próximo gobierno?
- Por un lado, una recomposición de ingresos y programas de emergencia social, que no serán hiperinflacionarios porque las aceleraciones inflacionarias actuales van a licuar el déficit fiscal que quede remanente. Esto se combinaría además con nuevas retenciones, con lo que los recursos extraordinarios ayudarán a financiar estas transferencias, lo cual se potenciaría con la posibilidad de una tercer medida, que consistirá en posponer el pago de deuda. Ello, junto con ciertas restricciones a la importación, van a reactivar el mercado interno, que es también una forma de generar riqueza, y, como dice Alberto Fernández, para pagar la deuda se necesita primero crecer.
¿Estas prepando un libro acerca de la historia de las crisis económicas argentinas?
- Sí. Todas tuvieron el mismo desencadenante que es la restricción externa o la falta de divisas. Durante la época del modelo agroexportador, en 1866, cayó el precio de la lana y la Sociedad Rural se creó de hecho como respuesta frente a esa crisis, a la que le sobrevinieron las de 1873 y 1890 por suba de de tasa de interés en Londres y la caída de los precios internacionales. Las de 1913 y 1930 están ligadas también a cambios de condiciones externas, y en todos los casos el 80 por ciento de la recaudación era por aduana, con lo que el Estado no recaudaba y se profundizaba crisis. En la época de la industrialización, esta estructura productiva desequilibrada, el stop and go, y la falta de divisas para sostener un proceso de industrialización, venían no tanto por el ciclo internacional sino del desarrollo industrial, debido a la necesidad de insumos y bienes de capital. En la época neoliberal o de la valorización financiera, está totalmente ligada a sector financiero, como la suba de las tasas, por ejemplo durante el efecto Tequila, o bien al sobreendeudamiento y la fuga de capitales. Entonces la restricción está dada por una economía muy abierta, y cualquier cambio en el mercado mundial o en las políticas internacionales pegan de lleno en la Argentina. A eso se agrega una dinámica que complejiza el cuadro, porque como la población sabe que las anteriores crisis fueron por carencias de dólares, toma un comportamiento precautorio demandándolos para protegerse frente a devaluación, con lo que se dolariza y profundiza la crisis. Este comportamiento es muy propio ya de la clase alta y media. La primera, porque demuestra su miedo e incapacidad para gobernar el país, o bien porque el peronismo les da miedo, y en los sectores medios, porque tienden a imitar a las clases altas, con lo que desde los setenta se multiplicaron, sofisticaron y popularizaron distintos mecanismos de fuga y dolarización, con lo que la propia población se convierte en un epicentro central de la demanda de dólares, lo que solo complejiza el cuadro. Hasta no cambiar estas practicas culturales, va a ser muy difícil evitar la vulnerabilidad argentina.