La precariedad laboral aumentó considerablemente en la capital salteña durante el segundo trimestre de este año, alcanzando cifras alarmantes en materia de desempleo y trabajo informal. Según surge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que publica trimestralmente el INDEC, la informalidad laboral que históricamente oscilaba entre el 40 por ciento y el 45 por ciento alcanzó esta vez a la mitad de los asalariados salteños. Se trata de la tasa de informalidad más alta de la Argentina, que rondó el 35 por ciento a nivel nacional.
Además, entre el segundo trimestre de 2018 y el mismo período de este año, el desempleo creció un 27 por ciento al pasar del 10 por ciento al 12,7 por ciento, transformándose así la ciudad de Salta en la segunda urbe del país con mayor desocupación, sólo superada por la capital cordobesa, y dos puntos arriba del promedio nacional que fue del 10,6 por ciento. En términos absolutos, en sólo un año los desocupados salteños pasaron de 28 a 38 mil, es decir, que se crearon 10 mil nuevos desempleados.
El aumento de la cantidad de desocupados no respondió a la caída de puestos de trabajo (de hecho, el empleo creció levemente) sino al aumento exponencial de la tasa de actividad, que subió dos puntos en sólo un año, al pasar del 45,6 por ciento al 47,6 por ciento. Esto significa que unas 16 mil personas se incorporaron al mercado de trabajo desde mediados de 2018 hasta mediados de 2019 y no pudieron ser absorbidas en su totalidad por el mercado de trabajo.
Este crecimiento de la tasa de actividad se venía notando en los últimos años, probablemente vinculado al empeoramiento de las condiciones de trabajo y a la caída del poder adquisitivo de los salarios, lo que obligó a muchas personas que no tenían necesidad de trabajar, a empezar a buscar empleo para sostenerse económicamente.
Para el director del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE), Jorge Paz, “aumenta la tasa de actividad por esto que se llama el efecto del trabajador adicional. O sea, hay necesidad de ingresos, de salarios adicionales, y por eso se activa gente que en otro momento estaba inactiva”. Para ilustrarlo, Paz dio algunos ejemplos: “puede haber estado estudiando y dejó de estudiar, o estaba estudiando y ahora agregó la carga de trabajo; puede haberse activado alguien que se estaba dedicando a las tareas domésticas no remuneradas”.
Los datos del INDEC reflejan que el desempleo en mujeres de hasta 29 años llegó al 24,3 ppor ciento durante el segundo trimestre del año, y fue del 19,2 por ciento en los hombres jóvenes.
Además, el investigador de la Universidad Nacional de Salta consideró que “podría llegar a haber una conexión entre la mayor informalidad y este efecto del trabajador adicional”. Aunque aclaró que se trata de una especulación, Paz entendió que “ante la urgencia de tener que encontrar un trabajo adicional, la gente se informaliza. Es decir, cuando te falta plata ¿qué buscás? Una changa, y eso es lo que encontrás, no es que vas a encontrar un trabajo formal, y por eso aumenta también la informalidad laboral”. Esto responde, a su vez, a que el mercado laboral salteño es uno de los más precarizados del país debido a que “está fuertemente concentrado en actividades altamente informalizadas como el servicio doméstico, la construcción y el comercio”.