Desde Santa Cruz de la Sierra
“Me acuerdo que nos reunimos con Néstor cuando vos todavía eras candidato. Y Hebe de Bonafini nos decía: 'va a ganar, vas a ver que va ganar'. Y tenía razón. Y mirá ahora, has hecho una gran gestión. Es un modelo en Latinoamérica. Siento una gran admiración por vos”, le dijo anoche el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández , al presidente de Bolivia, Evo Morales , en la reunión que mantuvieron antes de la cena con el resto de los integrantes de la comitiva. Dedicaron esos momentos a solas a recordar reuniones de las que habían participado ambos, en aquellos años de la región en los que coincidieron Kirchner, Lula, Hugo Chávez y Evo. Parecían que habían quedado en el pasado pisado por la nueva ola de derecha, pero los resultados de las PASO en Argentina y las encuestas publicadas esta semana en Bolivia hacen pensar que la época del progresismo latinoamericano está lejos de estar enterrada.
Los acompañantes de Alberto Fernández que habían llegado un rato antes a Santa Cruz de la Sierra esperaban en la antesala mientras ellos dos conversaban animadamente en una habitación contigua con la bandera argentina, la boliviana y la plurinacional detrás. Fernández y Morales obviamente se conocían pero sin tener una relación de amistad que ahora buscarán entablar, como quedó claro en el encuentro de ayer. En el momento que dejaron entrar a la prensa para tomar imágenes, recordaban una tensa reunión del Mercosur en Buenos Aires luego de la nacionalización del gas y del petróleo dispuesta por Evo Morales que había enojado a Lula, porque afectaba a Petrobras y le generaba ruido en su país. “Me acuerdo que tuvimos que pedir un cuarto intermedio porque la cosa se estaba complicando”, recordaba, ahora ruisueño Fernández. Pero, a la distancia, le reconoció a Evo que la medida fue correcta, dada los efectos que luego produjo en la economía boliviana.
Fernández llegó a Bolivia desde Buenos Aires en un taxi aéreo junto al diputado Felipe Solá, su jefe de campaña Santiago Cafiero, los intendentes Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, y su vocero Juan Pablo Biondi, quienes luego se sumaron a la comida en la que se prolongó la charla en un salón del hotel Camino Real. A Evo lo acompañó el canciller Diego Pary Rodríguez. Hicieron un repaso de la situación de la región con temas espinosos, como la situación de Venezuela y la relación con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Desde hacía tiempo que querían verse. En julio pasado, días antes de las primarias, Evo estuvo en Buenos Aires pero justo Alberto Fernández viajó a una actividad en La Rioja. Entonces hablaron por teléfono y quedaron en reunirse. Pero las actividades de campaña complicaron la juntada. Uno de los que transmitía los mensajes de ida y de vuelta era el ex embajador en Bolivia, Ariel Basteiro. Finalmente, Morales cortó por lo sano: pidió el teléfono de Alberto Fernández y lo llamó para invitarlo. Difícil negarse.
Había otras dos posibilidades para Alberto Fernández dando vuelta por estos días. Una era volver a visitar a Lula en la cárcel de Curitiba, la otra era reunirse con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Ambos encuentros se pospusieron por diversas complicaciones, pero podrían hacerse antes de las elecciones. Así que quedaron estos días para el encuentro con Morales y mañana con el presidente de Perú, Martín Vizcarra, en lo que podría tomarse como la segunda parte de la agenda internacional de su campaña, luego del capítulo europeo de cuando se reunió con el primer ministro de España, Pedro Sánchez, y el de Portugal, Antonio Costa, con el que quedó muy conforme.
Evo Morales también se encuentra de campaña para las elecciones del 20 de octubre, en las que irá por un cuarto mandato consecutivo al que lo habilitó un fallo del Tribunal Supremo Electoral luego de que perdiera un referendum para reformar la Constitución. Con una economía que mantiene niveles de crecimiento de entre el 4 y el 5 por ciento anuales desde hace casi una década, las críticas de la prensa opositora a Evo se centran por estos días en los incendios que ya consumieron millones de hectáreas de bosques y campos, por los que las ONG ambientalistas le achacan responsabilidad.
En el entorno de Evo habia preocupación porque notaban un amesetamiento de su imagen y temían lo que pudiera suceder con los incendios. Pero según las encuestas publicadas esta semana, que según dicen son confiables, Morales mantiene un 43,2 por ciento de intención de voto y duplica a su más cercano seguidor, el candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, quien figura con el 21,3. Con esos resultados, Morales se impondría en primera vuelta. Ayer era el último día de la ampaña que Evo Morales, como presidente, podía inaugurar obras, así que realizó una frenética recorrida -hablaban de ocho vuelos en helicóptero- por distintos municipios de Santa Cruz de la Sierra, un territorio opositor para Evo. Pero el encuentro se hizo aquí porque coincidía con el plan de campaña del presidente boliviano y es un lugar más cómodo para los argentinos, dado que es más fácil el tránsito al aeropuerto y no tiene la altura demoledora de La Paz.
La posibilidad de un triunfo de Morales el 20 de octubre, más el de Fernández y el del Frente Amplio uruguayo en las del domingo siguiente, darían la idea de una nueva camada de gobiernos progresistas en la región, una idea que predominó en la cena de anoche. Morales viene resistiendo en minoría en los últimos encuentros con sus pares sudamericanos. En el diálogo con Alberto Fernández, pleno de nostalgia por aquella otra época en la que nació la Unasur y se fortaleció el Mercosur, hicieron votos porque eso suceda.