Florencia Romero, capitana de Racing, mira la imagen con detenimiento. Recorre cada una de las caras de aquellas jugadoras. La foto es de unas campeonas, las de La Academia de 1978, un dream team que quedó en el olvido, como parte de las historias del fútbol femenino del pasado, invisibilizado en el recorrido del deporte más popular del planeta.
Pero acá están, retratadas en aquel tiempo y frente a Florencia, en vivo y en directo, 41 años después. Florencia, la capitana actual, sigue avanzando con la mirada, una por una. "No lo puedo creer -dice, se indigna-, cuántas historias que no conocemos. ¿Y vos cuál sos de todas estas?", le pregunta a Betty García.
Betty es la que posa con la cinta, como Florencia ahora. Racing organizó este encuentro, antes del inicio del primer torneo semi profesional: tres jugadoras actuales se reunieron con cuatro de aquellas campeonas. Están Florencia, Milagros Menéndez y Natalie Juncos. Las últimas dos llegaron al club como refuerzos de lujo: ambas integran la Selección argentina. Se juntaron con Betty, Norma Saralegui, Beatriz Porcel y María de los Ángeles Fernández, que eran la 2, la 7, la 6 y la 5 de un equipo que durante una década fue imbatible.
La Academia, aquella Academia, se armó después del Mundial de México 1971, a la vuelta de la experiencia que incluyó un triunfo por 4 a 1 contra Inglaterra. Y tenía a varias mundialistas: además de Betty estaban la arquera Marta Soler y Virginia Cattaneo.
La experiencia, la mezcla con la juventud de algunas, y el buen juego generaba que nadie quisiera enfrentar al equipo que dirigía Jorge Valverde, por entonces utilero y masajista de la Primera división de varones del club.
"Las rivales nos decían de todo, se enojaban porque ganábamos siempre -cuenta Norma Saralegui-. Nos cargaban, decían que éramos momias, dinosaurios. Claro, nosotras éramos más grandes", recuerda y se ríe.
Aquellos partidos no eran en campeonatos organizados por la AFA, que recién incluiría al fútbol femenino en 1991. Norma cuenta que jugaban a veces en canchas de tierras y que en ocasiones armaban los arcos con lo que hubiera a mano. La mayoría jugaba en zapatillas, salvo las que habían estado en el Mundial: allá la organización les había regalado botines.
"A mí me ponen contenta todos estos reconocimientos pero también me da bronca que lleguen ahora, cuando muchas de nuestras compañeras ya no están", dice Betty.
Menéndez, delantera y autora de uno de los goles de Argentina contra Escocia, en la remontada histórica del último Mundial de Francia que terminó 3 a 3, opina: "Todas tuvimos que soportar que nos dijeran que el fútbol no era para nosotras". Esas agresiones, aquellas frases como "machona", "varonera", "Raulito" y tantas otras, cruzan a estas generaciones de futbolistas.
El compromiso y la convicción por rescatar la historia también: "Atrás de cada una de nosotras hay historias que desconocemos. Y la historia de una es la de todas. Las más jóvenes tenemos la responsabilidad de que se sepa que el fútbol femenino no nació ahora", dice Romero.
Betty, Norma, Bea y Marita les narran hazañas. Por ejemplo, un torneo que jugaron en Excursionistas en 1978 y que duró un mes. Los partidos eran los fines de semana. Bea recuerda que enfrentaron a Yupanqui, Excursionistas y Minué. Que se entrenaban en la cancha auxiliar del cilindro y que la final se la ganaron a San Fernando, por penales. "Los festejos fueron inolvidables", acota Norma.
Enseguida sale el tema del futuro del fútbol femenino. Beatriz y María de los Ángeles hacen su aporte: tienen una escuelita de fútbol para niñas en El Palomar. Les enseñan los trucos que aprendieron en La Academia.
La capitana Romero les comenta sobre la profesionalización y las luchas que tienen que seguir dando pese al tiempo qué pasó: "No todas vamos a tener contratos y además lo que empezaremos a cobrar no nos alcanza para vivir. No podemos dejar nuestros trabajos, así que muchas chicas hacen triple turno: entrenan, trabajan y estudian. Tenemos que seguir peleando para conquistar derechos", dice, con la imagen de las ídolos en sus manos.
Hay historias en común que siguen vigentes. Marita y Bea cuentan que venían a entrenar desde lejos, que viajaban mucho, que era un esfuerzo enorme. Florencia les responde que tiene compañeras que llegan desde Morón, después de viajar horas en transporte público.
En esta ronda hay siete mujeres que tuvieron otra coincidencia: todas, acá, en este círculo que formaron en la cancha del predio Tita Matiussi, no quisieron muñecas cuando eran chicas. Ese era el regalo que recibían. hubieran dado todo por una pelota.
La Academia de campeonas fue un equipo que protagonizó una década. A principios de los ’80 la muerte de Virginia Cattaneo, que tenía 33 años, entristeció al grupo entero. No pudieron seguir, no encontraron cómo.
Betty García la recuerda como una gran futbolista y una amiga entrañable. Les habla de ella a las jugadoras actuales. Y les dice que cuenten con las Pioneras para lo que necesiten. Florencia se ríe, la carga: "Ahora queremos que nos vengan a ver, necesitamos que nos alienten en este torneo".
El pacto queda firmado. La Academia reconstruye su historia, las pibas de Racing empiezan a saber de dónde vienen: hay fútbol del bueno, ahora que sí las ven.