Antonio Di Benedetto abre su incomparable novela Zama con una inquietante dedicatoria: "A las víctimas de la espera".

Gabriel García Márquez en El coronel no tiene quien le escriba nos relata la historia de un combatiente político cuya existencia se torna cada vez más miserable en la espera del reconocimiento a sus luchas.

La novela El extranjero de Albert Camus, va cobrando dramatismo en la medida que avanza sobre las desventuras de Mersualt, que sabe que su único destino es ser ejecutado por un verdugo.

Franz Kafka, en su libro El proceso, nos muestra como el absurdo y la incertidumbre conjugados potencia la angustia.

Alfredo Moffatt, por su parte, nos ilustra como en la medida que los proyectos vitales son erosionados por la exclusión social emerge la desesperación. Ese no esperarse, no poder avizorar un futuro diferente al miserable presente es una forma explícita de violencia del sistema capitalista que todo lo cosifica y lo degrada, también mercantiliza la vida y la muerte.

Gran parte de la población de sociedad que puebla la región Argentina más allá de su origen geográfico padece cada día la incertidumbre que genera la crisis. Los discursos oficiales y demagógicos apelan a la paciencia, a la espera.

Proclamar un futuro de grandeza en medio de una catástrofe social planificada es algo más que un sarcasmo. Las únicas sendas dignas de recorrer son las de las luchas colectivas, autónomas y solidarias. La resistencia activa en las calles.

 

Carlos A. Solero