Desde Madrid
El inicio de la campaña electoral para las elecciones generales del 10 de noviembre promete dos meses de alta tensión, con los partidos políticos de regreso al barro electoral, una economía con signos de alarma, y el independentismo catalán pendiente del fallo del Tribunal Supremo sobre los dirigentes que organizaron el referéndum ilegal del 2017.
Dos días después de que el rey Felipe VI anunciara que el bloqueo político obligaba a una nueva convocatoria electoral, el presidente del Gobierno en funciones y candidato del PSOE, Pedro Sánchez, dijo en una entrevista televisiva que “no dormiría tranquilo” si hubiera formado un Gobierno de coalición con Unidas Podemos.
La frase, poco oportuna en medio del hartazgo electoral de la sociedad española, fue replicada por el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y sin el nivel de cortesía de las negociaciones recientes entre su fuerza y el PSOE. Por un lado, dijo que un presidente del Gobierno puede “cambiar el colchón de La Moncloa todas las veces que quiera”, y que no puede faltarle el respeto a la gente que sufre problemas mayores. Por otro, y más grave, acusó a Sánchez de haberle mentido.
“Pedro me mintió, me dijo antes y después de las elecciones generales que haríamos un Gobierno de coalición y yo confié en él”, dijo Iglesias. Aunque el Ejecutivo de Sánchez se apuró a desmentirlo, el cruce entre las dos fuerzas dejó en el aire la sospecha de que no habían negociado de buena fe.
El subdirector de eldiario.es
, Íñigo Sáenz de Ugarte, afirma que “hubo voluntad pero, como en toda negociación, tanto PSOE como Unidas Podemos pusieron un precio muy alto como para que el otro lo tuviera fácil para llegar al acuerdo”. Por otra parte, señala que se produjeron errores tácticos de un lado y del otro. “Cuando Sánchez dijo que el mayor obstáculo para un Gobierno de coalición era la presencia de Pablo Iglesias en ese Gobierno e Iglesias dio un paso atrás, se quedó de repente sin razones para negarse a negociar, cuando, en realidad, no tenía ganas de invitar a Podemos al Gobierno”.
En cuanto a Iglesias, “el mayor error táctico fue creer en julio que el PSOE iba de farol (ocultando las opciones reales) y que en septiembre mejoraría la oferta. Unidas Podemos se equivocó al rechazar la última oferta de julio (una vicepresidencia social y tres ministerios)”, afirma Sáenz de Ugarte.
La reciente disputa entre los dos líderes de izquierda comparte un mismo objetivo con el resto de laos partidos, no hacerse cargo por el nuevo llamado a elecciones. No hay encuestas que indiquen a quién castigará el electorado por la repetición electoral. Sin embargo, las de un par de semanas atrás mostraban que el PSOE y el Partido Popular saldrían beneficiados de los comicios, mientras que Unidas Podemos obtendría un resultado apenas más bajo, y Ciudadanos, un bajón considerable.
“El más vulnerable parece Ciudadanos, que consiguió un muy buen resultado en abril, y no parece en condiciones de repetirlo. Llegó a su punto más alto de siempre y necesitaba más tiempo para consolidarlo. De ahí que (Albert) Rivera presentara esa oferta de última hora que ya no tenía ningún futuro”, explica Sáenz de Ugarte.
En la campaña para los comicios generales del 28 de abril, el Partido Popular y Ciudadanos se enfrentaron por el mismo electorado, también tironeado por el partido radical Vox. Sin embargo, esta vez, las declaraciones de sus líderes apuntan, sobre todo, a Pedro Sánchez. A la frase del líder socialista sobre sus problemas de sueño en el caso de aceptar una coalición con Unidas Podemos, el jefe popular, Pablo Casado, dijo que él no podría dormir si hubiera pactado con Bildu, una fuerza nacionalista vasca con la que el PSOE llegó a un acuerdo de Gobierno en una región con tensiones soberanistas. Rivera, por su parte, dijo que no entendía cómo Sánchez había estado repartiéndose sillones con quien “no le deja dormir tranquilo”.
La coincidencia de los líderes de la derecha en los ataques a Sánchez, no parece casual. En las últimas semanas, Casado planteó una confluencia de partidos de derecha para derrotar a la izquierda. Rivera, por su parte, ha dicho esta semana que si la suma de escaños entre Ciudadanos y el Partido Popular lograra uno más que la suma de las izquierdas, formaría un Gobierno en un mes. La apuesta no es descabellada. La izquierda ya está dividida, y en estos días, se especula con que el co-fundador de Podemos, ahora líder de Más Madrid, Íñigo Errejón, se anote en la competencia electoral.
En cualquier caso, existen otros dos asuntos que preocupan a todos los partidos. El freno de la actividad económica, y el fallo del Tribunal Supremo sobre los líderes catalanes que organizaron el referéndum de independencia en el 2017. En el primer caso, el estancamiento económico en la Unión Europea, y las complicaciones que está causando el bloqueo político. La imposibilidad del Gobierno en funciones de girar fondos estatales a las autonomías (provincias), obligó a algunas de ellas a suspender el pago de servicios básicos. Mientras a corto plazo es manejable, Sáenz de Ugarte advierte que si se produjera una crisis económica, “las herramientas con las que cuenta ahora el Gobierno son muy reducidas”.
En cuanto al fallo del Tribunal Supremo, Sáenz de Ugarte apunta que “la sentencia puede suponer una radicalización de las posiciones independentistas y eso tendrá un impacto en las instituciones”. En clave política, puede determinar la acción de la fuerza de izquierda Esquerra Republicana de Catalunya respecto a un Gobierno del PSOE. “Si la respuesta de la calle es muy visceral y, sobre todo, si se prolonga en el tiempo, hará más difícil que Esquerra pueda ignorarla, y apoyar con el sí o la abstención un Gobierno de Sánchez”, afirma.
Si existe alguna duda del impacto que causará la sentencia en Esquerra Republicana de Catalunya, el líder de esa fuerza en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, dio una pista al replicar la frase de Sánchez sobre los problemas de sueño. Dijo con ironía, “que pruebe a hacerlo en la cama de una celda por un referéndum”.