Desde este lunes y hasta el próximo 17 de octubre, la plataforma Octubre TV tendrá un nuevo ciclo temático luego del de “Películas dirigidas por mujeres” y “Lo más destacado de FICSUR 2019”, en el que se vieron los títulos y eventos más importantes de la última edición del Festival de Cine de los Países del Sur del Mundo, realizado en la provincia de Tierra del Fuego en marzo. En esta ocasión se trata del “Ciclo Internacional de Cine Político. América Latina y Europa”, que durante un mes agrupará más de veinte producciones provenientes de toda la región (en especial de la Argentina, principal aportante a la programación) y un puñado del Viejo Continente, sobre todo de Italia y España, para su visionado libre y gratuito -detalle nada menor en tiempos de bolsillos devaluados- en el sitio Octubretv.com. Allí mismo el público podrá votar por su favorita. “Es muy valiosa la interacción con el público que responde con entusiasmo a estas propuestas. Tenemos cientos de contenidos, pero los ciclos especiales focalizan en temas específicos y el público lo agradece y participa”, afirma Paula de Luque, directora general de Octubre TV y del FICSUR.

“El objetivo del sitio es difundir cine de manera gratuita en todo el país. Uno puede encontrar retrospectivas, cine nacional y extranjero, series, programas especiales, entrevistas y videodanza. Es un ámbito con espacio para las miradas emergentes, una pantalla con lugar para todas las miradas”, dice de Luque. En esa búsqueda de amplitud se encuadra una programación con películas que ofrecen una amplia variedad de temas y estilos. Entre los primeros pican en punta la violencia de género y estatal, las problemáticas ambientales, demográficas y sociales, y las secuelas todavía visibles de las dictaduras militares latinoamericanas de los ’70. “Los ejes principales son la diversidad y la calidad artística”, afirma la realizadora de Juan y Eva, y explica: “Lo político está presente en todos y cada uno de los temas que cruzan estas películas. Es un modo también de reflexionar acerca de cuán importante es la política en nuestras vidas. Detrás de los problemas ambientales, de la violencia de género, de las cuestiones demográficas, de las democracias y las dictaduras, hay decisiones políticas. El cine es una herramienta fundamental para la divulgación de estos temas universales”.

El cine nacional aportará 15 títulos al ciclo. Uno de ellos es Madres, en el que la directora Josefina Cordera toma como punto de partida una investigación etnográfica del Instituto de Antropología de Córdoba (Conicet-UNC) sobre la lucha y los reclamos de Justicia y reparación de un grupo de mujeres cuyos hijos –en su mayoría jóvenes y de clases populares– fueron víctimas de “gatillo fácil” por parte de la policía provincial. La violencia institucional también ocupa el centro del relato de Ni un pibe menos. El documental de Antonio Manco analiza lo ocurrido en el barrio Zavaleta (un asentamiento ubicado entre Nueva Pompeya y Barracas) el 7 de septiembre de 2013, cuando dos bandas narco se disputaban una casa para instalar su base de operaciones y las fuerzas de seguridad liberaron la zona, dando pie a una balacera de tres horas que dejó herido de muerte a un chico de nueve años que se ocultaba debajo de la mesa de su casa.

Más público fue el caso de Santiago Maldonado, el artesano desaparecido el 1º de agosto de 2017 durante un operativo de gendarmería en la comunidad mapuche Pu Lof y encontrado ahogado en octubre de ese año. La crónica de los hechos, lo que se sabe y lo que no, los puntos oscuros de la investigación y el reclamo de los familiares son algunos de los temas en los que indaga Tristán Bauer (Iluminados por el fuego, Che, un hombre nuevo) en El camino de Santiago. Desaparición y muerte de Santiago Maldonado. El credo, por su parte, transcurre íntegramente en la ciudad de Mar del Plata pero está muy lejos de la placidez de unas vacaciones. Lo que muestra el documental de Alan Sasiain es, primero, cómo se abre paso una organización neonazi en una comunidad signada por la desocupación y la precarización juvenil, para luego abocarse a la resistencia contra el racismo, la xenofobia y la discriminación del común de los marplatenses. Otro que se abrió paso, en este caso en el terreno de la dramaturgia social y política de los años 70, fue Eduardo Pavlovsky, cuya vida y obra es abordada mediante numerosos testimonios de figuras teatrales en Eduardo Pavlovsky, resistir, cholo, de Miguel Mirra.

Más atrás en el tiempo, más precisamente hasta 1949, se va la realizadora Alejandra Marino para Las muchachas, donde pone la cámara al servicio de la historia de un grupo de mujeres que recorrieron el país y formaron el Partido Peronista Femenino, todo en medio del magnetismo generado por la figura de Eva Perón. Y si se habla de historia argentina, imposible soslayar la década de 1970. En Pasco, avanzar más allá de la muerte, se recuperan los sucesos vividos en un barrio de Temperley durante la noche del 21 de marzo de 1975, cuando la Triple A dio una muestra de lo que ocurriría en la última dictadura militar fusilando a sangre fría a ocho militantes sociales de la zona. De fusilamientos sabe Mariana Arruti, quien en 2003 dirigió Trelew, la fuga que fue masacre. El nombre de esa ciudad patagónica asociado al término “fuga” remite invariablemente al asesinato de 16 miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda luego del intento de escape del penal de Rawson ocurrido el 22 de agosto de 1972, secuencia que aquí la directora narra con proverbial timing narrativo.

Arruti es hija de un dirigente sindical de peso en el sur del conurbano bonaerense, un hombre que murió en un supuesto accidente ferroviario cuando ella apenas caminaba. El silencio familiar alrededor del hecho y varias inconsistencias en la versión oficial de los hechos motorizan la reconstrucción de esa figura por parte de su hija. El resultado es El padre, uno de los documentales nacionales más demoledores de los últimos años. Otra que reconstruye una ausencia es Florencia Ocre en Nada culmina en la víspera. Como Arruti, la directora descubre que sabe mucho menos sobre su abuelo que el resto de la familia. Ese abuelo se llamaba Miguel Gazzera y fue una figura fundamental del sindicalismo argentino, uno de los propulsores de las 62 Organizaciones Peronistas y confidente y consejero de Juan Domingo Perón durante sus años de exilio. Por otro lado, Emiliano Serra y Andrea Bello dirigen Operación Cóndor, que indaga en el esquema multinacional ejecutado por las dictaduras de América del Sur en los ’70 mediante materiales de archivo inéditos y testimonios de sobrevivientes de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. 

La guardería, de Virginia Croatto, viaja hasta 1978, con los Montoneros reagrupándose para volver a entrar al país. El problema era que sus hijos difícilmente hubieran podido convertirse en objetivos de las Fuerzas Armadas, razón por la cual se creó La guardería, una casa en La Habana donde vivieron al cuidado de otros militantes. Más de treinta años después, esos chicos vuelven a la Argentina siendo adultos. Grietas, de Miguel Mato, también habla de reencuentros. La diferencia es que quienes se reencuentran con el pasado aquí no son víctimas directas de la dictadura sino testigos de diferentes delitos de lesa humanidad o simples personas de a pie vinculadas lejanamente a algún desparecido que callaron durante años pero ahora están dispuestos a contar sus verdades ante la Justicia.

 

Tampoco callan los humoristas que protagonizan Stand up villero. La idea del realizador Jorge Croce es buenísima: pensar cómo funciona el humor en los estratos sociales más bajos, un ámbito alejado del ideario que suelen proponer quienes practican el stand up. Para eso Croce cuenta con los testimonios de varios hombres que noche tras noche suben a los escenarios para decir sus monólogos centrados en las vivencias del barrio. Malena Noguer y Martín Ferrari también piensan modelos alternativos al hegemónico, en este caso en materia educativa. La película de la dupla se llama La educación en movimiento y retrata varios modelos educativos opuestos al tradicional, todos creados –o al menos desarrollados- en los últimos 20 años. Frente a la cámara desfilan, entre otros, miembros de comunidades indígenas de Colombia y Brasil, alumnos de bachilleratos populares porteños y dirigentes de una Escuela de mujeres de Quito.
La pata extranjera del “Ciclo Internacional de Cine Político. América Latina y Europa” está integrada por tres películas provenientes de Brasil (Edad del agua, de Orlando Senna; Nuestra tierra, de Samuel Moreira; y La tortuga y el tapir, de Eliza Capai), dos españolas (Donde el bosque se espesa, de Miguel Ángel Calvo Buttini y Laila Ripoll; Boye, de Sebastián Arabia), una boliviana (En tierra de nadie, de Ariel Soto), una italiana (El enemigo de la plaza, de Marzia De Luca y Darío Salvetti) y una chilena (Violeta se fue a los cielos, de Andrés Wood).