Los sindicatos de transporte público de París realizaron un paro en oposición a la reforma jubilatoria que quiere imponer el presidente francés Emmanuel Macron. De esta forma, la capital francesa quedó casi paralizada por las medidas que fuerza que tuvieron alto acatamiento en los sistemas de subte, colectivos y trenes. Las filas de autos en los ingresos llegaron a casi 200 kilómetros, en lo que fue la jornada de lucha más grande de los últimos 12 años. Otros sindicatos se movilizarán la próxima semana.
Esta huelga es la primera gran movilización contra el plan de Macron de implementar un sistema de pensiones "universal". Los trabajadores del metro de París, así como los empleados de otras profesiones que desempeñan labores consideradas difíciles o peligrosas, perderían así los beneficios asociados a sus regímenes especiales, que actualmente les permite jubilarse antes que los demás franceses.
La edad media de jubilación para los trabajadores de transporte público en 2017 era de 55 años, frente a los 63 años de la mayoría de los trabajadores franceses, informó la entidad que gestiona los transportes públicos en la capital francesa, la RATP. "No es una huelga de privilegiados, es una huelga de empleados que dicen `queremos jubilarnos a una edad razonable y en condiciones razonables´", dijo a la radio FranceInfo el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, uno de los principales sindicatos de Francia.
La reforma del sistema de pensiones es una promesa de campaña de Macron, quien se comprometió a eliminar los 43 distintos regímenes especiales y a crear un sistema "universal" mediante el uso de puntos, en el que "1 euro aportado otorga los mismos derechos". Frente a este proyecto potencialmente explosivo, el gobierno quiere hacer frente a la situación con calma. Desde este mes y hasta finales de año se abre una ronda de consultas ciudadanas, en paralelo a las conversaciones con los sindicatos y la patronal, para discutir temas como la edad de la jubilación, la duración de las cotizaciones y la transición entre el actual y el próximo sistema de pensiones, según el primer ministro francés, Édouard Philippe.
Diez de las 16 líneas de subte de París estuvieron cerradas y las demás saturadas, los colectivos funcionaron con baja frecuencia y hubo enormes atascos en los ingresos. La huelga afectó también a los trenes de cercanías que utilizan cada día miles de personas que viven o trabajan en los suburbios de París. Las líneas que llevan al aeropuerto Charles de Gaulle, a 20 km de la capital, funcionaron únicamente en las horas pico, por lo que los viajeros tuvieron que buscar otras opciones para ir a tomar sus aviones.
Para evitar el caos, muchos parisinos optaron por trabajar desde sus casas. Aquellos que no tenían más opción que desplazarse, intentaron usar las bicicletas y monopatines eléctricos. Las aplicaciones de taxis fueron muy solicitadas, lo que hizo subir drásticamente los precios.