El incendio de un gran extensión de hectáreas en la Amazonia bajo la mirada distraída del gobierno de Brasil y las reacciones de diversas autoridades europeas, han vuelto a poner en escena el debate sobre un acuerdo de integración económica y comercial inter regional entre el Mercosur y la Unión Europea.
Por el lado del Mercosur, solo se han hecho públicas resistencias a la firma y concreción del acuerdo por parte de la actual oposición política argentina, próxima a ser gobierno. No obstante, autoridades de la actual administración de Brasil han pronunciado en reiteradas oportunidades su intención inquebrantable de entrar al acuerdo, incluso si eso implica romper con el Mercosur. Para que esto suceda se debe incorpora al acuerdo la posibilidad de entrada vigencia de manera bilateral, a medida que los países lo van ratificando en sus parlamentos. Existe un antecedente reciente de este proceder en el acuerdo de la UE con los países del caribe (Caricom). Así, sería factible un escenario en el que Uruguay y Paraguay se incorporen a esta modalidad y junto con Brasil comiencen a hacer regir el acuerdo provisionalmente, dejando a Argentina aislada.
En la actualidad, los flujos comerciales entre el Mercosur y la Unión Europea son superavitarios para los países sudamericanos en las actividades económicas extractivas de bajo contenido tecnológico, tales como granos, soja, carne, cuero y productos crudos de la minería. Por el otro lado, los flujos son deficitarios para el Mercosur en las industrias de media y alta tecnología, tales como los sectores de maquinaria y de transporte. Esto muestra una marcada asimetría entre los bloques en cuanto a sus relaciones comerciales existentes.
Respecto del posible impacto en la economía argentina y del Mercosur del acuerdo, la desgravación arancelaria pautada no parecería tener grandes beneficios para el Mercosur, ya que más del 80 por ciento de los flujos de exportación hacia la UE actuales ya poseen aranceles a la importación del 0 por ciento o menores al 5 por ciento, mientras que alrededor del 80 por ciento de las exportaciones de la UE hacia el Mercosur afrontan aranceles a la importación superiores al 10 por ciento. A su vez, las cuotas de los contingentes arancelarios otorgados por la UE a los productos agrícolas, en la mayoría de los casos representan una cantidad de toneladas menor que la que actualmente se exporta a la UE, por ejemplo, la cuota de 99.000 toneladas de carne significa un 65 por ciento de las toneladas totales que se exportaron en 2017.
Particularmente para Argentina, el acuerdo incorpora un capítulo destinado a eliminar o limitar la utilización de derechos a las exportaciones (conocidos como retenciones) para más de 100 posiciones arancelarias, en los envíos hacia la Unión Europea. El impacto de esta reglamentación es doble, por un lado, se reducen las capacidades que este instrumento de política tiene de separar la evolución de los precios del mercado interno de los precios internacionales de exportación, y por el otro se reducen los ingresos fiscales que el estado argentino obtiene por su cobro, monto que asciende a los 140 millones de dólares, aproximadamente. A esta caída en la recaudación debe sumarse la que se experimentará a causa de la considerable reducción de los aranceles a las importaciones provenientes de la UE, que podrá significar una baja de los ingresos fiscales del orden de los 1400 millones de dólares.
El texto del acuerdo también aborda la temática de las barreras no arancelarias a las importaciones, donde reserva el derecho de las partes de establecer nuevas medidas tal como lo consideren necesario, según el nivel de protección a la salud y a la seguridad que cada bloque desee otorgar a su población consumidora y a los niveles aceptados de protección medioambiental y regulaciones laborales, según los estándares internacionales. En efecto, las recientes tensiones entre Brasil y Francia en torno al tratamiento del gobierno brasileño de los múltiples incendios en las amazonas y su incumplimiento de pactos internacionales dejan en evidencia la posibilidad real de utilización de estas cláusulas como barreras a las importaciones provenientes del Mercosur.
El escenario hasta aquí descripto da por tierra con la posibilidad de aumentar considerablemente las exportaciones de origen agrícola hacia la UE. Realidad que se debe contraponer con el inevitable aumento de las importaciones desde la UE, que harán uso de las reducciones arancelarias otorgadas para desplazar a los productores nacionales y del Mercosur. Este impacto se espera que ocurra especialmente en el sector automotriz y de autopartes y en productos de la industria química, agroquímica y farmacéutica. También es probable un fuerte aumento de las importaciones de productos de la agroindustria europea (aceites, quesos, embutidos, entre otros), cuya producción cuenta con enormes subsidios que los vuelven competitivos a nivel internacional. Por lo tanto, como ha sucedido con la gran mayoría de países que ha firmado acuerdos de este tipo con la UE, nuestra balanza comercial con la UE, ya deficitaria, empeorará. A esto debe sumarse la más que probable caída de los niveles de comercio internos del Mercosur, particularmente de nuestras exportaciones hacia Brasil.
En conclusión, las posibilidades existentes de entrada en vigencia del acuerdo en algún momento del futuro vuelven relevante el análisis de su posible impacto, tanto sea para poder analizar en profundidad sus consecuencias, como para diagramar estrategias que hagan frente a las situaciones de vulnerabilidad y daño a los sectores sensibles que sin dudas traerá.
* Economistas del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO)