Pese a que la tormenta desatada la semana pasada por Elisa Carrió parece haberse calmado, dentro de Cambiemos circula una corriente de malestar hacia la líder de la Coalición Cívica. En la mesa chica del Presidente, Mauricio Macri, sumaron a la larga lista de conflictos la catarata de críticas que les lanzó por la modificación del aumento a los jubilados. Macri y Carrió tuvieron esa noche una conversación telefónica pero la relación sufre ya un severo desgaste producto también de otras situaciones como las denuncias que realizó contra el ministro Juan José Aranguren y varios de sus funcionarios, a fines del año pasado. A eso hay que sumarle los dardos que la diputada lanza recurrentemente contra el titular de Boca Juniors, Daniel Angelici (amigo y operador judicial de Macri) y el presidente de la Corte suprema, Ricardo Lorenzetti.
En las puertas del año electoral, la diputada Elisa Carrió elevó al máximo la tensión interna en Cambiemos. La sesión de la Cámara baja en la que la chaqueña puso el grito en el cielo y disparó contra “los CEOs” por el ajuste jubilatorio provocó que la mesa chica del oficialismo saliera personalmente a contestarle. El jefe de Gabinete, Marcos Peña y el coordinador económico, Mario Quintana, dos hombres de extrema confianza de Macri, cruzaron a la chaqueña. “Creo que su opinión fue en un momento en que no estaba toda la información sobre la mesa. Sobrereaccionó en base a una malversación de información porque se dijo que Cambiamos por decreto una resolución de ley”, retrucó en aquel momento Quintana. No era para menos. Lilita había disparado directamente contra él y en la misma jugada había elogiado a Macri por rectificar la decisión de bajar el porcentaje de aumento a los jubilados. “Para un rico 20 pesos no es nada. Para un jubilado es mucho. Gracias señor Presidente por rectificar la medida”, dijo Carrió en su cuenta de Twitter. La frase tenía destinatario directo y no hizo falta que lo mencionara a Quintana con nombre y apellido ya que todavía flotaban en el aire sus palabras minimizando el impacto de la medida: “Ya hay más de 900 mil jubilados que corrigieron su haber en más de 2500 pesos. No nos pueden correr por corregir un error matemático de 20 pesos de impacto”, había afirmado el ex CEO de Farmacity. Carrió también había lanzado otra frase que le cayó de lleno a Quintana: “Es fácil ser CEO (...) el Estado es mucho más complejo que una empresa privada, donde se presta atención a la rentabilidad”, sostuvo en el recinto de Diputados.
Carrió dinamitó así parte de la buena relación que mantenía con la mesa chica del Gobierno, después de ser vapuleada por dirigentes de la UCR –con los que nunca se llevó bien– por no salir a tiempo a cuestionar el acuerdo del Correo Argentino. Molestó sobremanera en la Casa Rosada que la diputada tratara de “torpes” e “ineficientes” a los funcionarios y que prometiera a los jubilados “dar la pelea” como si estuviera parada en la oposición. Esa postura también fastidia a los radicales, que ven cómo la Coalición Cívica se diferencia ante los “errores” oficiales y ellos terminan tragando saliva para defender las iniciativas más polémica.
Con el año electoral en curso, preocupa en la Casa Rosada que la actitud de Carrió se parece a la que tuvo cuando en noviembre de 2014 se fue del Frente Amplio UNEN tildando de “mediocres” y “traidores” a Fernando “Pino” Solanas y Ernesto Sanz, con quien nunca tuvo una buena relación. En el Gobierno repasan también que en agosto de 2010 Carrió había roto el Acuerdo Cívico y Social que integraba con los radicales y los socialistas. Y en marzo de 2007 se desafilió del ARI, el partido que ella fundó.
Cuando son consultados, Macri y sus hombres más cercanos destacan siempre la entrega y la valentía de Carrió con las denuncias contra el kirchnerismo. Pero si no se les consulta, prefieren no nombrar a la diputada. Sobre estos últimos exabruptos de la chaqueña salieron a decir que en realidad fue una “sobreactuación” que les sirvió para sacar la modificación a la ley de ART. Sin embargo, cada vez más ministros en el Gabinete no ocultan su hartazgo por el dedo acusador de la legisladora. En el oficialismo revelan que el año pasado la AFIP la intimó a Carrió por inconsistencias en sus declaraciones juradas. La notificación del ente recaudador no se filtró todavía pero en el entorno de la diputada no negaron que lo tomaron como un “carpetazo” del Gobierno en devolución por una denuncia puntual contra Aranguren y los funcionarios del ministerio de Energía José Luis Sureda, Pablo Popik y Luis Barile. La chaqueña los denunció por “negociaciones incompatibles con la función pública”, lo que había comenzado a fisurar la alianza oficialista ya en noviembre del año pasado. Según fuentes del ministerio de Ambiente, aquella denuncia está vinculada con las licitaciones y contrataciones de gas, en las que una íntima amiga de Carrió tiene un particular interés. Se trata de Lili Miedvietzky, heredera de la empresa Amarilla Gas, que era de Herman Miedvietzky. La compañía opera con 17 plantas en siete provincias y el objetivo ahora sería que se convierta en el concesionario de las redes de distribución del Gasoducto del Nordeste Argentino, en plena ejecución. Hasta el año pasado, la empresa de la amiga de Carrió había quedado al margen de esas obras.