Desde Río de Janeiro
El pasado viernes los médicos que tratan al ultraderechista Jair Bolsonaro lo examinaron en Brasilia y decidieron liberarlo para viajar a Nueva York. El presidente brasileño sigue recuperándose de una cirugía de corrección de una hernia abdominal.
También el pasado viernes millones de manifestantes salieron a las calles de más de 150 países en protesta contra los cambios climáticos y como forma de presión sobre los líderes globales en vísperas de la Cumbre de Acciones Climáticas de la ONU, que empezó ayer y termina este lunes en Nueva York.
En la reunión, encabezada por el portugués Antonio Guterrez, secretario general de las Naciones Unidas, Brasil no podrá manifestarse, por la sencilla razón de no haber enviado ninguna propuesta relacionada al tema.
Al día siguiente está prevista la apertura del nuevo periodo de la Asamblea General de la ONU. Por tradición, le toca al presidente brasileño pronunciar el discurso inaugural.
Liberado por sus médicos, y a menos que cambie de idea a última hora – algo rutinario en él –, Bolsonaro tendrá una oportunidad de oro para exponer al mundo su visión sobre lo que ocurre en Brasil, con énfasis en la cuestión de la Amazonia.
En los últimos días fuentes del gobierno filtraron a la prensa algunos de los temas que serán abordados: defensa intensa de la soberanía nacional, aclaraciones sobre la situación ambiental y las medidas de protección adoptadas, y, de paso, críticas contundentes a Cuba y Venezuela.
También informaron de reuniones entre el presidente, su hijo Eduardo, diputado nacional, y los ministros de Relaciones Exteriores, una aberración llamada Ernesto Araujo, y de Seguridad Institucional, el ultra-reaccionario general Augusto Heleno Pereira. En los encuentros se elaboró el discurso que Bolsonaro pronunciará. Olvidaron mencionar que las líneas generales vinieron de Steve Bannon, ex asesor de comunicación de Donald Trump y cabeza de un movimiento neofascista que pretende expandirse por el mundo. Bolsonaro y sus hijos hidrófobos son cercanos a él.
¿Hasta qué punto Bolsonaro será honesto en sus declaraciones? ¿Se podrá creer en lo que diga? ¿Irá repetir que el calentamiento global no pasa de una maniobra del "marxismo cultural"?
Antonio Guterrez puso atención a lo que dicen prácticamente todos los científicos del mundo: si no se adoptan medidas urgentes, en este siglo la temperatura aumentará por lo menos tres grados Celsius. O sea, tendremos catástrofes naturales de todo tipo, desde sequías crueles hasta inundaciones feroces, falta de alimento, aumento del nivel del mar, muerte de selvas y animales, entre otros horrores.
A Bolsonaro todo eso le suena a nada.
Hay que ver si tendrá dignidad para, frente al pleno de la ONU, revelar al mundo lo que emisarios suyos anuncian en reuniones privadas con empresarios y posibles inversionistas, además de comandos militares.
Documentación obtenida por la publicación digital The Intercept, dirigida por el periodista norteamericano Glenn Greenwald, y que incluye la grabación de uno de esos encuentros, muestra que el verdadero proyecto del gobierno para la Amazonia consiste en adoptar medidas para ocupar la región y asegurar la soberanía nacional mientras se evitan amenazas externas, algunas delirantes, como la de una invasión de China por la frontera de Surinam para apoderarse de áreas de la región.
(Greenwald, ganador de un premio Pulitzer, es el responsable por revelar el "caso Snowden" y, actualmente, por desvelar en Brasil la farsa del juicio y condena del ex presidente Lula por el entonces juez y actual ministro de Justicia, Sergio Moro.)
Entre las iniciativas concretas del gobierno presentadas en esas reuniones, que empezaron en febrero, está el aumento de la explotación de minerales, la apertura de "zonas cultivables", además de disminuir los "obstáculos" representados por reservas indígenas y áreas de protección, realizar "grandes obras", flexibilizar la legislación relacionada a la ocupación y uso de tierras públicas, y contener la "industria de multas", o sea, la fiscalización.
Mientras, el espacio de Brasil en el escenario mundial sigue siendo corroído. En agosto el país enseñó al mundo imágenes de fuegos devastadores, frente a la inercia del gobierno. Además de la pérdida de biodiversidad, los incendios criminales aumentaron substancialmente la emisión de gases destructores, precisamente la preocupación central de la ONU. Todos los alertas disparados fueron solemnemente ignorados, y la única consecuencia fue la destitución de Ricardo Galvão, científico respetado en todo el mundo que presidía el Instituto Nacional de Pesquisa Espacial.
Nadie discute el derecho a la soberanía de Brasil sobre su territorio. El problema es que el enemigo no está afuera, sino adentro. Y cuenta con el pleno respaldo del presidente de la República.
Si opta por decir la verdad, Bolsonaro será masacrado en los medios. Si opta por mentir, como se espera de él, será desmentido.
Ese es su gran dilema.