Una mujer sentada frente a otra. Las separa el grueso vidrio de una sala de visitas de prisión. “Hay un montón de lo que hablar”, dispara una. “¿Y cómo vamos a hacer esto?”, devuelve la segunda. En ambas se refleja secamente la figura de su oponente. Algo grave ha pasado y una de las dos está purgando sus días por el crimen a desentrañar. La incógnita es saber qué sucedió y cuál de las dos es la culpable. Con esa intriga comienza Cheat, miniserie de cuatro episodios que este lunes estrena OnDirectv a las 21 hs (también estará dispuesta en su plataforma Go). Un thriller psicológico efectivo, prototípicamente británico, que funciona sobre la base de unas pocas y ajustadas herramientas.
La vida de la profesora universitaria Leah Dale (Katherine Kelly) no pareciera albergar demasiados inconvenientes. Tiene prestigio, está al borde de un cargo permanente en Cambridge y llega al trabajo en bicicleta. Hay algunas sombras como el embarazo que no se concreta y su particular afición por masturbarse en baños públicos. ¿Qué podría salir mal? Todo desde el momento en que entra a su clase Rose Vaughan (Molly Windsor). Una estudiante fastidiosa que mira con desdén a Leah y porta una media sonrisa de las complicadas. “La manera en la que nos comportamos está vinculada con nuestra relación con el poder y cuando hay amenaza entre las dos partes eso se llama coerción”, explica la profe en el claustro antes de darles la fecha de entrega de un ensayo. El problema es que el trabajo de la alumna en cuestión resulta demasiado brillante. Rose no solo niega haberse copiado sino que pasará del comportamiento “pasivo agresivo” a lo segundo. La animadversión previa va a dar lugar a la sospecha que decanta en problemas institucionales. El interés de la propuesta, entonces, pasa por ese juego de celos y diferencia generacional, la lucha por un estatus que deriva en una guerra personal sin posibilidad de bandera blanca.
El fango del primer episodio incluye un animal doméstico asesinado, acusaciones de infidelidad y un hombre muerto. “Las dos lucen tan inocentes. Rose Vaughan and Leah Dale,” dice el detective a cargo de resolver el asesinato del que no conviene adelantar demasiado. Arrestaron a una pero no están convencidos de que sea la correcta. La trama se va a ir desenvolviendo por medio de vueltas de tuerca, flashbacks y flashforwards (quizá uno de los usos más remanidos de los policiales actuales). Lo mejor de Cheat es su duelo actoral, el suspense y la sensación palpable de que, más allá de la poca acción, las piezas se acercan a un gran clímax.
Leigh (Happy Valley y Mr. Selfridge) describió la relación entre ambas con la poca fraternal imagen de “la lucha de una gata contra la otra”. Y ese punto incómodo es el que mejor le sienta a la ficción. Su Leah está lejos de ser una profesora querible o una esposa noble (¿aunque por qué habría de serlo?). Lo que aterra de Rose es su ignorancia total de la empatía y la habilidad que maneja para sacar de quicio a su contrincante. Es decir, ambas tienen química en su mala onda. La serie fue creada por Harry y Jack Williams, dos hermanos expertos en eso de generar policiales y dramones donde la tirria corre por venas narrativas (The Missing y Liar). Sin llegar a ser un prototipo de la escuela Hitchcock no quedan dudas: el maestro del suspenso habría adorado a las mujeres de Cheat.