Un grupo de astrónomos internacionales hallaron siete exoplanetas del tamaño de la Tierra que podrían albergar vida extraterreste. Ubicados a 40 años luz de nuestro mundo, los siete planetas giran alrededor del Trappist-1, una pequeña estrella fría casi diez veces más chica que el Sol. “En la búsqueda de vida en otros lugares, este sistema probablemente sea nuestra mejor apuesta a partir de ahora”, explicó Brice-Olivier Demory, profesor de la Universidad de Berna y uno de los miembros del equipo de investigación.
En su sede de Washington, la Nasa comunicó oficialmente ayer el descubrimiento de siete exoplanetas rocosos con potencial para tener agua. Horas antes del anuncio, con un enigmático mensaje en el que promocionaban “excitantes noticias por fuera del Sistema Solar”, la agencia espacial norteamericana había alimentado la expectativa. Y no se quedaron cortos: se trata de la aparición de un nuevo sistema, similar al Solar, compuesto por una estrella pequeña –denominada Trappist-1– y siete mundos, de un tamaño similar a la Tierra, que orbitan a su alrededor.
“Es un sistema planetario alucinante, no solo porque haya tantos sino porque su tamaño es sorprendentemente similar al de la Tierra” aseguró en conferencia de prensa Michaël Gillon, investigador de la Universidad de Lieja y autor principal del estudio que se publicó en la revista Nature. A su lado se encontraba Thomas Zurbuchen, investigador de la NASA, quien sugirió la posibilidad de encontrar vida extraterrestre: “Este descubrimiento podría ser una importante pieza en el rompecabezas para encontrar ambientes habitables, lugares en los que es posible la vida. La pregunta de si estamos solos en el universo se resolverá en las próximas décadas”.
El astrólogo Amaury Triaud, miembro del equipo de investigación, también se mostró entusiasmado por el posible alcance del nuevo descubrimiento. “Creo que hemos dado un paso crucial para encontrar si hay vida ahí fuera”, indicó en la conferencia de prensa y agregó que “se podrá saber si en estos planetas la vida logró prosperar y si se liberaron gases similares a los que tenemos en la Tierra”.
De los siete planetas, bautizados con las primeras siete letras del abecedario, sin contabilizar la “a”, el más cercano al Trappist-1 tarda un día en completar una órbita y el más alejado, doce. Pero la cercanía entre el astro y los exoplanetas “B,”C” y “D” generaría, según los científicos internacionales, climas templados con potencial para albergar océanos ya que no hace tanto calor como para que se evapore el agua, ni tanto frío como para que las moléculas de hidrógeno y oxígeno se solidifiquen. Ahora bien, además del agua, otro pre-requisito para que exista vida es la temperatura que pueden alcanzar estos planetas. Y ese cálculo es imposible de realizar sin estudios atmosféricos, lo que supone el próximo paso en esta investigación espacial.
“Sin atmósfera, en la Tierra la temperatura rondaría los 18 grados bajo cero, pero con atmósfera se sitúa en alrededor de los 15, lo que hace una gran diferencia para la vida. Sin embargo, determinamos que las temperaturas de estos planetas son similares a la de Venus o más frías. Y esto entusiasma porque quiere decir que los siete planetas tienen posibilidades de tener agua líquida en la superficie. Lo más importante es que son los únicos planetas extra solares de los cuales tendremos la posibilidad de caracterizar sus atmósferas, y buscar oxígeno u ozono”, aseguró el astrólogo Demory. La cercanía con la Tierra, ubicada a “tan sólo” cuarenta años luz del nuevo sistema, representa una ventaja para analizar sus atmósferas y para la búsqueda de combinaciones químicas que indiquen una eventual actividad biológica.
Este nuevo descubrimiento astrológico sucedió por un cambio en el campo de estudio espacial. “Fue una buena idea estudiar alrededor de las estrellas más pequeñas de nuestra galaxia y cercanas a nosotros”, aseguró Gillon, autor principal del estudio, y agregó que “esto fue algo que nadie hizo antes: la mayoría de los astrónomos se habían concentrado hasta ahora en estrellas como nuestro Sol”.
El investigador belga y su equipo comenzaron a rastrear la estrella Trappist-1, con una masa que no alcanza el 10 por ciento que la del Sol y una luminosidad del 0,05 por ciento en relación a nuestra estrella doméstica, en 2010. Cinco años después, a través de un pequeño telescopio del Observatorio Europeo Espacial, localizaron tres exoplanetas que giraban en su órbita. Pero para completar su análisis fue necesario el equipamiento de la Nasa, que permitió observar al sistema de planetas y su estrella desde el propio espacio. “Utilizar el telescopio espacial Spitzer de la NASA nos permitió generar períodos de observación durante las 24 horas, lo cual fue crucial para descubrir que había siete exoplanetas”, explicó otro de los coautores de la investigación, Emmanuel Jehin.
La denominación de exoplaneta se explica porque orbitan alrededor de una estrella diferente al Sol. En este caso, los siete mundos se configuran bajo el Trappist-1, por fuera del sistema Solar. El primer planeta hallado sucedió en 1992 y luego de este descubrimiento, la Nasa contabilizó 3.499 exoplanetas confirmados. El más cercano a la Tierra es Próxima Bb, un planeta ubicado a 4 años luz de nuestro mundo.