El dirigente que votará esta tarde en la AFA reconoció ayer: “Todos sabemos que se hizo a las apuradas”. Se refiere a la convocatoria de la asamblea, con lo que eso implica. En rigor, a las dos asambleas, una ordinaria y otra extraordinaria donde se definirá el futuro del fútbol. Es inevitable pensar que ante semejante confesión de parte, una mano traviesa vuelva a hacer de las suyas. Ya pasó con aquel empate 38 a 38 del 3 de diciembre de 2015 sobre un padrón de 75 habilitados para elegir a un presidente. Todo puede pasar en la dimensión desconocida donde quedó sumergido el deporte-negocio. 

Esta vez no se respira incertidumbre sobre el resultado de la votación. No es un final abierto entre Marcelo Tinelli y Luis Segura. A la asamblea se llega con el alimento masticado y digerido. Se aprobará la rescisión del contrato del Fútbol para Todos con el Estado, el nuevo estatuto de la AFA con Superliga incluida y el cronograma electoral que terminará con el desdibujado mandato de la comisión regularizadora. También se tratará un Código de Etica. ¿Cuál ética? ¿La de la FIFA? 

Quedará para más adelante la madre de todas las asambleas. Se ratificará en ella qué multinacional será dueña del fútbol argentino por los próximos años. “Sobre el orden del día de estas asambleas y la forma en que fueron convocadas, tengo un juicio lapidario. La IGJ debería declarar su nulidad. Cualquiera que lo pretenda podría hacerlo porque los asambleístas ni siquiera fueron notificados de lo que votarán con veinte días de anticipación”, comentó un abogado especializado y puntilloso con las normas.

El temor a que se presente un amparo contra lo que se apruebe sobrevolará en el predio de la AFA en Ezeiza. Ya lo hizo el club Independiente Rivadavia a fines de 2015. Por entonces, hasta el propio Marcelo Tinelli firmaba una cautelar ante el Juzgado Civil N° 31 para evitar que se impusiera su rival Segura. La judicialización del fútbol es abrumadora. A imagen y semejanza de lo que pasa en el resto de la sociedad. Cualquier recurso puede ralentizar decisiones políticas y sobre todo si son a las apuradas. El problema es que hoy, en las asambleas se definirá una estrategia para los próximos años. Y los dirigentes corren la maratón en muletas.

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