Una hora cronometrada era el tiempo que disponíamos para la entrevista. Las 2 horas autorizadas por la justicia serían compartidas por PáginaI12 y el diario francés Le Monde. Por indicación de los abogados de Lula debíamos presentarnos en la Superintendencia de la Policía de Curitiba a las 8 de la mañana. Puntuales, allí estuvimos. Fuimos recibidos por Ricardo Stuckert, un talentoso fotógrafo, que se transformó en su sombra desde antes de que asumiera la presidencia.
Stuckert retrató la profunda transformación que impulsó el tornero en su nación, desde entonces nunca se separaron. Cada fotografía es un testimonio del Brasil que se puso de pie, del que puso a los postergados en el centro de las políticas públicas del gobierno. ¿Será por ello que esta detenido y se le impide que recorra el Brasil despertando la conciencia de su pueblo?
Luego de estrictos controles pudimos ingresar al lugar de detención del dirigente político más popular y emblemático del Brasil. La ansiedad crecía y la espera se hacía eterna. Repentinamente se desplegó un biombo, aparecieron policías encapuchados, y allí irrumpió el ex presidente. El impactó fue sumamente movilizante y difícil de procesar. La emoción se apoderó de todos nosotros. Con su habitual carisma y magnetismo, camino hacia nosotros, nos saludó y nos abrazamos.
La historia estaba frente a nosotros. Una historia de lucha, de superación y de un presente de manifiesta injusticia. Cuesta comprender la degradación del Brasil, de su democracia, la manipulación que permitió el surgimiento del autoritarismo a través de las urnas. Como sentenció Antonio Gramsci; "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos."