El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, adelantó ayer que los próximos meses llegarán con complicaciones para la inflación. “Se vienen tres meses más delicados en materia de precios”, aseguró el titular de la autoridad monetaria. Afirmó que no hay margen para avanzar en una política de tasas de interés más relajada porque, sin importar qué ocurra con el mercado interno, la entidad se encuentra enfocada en cumplir la meta de inflación del 17 por ciento para este año. El funcionario habló en una conferencia del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) y dio precisiones sobre cómo piensa el Central que deberían evolucionar las paritarias. Mencionó también que el tipo de cambio no se encuentra apreciado, en línea con los argumentos planteados esta semana por el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
“En los próximos meses, la corrección de precios regulados moverá al nivel general de la inflación algo por encima de lo que venimos experimentando, motivo por el cual el Central está tomando sus decisiones de política monetaria en pos de alcanzar un nivel de inflación núcleo que permita lograr el cumplimiento de las metas para el nivel general hacia fin de año”, indicó Sturzenegger. Y abrió el paraguas para los indicadores que se publicarán al cierre de este mes. “Les anticipo que en febrero estamos observando un repunte en la evolución de los precios. Por esto no vemos margen alguno para el relajamiento de la política monetaria (bajar la tasa de interés)”.
El titular de la autoridad monetaria, pese a mostrar preocupación por el efecto de las tarifas para los próximos meses, insiste en la idea de que el proceso inflacionario es un resultado asociado con fenómenos monetarios. “Sin desequilibrios en el mercado monetario, la inflación tiene los días contados. Es desde este entendimiento que puede comprenderse la baja de inflación que ya ocurrió el año pasado y la que avizoramos para este año”, indicó. La imposibilidad de reconocer elementos estructurales como la puja distributiva que también intervienen en las tensiones de precios, según economistas heterodoxos, eleva el riesgo de cometer un grosero error de diagnóstico. El año pasado en el Gobierno estimaron una inflación del 25 por ciento y terminó en 41. Para éste, la meta es de 17 pero en el mercado la ubican arriba del 25 por ciento.
El presidente de la autoridad monetaria afirmó que este año las paritarias no tienen que centrarse en la inflación pasada sino en la futura. Usó el truco del promedio para “guiar” a los economistas sobre cómo medir el salario real. Aseguró que si un año la inflación sube al 20 por ciento y al otro 0 por ciento, con sólo incrementar los salarios el 10 por ciento al inicio del segundo periodo se consigue recuperar el poder adquisitivo porque el promedio de salario real para cada uno de esos dos años será idéntico.
Las matemáticas es una de las herramientas más poderosa del ser humano pero no es una buena idea usarla para justificar la pérdida del poder adquisitivo de la población. El periodista económico Enrique Silberstein se mofaba de los “especialistas” que hacen gala de esta herramienta para justificar cosas sin sentido. Una frase que resume su argumento es la que sigue: “para un economista si una persona tiene los pies en el horno, y la cabeza en el freezer, en promedio está a la temperatura ideal”. El argumento de Sturzenegger pierde sentido incluso cuando se lo busca continuar en el tiempo: si el año 3 suben los precios al 20 por ciento y en el año 4 al 0, negociando de nuevo un 10 por ciento de incremento salarial el trabajador termina el último año con un salario real en promedio mucho más bajo que el del año 1.
Los bancarios consiguieron un ajuste de 24 por ciento, con la consigna de recomponer lo perdido en 2016. Pero el Central le resta importancia a los antecedentes. “La discusión paritaria hoy gira en torno de las metas de inflación y no sobre la inflación pasada. Esto lo vemos como un logro”, insistió ayer Sturzenegger.