Desde Vinci, Italia
Para muchos, Leonardo da Vinci es sólo un gran pintor, conocido por “La Gioconda”, admirada en el Museo del Louvre de París, o por “La última cena”, el fresco que se conserva en el Santuario de Santa María de las Gracias de Milán. Pero en realidad, este personaje, nacido el 15 de abril de 1452 en Vinci (localidad de la entonces República de Florencia) de una relación casual entre un hombre de familia noble y una campesina de 15 años, fue mucho más que eso.
A 500 años de su muerte, que se está celebrando no sólo en Italia sino en numerosos países de Europa con exposiciones de todo tipo, las obras, pinturas, diseños, apuntes y proyectos de Leonardo como arquitecto, ingeniero, hidráulico, botánico, anatomista, inventor y científico, además de pintor y escultor, han resurgido con fuerza dando una vez más la certeza de que Leonardo fue un verdadero genio.
Dado que nunca fue legalmente reconocido por su padre, Ser Piero Fruosino di Antonio da Vinci, Leonardo no pudo llevar su apellido pero sí el nombre de su ciudad natal, Vinci, como se usaba en esa época para reconocer de dónde venía una persona.
Una idea de su genialidad la da precisamente su ciudad natal, localidad distante unos 25km de Florencia, donde en el Museo Leonardiano, el Castillo de los Condes Guidi y la Palazzina Uzielli, se han reproducido las grandes invenciones del genial maestro toscano y sus pinturas.
Leonardo diseñó una serie de maquinarias increíbles, algunas de guerra, como un carro armado con varios cañones en la base que teóricamente podían disparar en todas las direcciones, un cañón de vapor, una especie de submarino. Pero también una nave con doble uso de molinos de viento, algunos dentro del agua que con sus alas actuaban como remos, y otros en la proa, para aprovechar la velocidad del viento. Asimismo diseñó una suerte de helicóptero conocido también como “tornillo aéreo”, las alas de un avión – lo que hoy podría ser llamado Alas Delta - el paracaídas, todas cosas posibles para él que era un apasionado del vuelo de los pájaros y del aire al que consideraba un fluído. Varias de estas maquetas están en el museo Leonardiano de Vinci.
No todos estos proyectos, sin embargo, contenidos en los apuntes que Leonardo escribía cada día sobre sus ideas y cómo mejorarlas y que todavía se conservan en Museos del mundo - como el Código Atlántico de 1490 -, fueron realizados realmente. Pero allí se encuentran informaciones precisas para concretarlos, dibujos, croquis. Por ejemplo, estando en Venecia diseñó una escafandra para las inmersiones marítimas que cuenta con una máscara y tubos reforzados por anillos metálicos para resistir a las presión del agua. También diseñó una máquina excavadora, otra para comprimir las aceitunas y hacer aceite, algunas textiles y otras para medir la velocidad del viento y la inclinación de los objetos.
Muchos de estos proyectos su fueran puestos en práctica hoy tal como él los pensó, tal vez no serían viables, por algunos defectos de diseño. Pero de todas maneras él se lleva la gloria de ser el primero en haberlos imaginado y hasta diseñado en pleno Renacimiento italiano.
Respecto a las pinturas – se calcula que hizo unos 20 entre cuadros y frescos- no todas han llegado hasta nuestros días, porque, especialmente los frescos, por la técnica usada no sobrevivían al paso del tiempo. Las que más se recuerdan seguramente son “La Gioconda” de 1503-06, también conocida como “Mona Lisa” (Señora Lisa), que se encuentra en Francia, “La ültima cena” en Milán y la “Mujer con el armelino” en Polonia. En Vinci, la Palazzina Uzielli presentó las reproducciones de todas las obras pictóricas de Leonardo, de manera que el visitante pudiera tener una idea general sobre la obra del creador, cosa imposible de otra manera dado que sus cuadros están repartidos por todo el mundo.
A unos tres kilómeros de Vinci, en Anchiano, un pueblito de pocas casas pero rodeado de la magnífica campiña toscana con colinas de colores variados según los cultivos, se encuentra la casa natal de Leonardo, una construcción de piedra de un sólo piso, muy simple, donde se supone que el artista nació de la campesina Caterina di Meo Lippi. Su padre, Ser Piero Fruosino di Antonio da Vinci, que nunca lo reconoció como hijo legítimo, era un escribano de la República de Florencia, entonces gobernada nada menos que por los Medici, una de las familias más poderosas de la península desde el siglo XV al XVIII. Pero Leonardo fue acogido por su abuelo paterno quien descubrió las muchas capacidades de su nieto y lo ayudó en su carrera, haciéndolo trabajar de joven en el taller de un gran pintor florentino de la época, Andrea del Verrocchio. Al morir su abuelo y después su tío, Leonardo descubrió que éste último le había dejado toda su herencia.
La casa de Vinci, en tanto museo, preparó para los visitantes un video donde se ve al pintor personificado por un actor pero con todas sus características - desde el cabello gris y larguísimo a sus ropas largas y amplias – que explica el por qué hizo o tomó ciertas decisiones en cuanto a sus obras y proyectos. El actor habla en italiano – cosa que en época de Leonardo no se hablaba en la península donde predominaban los dialectos locales, y el latín – , pero hace la historia igualmente creíble y simpática.
Leonardo además fue un viajero. Vivió en Florencia, en Venecia, en Mantua, en Roma, en Milán, trabajando para nobles y poderosos. Cuando tenía 64 años, se trasladó a vivir en Aubison, en Francia (a unos 225km de París) donde el rey de Francia Francisco I le ofreció trabajo y un castillo como casa. Allí murió el 2 de mayo de 1519. En su tumba en Aubison, el pasado 2 de mayo, los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Italia, Sergio Mattarella, se reunieron para rendir homenaje a este increíble personaje de la historia.