En el calzado se perdieron 4 mil puestos de trabajo desde principios del año pasado, denunció la Federación Argentina de la Industria del Calzado y Afines (Faica). En Córdoba, el 70 por ciento de los trabajadores del sector se encuentra bajo un esquema de suspensiones, similar a lo que sucede en Santa Fe. Ese escenario se explica por la caída del consumo ante la reducción del salario real, el aumento de costos y el mayor ingreso de productores importados, un combo que afecta prácticamente a toda la manufactura. En lo poco que va del año, el Gobierno complicó aún más la situación. En un mes y medio, las importaciones de calzado crecieron un 62 por ciento frente al mismo período de 2016, con gran preponderancia del calzado deportivo que las grandes marcas traen desde Brasil. Encima, el programa de Precios Transparentes desalentó el consumo a través del Ahora 12, que representaba en salvavidas para la indumentaria y el calzado.
Los textiles lanzaron el lunes pasado una fuerte advertencia nacional a partir de la declaración de la emergencia del sector en Luján. Ayer fue el turno del calzado. “El año pasado cayó un 11 por ciento la actividad industrial del calzado y se perdieron 4 mil puestos de trabajo. En este contexto pedimos al Gobierno un plan de competitividad con incentivos fiscales. La Secretaría de Industria parece tener buena voluntad, pero con eso no alcanza”, manifestó Alberto Sellaro, presidente de la Federación.
En el sector del calzado hay unas 2500 empresas, de las cuales el 85 por ciento son pymes de entre 10 y 20 empleados. El sector creció durante el kirchnerismo en base al incremento del consumo junto a la administración del comercio. Se produjeron 36 millones de pares en 2001 que llegaron a 125 millones de pares en 2015. El año pasado ese número se ubicó en 111 millones. Casi la totalidad de la producción local se dirige al mercado interno. El año pasado se exportaron 2 millones de pares de alto valor agregado, a un promedio de 80 a 90 dólares cada uno.
El primer problema para el sector es la baja del consumo, del 6,1 por ciento el año pasado frente a 2015 según los datos de la CAME, a partir de la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores. En ese contexto de retracción, la importación de calzado subió de 21 millones de pares a 27 millones entre 2015 y 2016, lo que equivale a un 28,6 por ciento.
Este año, el Gobierno se comprometió a establecer un cupo de importados de 24 millones de pares, pero las cosas arrancaron mal: en enero y lo que va de febrero ingresaron más de 3,3 millones de pares, lo que representa un aumento interanual del 62 por ciento. “Es un mal comienzo. Si la tendencia sigue, las cosas se van a poner muy complicadas”, alertó Sellaro. La última experiencia no es buena: el Ministerio de Producción ya se había comprometido el año pasado al ingreso de 24 millones de pares importados pero incumplió su palabra con la importación de 27 millones.
“A esta altura del año estamos con un nivel de producción que es un 40 por ciento más bajo que en 2015. Las marcas redujeron mucho sus pedidos a las empresas locales, especialmente las tres marcas más grandes de calzado deportivo, que están reemplazando compras nacionales por los productos provenientes de Brasil”, agregó Sellaro. La industria brasileña del calzado es un jugador global. El año pasado el país vecino exportó 126 millones de pares. El segundo destino de las ventas externas fue el mercado argentino, con un incremento de la facturación del 65 por ciento. “Este Gobierno no nos escuchó para establecer un cupo con Brasil”, dijo Sellaro. También advirtió que el programa de Precios Transparentes complicó aún más el consumo de calzado porque desalentó las compras a través del plan Ahora 12.
La actividad del sector depende en buena medida de dos variables: el poder adquisitivo del salario y de la administración del comercio. En relación al primer punto, los empresarios del calzado presentan un discurso contradictorio. Sellaro criticó el nivel de salarios que se paga en la Argentina, al igual que Damián Valerio, secretario de la Cámara del Calzado de Santa Fe, quien además pidió la rebaja de las contribuciones patronales para estimular la producción. También se mostraron a favor del intento del Gobierno de poner un techo a las paritarias, aunque dudaron de que pueda lograrlo frente a la presión de los gremios.