Nahuel Guzmán necesitó 26 años, 81 partidos en Reserva y 137 suplencias en Primera para adueñarse del arco de Newell’s de la mano de Gerardo Martino. El Tata, quien más veces vistió la casaca rojinegra como jugador, se dio cuenta que el arco leproso le quedaría como anillo al dedo a este lungo de metro noventa y tres, de buen juego con los pies y personalidad extrovertida. Se la jugó y la apuesta dio sus frutos porque el uno tuvo grandes actuaciones y fue parte importante de la vuelta olímpica conseguida por el equipo rosarino en el Torneo Final 2013.
Ese nivel lo llevó a ser vendido un año después a Tigres de Monterrey, donde rápidamente se posicionó como referente y alcanzó la final de la Copa Libertadores 2015 (en la que le tocó caer con River). Además logró cuatro ligas 2015, 2016, 2017 y 2019, tres títulos de Campeón de Campeones (que enfrenta al campeón liguero con el ganador de la Copa MX) y tuvo su bautismo en la Selección, además de una participación mundialista tras la lesión de Sergio Romero.
A los títulos y distinciones personales conseguidas en México se suman finales perdidas con enojos, cruces con árbitros, con técnicos rivales y hasta una discusión con los hinchas del Santos Laguna que lo bañaron en cerveza al quedar eliminados de la Liga de Campeones de la Concacaf.
Es que si algo tiene este futbolista de 33 años –que halaga a su colega Willy Caballero y ubica a Guido Pizarro como el argentino más destacado en tierras aztecas– es que no le tiembla el pulso para dar su punto de vista y actuar en consecuencia. Ni dentro ni fuera de la cancha, donde se lo ve comprometido con diversas causas sociales.
-Fuiste uno de los firmantes de la solicitada que hizo público el apoyo de los jugadores a la fórmula encabezada por Alberto Fernández y Cristina Fernández antes del 11 de agosto. ¿Cómo surgió la idea?
-La invitación la hizo Seba Vidal, jugador de Excursionistas (de la Primera C). Fue bastante repentino todo porque ya se estaba en la semana previa a las elecciones. Uno a veces busca la forma de opinar o de entrar en el circuito y esta me pareció muy orgánica. Había mucha gente que no decía lo que la gente tal vez espera de la elite, que antes no había opinado y que ahora se sintió resguardada por un grupo. Por eso me pareció copado estar y original la idea. Así como esa semana habían aparecido intelectuales a opinar a favor y en contra de las diferentes propuestas, nos pareció que éste era un colectivo que había agarrado la fuerza para aparecer.
-¿Tienen pensado más apariciones?
-La idea es seguir generando propuestas por eso varios jugadores se estuvieron juntando. Por lo pronto al colectivo se le busca nombre. Empezó siendo Futbol con Todos y ahora se está tratando de ir por Fútbol con Sentido, jugando un poco con el nombre. De cara a octubre seguramente haya otra solicitada y también una campaña audiovisual. Lo que propuse fue llegar desde un lado atractivo para el que lo mire y siempre con respeto hacia otras ideologías. A la vez tenemos debates en función de buscar un tinte menos partidario y trabajar por cosas relacionadas al mundo del fútbol. Por ejemplo Maca Sánchez (jugadora de San Lorenzo y pionera entre las futbolistas en firmar contrato profesional) planteaba que hay machismo y casos de acoso en los planteles femeninos. Además está el compromiso nuestro como futbolistas por las cuestiones sociales y la voluntad de colaborar de alguna manera, cada uno desde su lugar, con clubes de barrio. Se irán buscando las formas. Cuando uno está organizado todo tiene más fuerza.
-A la distancia, tras más de cinco años en México, ¿cómo ves el país?
-Con incertidumbre y mal, más que nada por lo que percibo de mi entorno. Tengo amigos que se fueron a probar suerte a España, otros que no pudieron terminar de construir la casa y algunos se quedaron sin laburo. Por mi parte estoy involucrado en el proyecto de un bar y las cosas se ponen cada vez más difíciles. A la gente le cuesta cada vez más ir a comer, disfrutar en familia, con amigos y hasta pagar los impuestos. Está costando lo básico por eso es que veo dura la mano.
-No es tan frecuente que un deportista profesional exponga tanto su ideología, ¿esto te trajo consecuencias?
-Creo que no, o por lo menos no me enteré. Siempre está el temor de los que no opinan y de los que opinan sabiendo que puede haber, o que hay, una crítica extrafutbolística. Hasta podría darse alguna marginación laboral de futbolistas, como de entrenadores o directivos. Siempre hay una mirada de reojo al que se expone en la parte política. Creo que el valor a la opinión se la da el respeto con el que uno la expone. Puedo estar de acuerdo con una u otra ideología, con uno u otro proyecto, pero manifestarlo primero con fundamentos –que me resulta lo más valioso– y con respeto.
-En vísperas del 24 de marzo y antes de enfrentar a Chile por las Eliminatorias se conoció que los guantes que tenías para ese juego llevaban la inscripción "Aguanten Las Abuelas"; "Aguanten Las Madres"; "Memoria, Verdad y Justicia" y "Nunca más". También se te vio presente en la bienvenida al nieto 130 y cerca de los veteranos de Malvinas. ¿De dónde viene este compromiso social?
-El otro día leía una nota en la que se planteaba que la militancia es poner en práctica las convicciones de uno, sea en el ambiente que sea. Al estar dedicado al fútbol se hace difícil meterse de lleno en determinada militancia política por eso traté de encontrar en ciertas acciones la manera de involucrarme. Las dos banderas que siempre me gusta levantar, por decirlo de alguna manera, son la de la lucha de Madres y Abuelas y la de los ex combatientes de Malvinas. La base creo que me la dieron mis viejos, más que nada mi mamá que fue militante en principio de izquierda y después más centrada. En casa también aproveché algún que otro libro, aunque metido en el fútbol desde chico uno pensaba que eso era más tentador que lo otro. Ya más de grande por ahí encontré en el primer gobierno de Néstor (Kirchner) una paridad, un cariño con una ideología que era compatible con la de uno. Eso me agarró con otra cabeza y creo que ahí fue donde hice el clic para empezar a involucrarme más.
-¿Y cómo lo viviste?
-En la visita a Abuelas tuve un recibimiento muy tierno y cariñoso, con brazos abiertos todo el tiempo como esperando siempre el abrazo. Además me tocó vivir un momento único como fue la historia del nieto 130. Y con los veteranos de Malvinas encontré siempre una gran predisposición para estar presentes en cada evento solidario que presentamos en Rosario.
-También incursionaste en el mundo literario al escribir en el libro Pelota de Papel e hiciste radio. ¿Cómo fueron esas experiencias?
-Lo de la radio me encantó. Fueron dos años y medio haciendo un programa con amigos, con un estilo por demás informal como los que se usan mucho ahora. Hacíamos entrevistas y como el programa lo bancábamos nosotros teníamos mucha libertad. Esa experiencia me ayudó mucho a desenvolverme mediáticamente. Y lo de escribir surgió de una propuesta de Sebastián Domínguez. Me gustó el desafío y escribí "El coleccionista". Después llegó Pelota de Papel 2 que siguió con la tendencia de jugadores que escriben cuentos, escritores que prologan y dibujantes o artistas que hacen ilustraciones. Sumado a eso la finalidad social (porque lo recaudado se destinaba a la Fundación Sí y a una ONG uruguaya). Nunca pensé que podría compartir un libro con (Eduardo) Sacheri.
- A mitad de año te tocó consagrarte campeón nuevamente con Tigres y luego fue derrota en el duelo de campeones ante América, ¿qué nivel te parece que tiene actualmente la Liga MX?
-Lo digo siempre, a mí la liga mexicana me sorprendió. Sin intención de comparar, creo que se encuentra un poco entre lo que es el fútbol sudamericano y el europeo. Hay muchísimos jugadores de selección, vas a una Copa América y un porcentaje grande está participando en la Liga MX. Estos futbolistas le dan mucha competencia y jerarquía. Constantemente se está tratando de rever el tema de los extranjeros porque hay muchísimos, pero creo que de alguna manera es lo que le da fuerza y competitividad.
-¿Puede alcanzarte con tener un buen nivel en esa liga para volver a la Selección?
-Mientras los arqueros que hoy están tengan mi edad, mientras no haya un recambio generacional muy marcado, me siento con posibilidades. Ahora lo tengo que demostrar, es algo que corre por mi cuenta y por el gusto del entrenador. Creo que cuando tuve un muy buen momento este año a lo mejor no tuve la posibilidad porque hubo otros arqueros. Y cuando estuve en una racha óptima y fui estable en la Selección tampoco tuve la posibilidad. Nunca me conformé con estar, siempre tuve la ambición de atajar. Me tocó estar con tres técnicos en un proceso de cuatro años y siempre respeté los lugares. El mío fue detrás de Chiqui Romero, que hoy por hoy es el que más partidos tiene en el arco de la Selección a nivel historia y creo que por algo debe ser.
-¿Es verdad que tenés una cláusula en tu contrato que si Messi llega a Newell’s podrías rescindir directamente y volver al equipo rosarino?
-(Risas) No hay cláusula escrita pero está hablado y está el compromiso. Sé y entiendo que es algo que pareciera utópico hoy en día, pero siempre está bueno crear algunos horizontes para ir en busca de esos deseos y esos sueños. Lo hablé en el club, me miraron con cara rara, casi con sonrisa, pero es algo que cada vez que puedo lo tiro para que no se olviden.
-¿Existió el llamado de Boca cuando buscaban arquero antes de la llegada de Andrada?
- Sí, fue en la previa del Mundial y me tocó hablar con el presidente (Daniel Angelici). Me manifestó la intención de que fuera y también me interesó hablar con el entrenador (Guillermo Barros Schelotto) a ver cuál era la propuesta. Tenía sentido lo que manifestaban y dejé la negociación en manos de Tigres porque nunca me metería en esa parte. Pero Tigres no es un equipo vendedor y no querían dejarme ir.
–¿Cómo vivís el presente de Newell’s, necesitado de sumar muchos puntos para engrosar su promedio?
-Es durísimo. Es una situación que ya me tocó vivir estando en el banco y como hincha. Es realmente estresante, es más difícil estar y tener que poner el cuerpo y la cara. Aunque también es duro verlo de afuera porque uno no puede hacer más de lo que hace que es mirar, acompañar, apoyar, hablar con los jugadores y mandarles fuerza. Obviamente el deseo es que logremos salir lo más rápido posible de la parte de abajo que es lo que después te permite trabajar con más tranquilidad.