El dólar cotiza en valor música en Bebop Club. Entre el martes y el sábado, el reducto jazzero de Moreno 364 propondrá una programación a la que es posible colgarle el hoy tan oneroso cartelito de “internacional”. A la grilla artística habitual, en la que esta semana se destacan el trompetista Gillespi con su banda (miércoles a las 23.15) y el dúo Lolamora Tango (sábado a las 21), se suman el guitarrista Scott Henderson y el pianista Cyrus Chestnut. Dos presencias que para muchos significan un rito ineludible.
Al frente del trío que se completa con el baterista Alan Hertz y Romain Labaye en bajo, Henderson actuará martes, miércoles y jueves a las 21. Chestnut, por su parte, alternará con dos formaciones. El viernes a las 21 y el sábado a las 23.15 estará al frente de un quinteto integrado por el mismo Mariano Loiácono entrompeta, Sebastián Loiácono en saxo tenor, Jerónimo Carmona en contrabajo y Sebastián Mamet en batería. El viernes a las 23.15 y el sábado a las 21, el pianista norteamericano tocará en dúo con el Loiácono de la trompeta, más la cantante Julia Moscardini como invitada. Cruces de este tipo entre músicos extranjeros y valores locales suelen dar altos resultados artísticos.
Henderson, uno de los héroes de la guitarra moderna, regresa a Buenos Aires con un nuevo disco bajo el brazo. People Mover se llama el trabajo que se lanzó en julio pasado. Una serie de composiciones nuevas con las que, una vez más, el guitarrista hace del eclecticismo un estilo. Grabado en trío, People Mover da cuenta de la reconocida solvencia de Henderson como instrumentista, pero además confirma la madurez del compositor y su capacidad para el manejo sutil del arte del power trío, formación con la que grabó sus mejores discos de esta última época.
Clase 1954, a Henderson le tocó crecer en el apogeo del jazz-rock con Mahavishnu Orchestra y Weather Report, por lo que la fusión está en su naturaleza. Desde sus comienzos, su música se elaboró en los cruces entre el jazz, el funky, el blues y el rock, interpretando de distintas maneras la herencia de Jimmy Page, Ritchie Blackmore, Jimi Hendrix, Jeff Beck y el gran blusero Albert King, entre otros. La Electric Band de Chick Corea, el violinista Jean Luc Ponty, Zawinul Syndicate, y la ya legendaria Tribal Tech con el bajista Gary Willis, marcan el periplo de un guitarrista que, sin dejar de evolucionar, representa un clásico de su época.
Cyrus Chestnut es uno de los grandes estilistas del jazz. Marcado a fuego por el Gospel y la música clásica, el pianista nacido en Baltimore en 1963 ha sabido delinear un estilo personal en el que sobresale una técnica formidable, mesurada por el buen gusto de quien es capaz de jugar con el silencio a su favor. Muy requerido como sideman de artistas importantes, Chestnut desarrolló una interesante carrera personal. Los cantantes Jon Hendricks, Kevin Mahogany, Jimmy Scott, Joe Williams, Isaac Hayes y Betty Carter, los trompetistas Freddie Hubbard y Dizzy Gillespie, la violinista Regina Carter y el saxofonista Benny Golson, además de la soprano lírica Kathleen Battle y varios de los Marsalis, son algunos de los nombres que certifican la presencia de Chestnut entre lo más selecto del jazz.
Su discografía personal incluye una docena de trabajos
en estudio. Entre los más recientes están Natural
Essence (2015) en trío con Buster Williams en contrabajo y Lenny White en
batería, con quienes grabó además There’s
a Sweet, Sweet Spirit (2017). En su
disco más reciente, Kaleidoscope
(2018), Chestnut apela al transitado recurso de arreglar para el formato jazz
obras del repertorio académico. Sin embargo logra un resultado notable, poniendo
páginas de Debussy, Ravel, Mozart y Satie bajo una nueva perspectiva
direccionada a partir de su feroz instinto para la improvisación.